Arrugados
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Esta
semana me ha tocado planchar. En mi Profesión Solemne, unas muy buenas amigas
me regalaron una plancha, ¡que es una auténtica maravilla! ¡¡Hasta yo, que soy
un cero a la izquierda planchando, estoy empezando a pillarle el tranquillo!!
Es más, ¡ya me da incluso para descubrir al Señor en la plancha!
Yo
me encargo de planchar las túnicas de los hábitos. No sé si te has parado a
pensarlo alguna vez, pero te adelanto que aquello no lleva metros de tela...
¡sino kilómetros!
Afortunadamente,
sor Amada se encargó de enseñarme y darme los trucos para salir airosa de la
tarea.
Al
principio, casi me daba un patatús: que si costuras por aquí, que si pliegues
por allá... pero ahora, en cuanto veo una arruga, ¡hasta la clasifico
mentalmente!
“Esta
se quita solo con el calor... esta necesita algo de vapor... ¡uy, a aquella
tendré que darle con el turbo!”
De
pronto me di cuenta de que el Señor es precisamente como la plancha: quiere
borrar de nuestra túnica todas nuestras arrugas de tristeza, de soledad... ¿Y
cómo lo hace? ¡Al calor de Su amor!
Y
Cristo también sabe que no todas nuestras arrugas son iguales. En muchas basta
una simple pasada, pero hay otras más difíciles.
¿Sabes
qué es lo mejor que he aprendido de mi plancha? Que, cuanto más difícil es una
arruga, más quiere volcarse ahí el Señor: si no basta solo calor, usará vapor,
¡o turbo si es necesario!
El
abismo de nuestras arrugas más profundas llama al abismo del amor de Cristo.
La
cuestión es que, igual que en la túnica de nuestro hábito, las arrugas peores
son las que están más escondidas. Pero te aseguro que Jesucristo nunca se
rinde: esperará con paciencia hasta que quieras mostrárselas, ¡porque Él te
sueña arregladito y bien planchadito!
Hoy
el reto del amor es planchar. Te invito a que, antes de comenzar la jornada,
permitas al Señor “que te acicale”. ¿Hay algo que te pesa, que te quita la paz?
Ponlo en Sus manos, ¡comienza el día con el contador a cero! Y, a lo largo del
día, si ves a alguien un poco desanimado, borra su arruga con el calor que has
recibido del Señor. ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma