Contemplando
el paisaje
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Menudo
vendaval hubo ayer... En un descanso durante el tiempo de trabajo, quisimos
darnos un paseo rápido, y casi salimos volando...
Paso
a paso, logramos llegar hasta el final de la tapia. El paisaje era precioso. Me
fijaba en los altísimos árboles: cómo se curvaban sus ramas y, sin embargo,
ellos permanecían ahí, inamovibles.
Aquello
me hizo pensar mucho, porque los árboles se mantienen en pie gracias a sus
raíces. Sin embargo, para que en su crecimiento se den esas raíces, los árboles
necesitan de otros elementos:
Necesitan
una tierra buena, necesitan el aire, el sol y el agua. Estos cuatro elementos
son fundamentales. La tierra que acoge la semilla, y el aire, el sol y el agua
que le aportan todo lo necesario para que pueda crecer hacia arriba y hacia
abajo... Así, poco a poco, día a día, sin que aparentemente se note, los
árboles se van haciendo grandes, y van creciendo y enraizándose en la tierra de
tal forma, que ningún vendaval puede tumbarlos.
Y
me daba cuenta de que nosotros también necesitamos de estos cuatro elementos
para estar fuertes y firmes ante los agentes externos.
Nuestra
tierra es la comunidad donde estamos plantados: nuestra comunidad de fe o tu
familia... ahí dónde el Señor te ha pensado para cumplir una misión, ese es tu
lugar, donde has de “echar raíces”.
Pero,
siendo sinceros, al hombre de por sí (y más aún en esta etapa de la Historia),
todo lo que suena a compromiso... ¡le tira para atrás! Y, sin embargo, no
logramos ser felices del todo hasta que nuestra vida no toma un rumbo, un rumbo
definitivo.
Por
ello, ¿qué es lo único que nos hace optar por “echar raíces”? Solo la
experiencia del amor verdadero. Uno da el salto al compromiso solo cuando el
Amor es más fuerte que la razón.
Por
eso mismo necesitamos también de los otros tres elementos: el aire, el sol y el
agua. Estas son las manifestaciones del amor del Señor sobre tu vida, pues Él,
día a día, momento a momento, se nos manifiesta derrochando su Amor sobre
nosotros. Cuando acogemos sus manifestaciones de amor, estas nos hacen crecer,
nos van dejando la certeza de que somos amados, de que Él nos cuida, de que
sólo en Él se esconde nuestra felicidad.
Hoy
el reto del amor es dejar que el amor sea más fuerte que la razón. Que tus
raíces crezcan y agarren bien, que tu vida esté sostenida por el amor. Y, si te
encuentras ante el dilema de dar un paso adelante o tienes dudas en tu
situación, da tu mano a Cristo y pídele poder tener la certeza de su Amor... Él
te guiará hasta tu tierra buena.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma