Una
guía paso a paso
La
primera vez que fui a visitar el Santísimo tenía 8 años. Fue con
motivo de mi preparación para la Primera Comunión. La hermana que nos preparaba
contaba con mucha reverencia y ardor que dentro del sagrario se encontraba una
puerta hacia el cielo. A los 8 años, tomé esta explicación literalmente y pensé
que cuando abriera aquella puertecita podría cruzar hacia un mundo maravilloso:
El cielo. Cuál sería mi desconcierto a ver la custodia con una hostia
consagrada dentro. No entendí nada.
No
solo pasa a los 8 años, tratar de entender que un pedazo (casi insignificante)
de pan es el mismo cuerpo de Cristo, no es algo fácil de entender y a la vez es
algo que a uno lo deja maravillado. Ir a adorar al Santísimo Sacramento, sobre
todo las primeras veces, puede ser que no sea sencillo. No entendemos, nos aburrimos, no
sabemos qué decir, entramos brevemente, hacemos una señal de la Cruz rápida y
volvemos a salir.
Si
supiéramos la gracia tan enorme de la Adoración Eucarística nos pasaríamos días
enteros de rodillas frente al altar. Adorar al Santísimo es acompañar al mismo
Jesús en el momento de su sacrificio por la humanidad. El mismo Jesús nos
enseña esto, a través de santa Margarita de Alacoque (con quién inició esta
práctica): «En adelante, todas las semanas, la noche del jueves al viernes,
practicarás una Hora Santa, para hacerme compañía y participar en mi oración
del Huerto».
Así
pues, hoy hemos querido traerles una breve guía para ir a adorar al
Santísimo.Te recomendamos que lleves contigo la Biblia o consigas un
devocionario o algún libro espiritual de un santo.
1. Saludo inicial (entrar
en silencio)
Ingresa
en silencio y con reverencia a la iglesia o a la capilla del Santísimo. Arrodíllate
con las dos rodillas frente a Él y realiza la señal de la Cruz. Recuerda
que es Dios quien se encuentra en
ese pedazo de pan.
2. Oración de preparación
Luego
de acomodarte en una de las bancas o reclinatorios, de rodillas, realiza
una oración para preparar tu corazón. Puede ser una que tú mismo hagas
espontáneamente o una que saques de algún devocionario. Te recomendamos esta
oración del S.S. Pio XII:
«Oh
Dulcísimo Jesús, que escondido bajo los velos eucarísticos, escuchas piadoso
nuestras súplicas humildes, para presentarlas al trono del Altísimo, acoge
ahora los anhelos ardientes de nuestros corazones. Ilumina nuestras
inteligencias, reafirma nuestras voluntades, revitaliza nuestra constancia y
enciende en nuestros corazones la llama de un santo entusiasmo, para que,
superando nuestra pequeñez y venciendo toda dificultad, sepamos ofrecerte un
homenaje no indigno de tu grandeza y majestad y adecuado a nuestras ansias y
santos deseos. Amen».
3. Lectura espiritual y
meditación
La
puedes escoger en ese mismo momento, pero también es conveniente que leas
el Evangelio del día, o escojas una lectura de tu devocionario. Luego de
esta lectura haz silencio y medita lo que acabas de leer. Es importante que en
este momento trates de silenciar tu mente y tu corazón para escuchar lo que
Dios te dice. El silencio es aquella puerta que predispone al alma para
escuchar. Si lees una escena del Evangelio puedes imaginarte la escena y
meditar sobre lo que te dice, sobre cómo participas tú y sobre los sentimientos
y pensamientos que esta lectura suscita en tu corazón.
4. Escribe
Esta
es una práctica personal que sirve mucho. Puedes llevar un diario del
Santísimo donde escribas algunas meditaciones de lo que acabas de pensar y
sentir. Esto es como una ayuda memoria para tu vida espiritual y te recuerda
los momentos que, al lado del mismo Dios, acabas de vivir. Volver a nuestros
encuentros con el Señor nos fortalece en los momentos difíciles.
5. Ora
Luego
de tu meditación puedes rezar un rosario, el vía crucis, alguna
oración sobre la Eucaristía o la Liturgia de las horas (esto último de acuerdo
a la hora en que te encuentres).
6. Realiza una comunión
eucarística o la estación eucarística
Frente
al Santísimo expuesto puedes recibirlo en tu corazón realizando una
comunión espiritual. Esta comunión es también válida si por algún
impedimento no puedes recibir el sacramento de la Eucaristía. Te dejamos esta
oración, que no es la única (existen otras más que puedes consultar). Luego de
la comunión espiritual puedes realizar la llamada Estación ante el santísimo
que consiste en rezar cinco veces el padrenuestro, el avemaría y el Gloria en
memoria de las cinco llagas de Jesús crucificado y un padrenuestro más por las
intenciones del Santo Padre.
«Creo,
Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo
Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo vivamente
recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo
hacerlo ahora sacramentalmente, venid al
menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese
recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas
que jamás me aparte de Ti. Amén».
7. Oración Final
(alabanzas de desagravio)
Al
terminar tu adoración realiza una oración de despedida, puede ser propia o también
del devocionario. Agradece por el momento vivido, ofrece la adoración por
alguien necesitado y pide lo que necesites. Así también puedes decir las
alabanzas de desagravio que son oraciones que tiene la finalidad de luchar
contra el mal del mundo:
«Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo
Nombre.
Bendito sea Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el nombre de
Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo
Corazón.
Bendita sea su
Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el
Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu
Santo Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María
Santísima.
Bendita sea su Santa e
Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa
Asunción.
Bendito sea el nombre de
María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su
castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus
Ángeles y en sus Santos. Amén».
Por: Silvana Ramos
Fuente:
Catholic-link.com