Son maravillosas las
gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María
El Dulce Nombre de la Stma. Virgen María es un “nombre cargado
de divinas dulzuras” nos dice S. Alfonso María de Ligorio, mientras que S.
Ambrosio lo describe como un “ungüento perfumado con aroma de gracia divina”, y
propone el significado “Dios es de mi linaje”
(Inst. Virg., Cap. 5) para el nombre de la Madre de Dios.
Pero, otros santos eruditos opinan que
“María” tiene otros significados. ¿Quién tiene razón? ¿Qué significa el Dulce
Nombre de “María”?
I) Significado del Nombre “María”
Según la “Enciclopedia Católica”: “La etimología del nombre Miriam (MRYM)
es extremadamente dudosa” y ha tomado desde el significado de “rebelión” [tras las
acciones de Miriam, la hermana de Moisés y Aarón en el antiguo testamento],
hasta el de “obesa”
(lo equivalente a “bella”
en esos tiempos). También hay quienes consideran la influencia egipcia en el
significado “amada del
Señor” (“Mari-Yam”).
Pero, lo más probable, y el significado
más apoyado por los Padres de la Iglesia es el significado arameo y hebreo de
“Miriam” or “Mariam”: “Señora”
o “Soberana”, significado que los egipcios conocían en forma
masculina e incluyeron en papiros (según se explica al final de esta
fuente).
Así piensa S. Pedro Crisólogo: “El nombre
hebreo de María se traduce por ‘Domina’ en latín; el Ángel le da, por tanto, el
título de ‘Señora’. (Sermón sobre la Anunciación de la B. Virgen María, 142).
Sto. Tomás concuerda, y asegura que a la
Stma. Virgen: “le es muy propio el nombre de María, que en siríaco quiere decir
‘Señora’” (“Sobre el Avemaría, 1.c., p. 183), aunque en la misma obra también
dice que “quiere decir ‘iluminada’”
(p. 182) y que “significa ‘estrella
del mar’; como la estrella del mar orienta a puerto a los
navegantes, María dirige a los cristianos a la gloria” (p. 185).
S. Beda explica la diferencia así: “La
palabra María significa en
hebreo estrella del mar, y en siríaco Señora. Y con razón,
porque mereció llevar en sus entrañas al Señor del mundo y a la luz perenne de
los siglos” (en “Catena Aurea”, vol. V, p. 36).
S. Jerónimo sugiere que “maor” (estrella)
con “yam” (mar) forma “estrella del mar”, traducción que acepta S. Bernardo
(“Homilía sobre la Virgen Madre”, 2) Se parece el significado: “el Señor ilumina” o “luz del Señor”, derivado
de “Me’ir” (“el que ilumina” y “yam” (como abreviación de “Yahve”), según esta
página. Otras posibilidades de combinaciones etimológicas hebreas que se
han sugerido para formar el sonido “miriam” incluyen: “marar” (amargura o
fortaleza) y “yam” (mar) para formar “mar
de amargura” o “mar
de fortaleza”, significados que también serían apropiados para
la Stma. Virgen María, que como Madre Dolorosa encarnó ambos significados al
pie de la Cruz.
II) Poder del Dulce Nombre de María
La que fue Inmaculada desde su
Concepción, sufrió como ninguna los dolores de Su Hijo Jesucristo, Ntro.
Redentor. Si en el Evangelio del XXIV Domingo de Tiempo Ordinario : “El
señor tuvo lástima” (Mt 18, 27) de un miserable siervo deudor cuando le pidió
clemencia, ¡cuánto más
escucharía nuestro Señor las súplicas de Su Stma. Madre por los que la invocan
por su nombre!
En efecto, S. Alfonso María de Ligorio
nos recuerda en “Las
glorias de María” (Parte I, Cap. X):
”Son
maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de
María, como lo dio a entender a Sta. Brígida hablando con su
Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza
y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto
dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la
perfección y al fin la gloria del paraíso. Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus
palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides.
En suma, llega a decir S. Efrén, que el
nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con
devoción. Por eso tiene razón san Buenaventura al llamar a María “salvación de todos los que la invocan”,
como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que obtener la salvación
eterna.”
Vela, pues, por sus hijos espirituales la
que es “bella” sin igual al ser llena de gracia y “amada del Señor” por haberle
sido siempre fiel, hasta en un “mar de amargura”. A esta “estrella del mar” y
“mar de fortaleza” se dirigen los que se ven necesitados para ser socorridos
enseguida.
S. Alfonso María de Ligorio recomienda
que se pronuncie con frecuencia los nombres de Jesús y María, sobre todo en
cualquier peligro. Cita a S. Pedro Crisólogo diciendo “que el nombre de María es indicio de castidad”
y muy eficaz en tentaciones contra la pureza.
S. Alfonso María de Ligorio también
asegura que repetir esos
santos nombres es muy eficaz en la hora de la muerte, como
demostró S. Camilo de Lelis al final de su vida. ¿Por qué es tan poderoso el nombre de
“María”? Nos dice S. Alfonso:
“…los
demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del cielo, que
al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara. La
misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan frío en el divino
amor, que invocando su santo nombre con propósito de convertirse, no consiga
que el demonio se aleje de él al instante.
Y otra vez le declaró que todos los demonios
sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al
punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras. Y así como se
alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María,
lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que
devotamente la invocan.
Atestigua san Germán que como el respirar
es señal de vida, así invocar con frecuencia el nombre de María es señal o de
que se vive en gracia de Dios o de que pronto se conseguirá; porque este nombre poderoso tiene fuerza para
conseguir la vida de la gracia a quien devotamente lo invoca.
(“Las glorias de María”, Parte I, Cap. X, 4)
Recemos, pues, con S. Alfonso esta
oración de S. Bernardo: “¡Oh excelsa, oh piadosa, oh digna de toda alabanza Santísima Virgen María, tu nombre es tan
dulce y amable, que no se puede nombrar sin que el que lo nombra no se inflame
de amor a ti y a Dios; y sólo con pensar en él, los que te aman
se sienten más consolados y más inflamados en ansias de amarte!”. (“Las glorias
de María”, Parte I, Cap. X, 3)
Por: María Lourdes Quinn