Mi
cascanueces
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
el refectorio (comedor) estamos colocadas en forma de “U”, de tal manera que
tengo a Israel justo en frente de mí. El otro día nos pusieron a cada una un
platito con nueces en nuestro sitio.
De
repente, me vi frente a Israel, abriendo ambas las nueces en una estampa de lo
más divertida de “vasca y madrileña”. Israel, delicada, con la punta del
cuchillo abría las nueces y yo... cogía dos y, con las manos, ¡crack! Una,
otra, otra... hasta que... “¡Ayyy!”, me clavé una cáscara en la palma de la
mano y me hice una pequeña herida.
¿Sabes
qué es lo más gracioso? Que a escasos pasos tenemos una cesta con varios
cascanueces. Me miraba la mano y me reía de “mi fuerza”, y menos mal que a
Israel no se le resbaló el cuchillo... Después de eso, puse un cascanueces en
cada sitio: ¡ahora será más fácil!
Pensamos
que en nuestras fuerzas vamos a conseguir amar al que no podemos, sonreír al
que nos cuesta, perdonar al que nos ha herido o, simplemente, cambiar.
En
nuestras fuerzas nos ponemos propósitos con los que no podemos o que hacen que
se nos clave alguna “cáscara”, dándonos dolor de tripa; o que se nos resbale el
“cuchillo”, yendo contra nosotros: “Soy un desastre, no voy a llegar a ser
bueno, tengo que... y no puedo...”
Se
nos olvida que, para abrir las nueces, tenemos un “cascanueces” a nuestro
alcance, tenemos a Cristo. Él es el que nos da fuerzas para abrir las nueces
sin herirnos; Él nos muestra aquello que nos atasca, que nos impide amar, y nos
da la mano para caminar.
Ser
autosuficientes para “ser buenos” nos lleva muchas veces a ir contra nosotros
porque no llegamos. Es Cristo el que te salva de todos tus “no puedo”, es Él el
que te hace santo y de Su mano harás, cuando Él te lo regale, aquello que ahora
consideras impensable.
Hoy
el reto del amor es que lleves una cruz en el bolsillo y, cuando sientas un “no
puedo”, no intentes apañarlo: mete la mano en tu bolsillo y agárraLe fuerte,
dile que Él sea fuerte en ti, que sea tu “cascanueces”.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma