Animó a los
sacerdotes de la Archidiócesis a que a través de “la vida sacerdotal, de la
pureza de nuestra alma, de la belleza, de la profundidad de nuestra
vida de oración, la gente tiene que ver a Jesús"
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Foto referencial. Foto: Cathopic / Esimrothlc |
El Cardenal
Robert Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos, visitó recientemente la ciudad de Sevilla (España), donde tuvo
un encuentro con los sacerdotes de la Archidiócesis a quienes habló sobre la
“identidad sacerdotal”.
“Nosotros,
queridos hermanos, que ya éramos sacerdotes por el Bautismo fuimos escogidos
para colaborar con el Obispo sirviendo al Pueblo de Dios. Por eso, a través del
sacramento del Orden, fuimos configurados a Cristo, Maestro, Pastor y
Sacerdote, para anunciar el Evangelio, apacentar el Pueblo de Dios y celebrar
el culto divino, principalmente en el sacrificio del Señor”, aseguró.
En ese sentido
el Cardenal explicó que la primera función de los sacerdotes es “enseñar en
nombre de Cristo Maestro” y para ello les animó a tener “un trato frecuente con
Él en la oración”.
“Para poder
transmitir con alegría este tesoro que hemos recibido del Señor que llevamos en
vasijas de barro, hemos de meditarlo, creerlo, enseñarlo y practicarlo, ya
que la santidad de vida del presbítero es la mejor predicación para
el pueblo fiel que, acercándose a nosotros, nos ruega: ‘Queremos ver a Jesús’”,
afirmó el Purpurado.
Además animó a
los sacerdotes de la Archidiócesis a que a través de “la vida sacerdotal, de la
pureza de nuestra alma, de la belleza, de la profundidad de nuestra
vida de oración, la gente tiene que ver a Jesús. El sacerdote no es
solamente un alter Christus, sino verdaderamente un ipse Christus; el Sacerdote
es Cristo mismo”.
Como segunda
función, el Cardenal destacó “pastorear como Cristo buen pastor”. Por eso
preguntó a los presbíteros presentes si ellos mismos se dejan “pastorear por
Cristo”, “guiar por el Espíritu Santo” para permanecer “unido al Obispo y bajo
su dirección como buen colaborador del Orden episcopal, para reunir a los
fieles en una sola familia”.
El Cardenal
Sarah destacó como tercera función “santificar a Cristo”, “santificamos al
pueblo cristiano porque, a su vez, nosotros hemos sido ungidos para esto y,
además, para ofrecer a Dios el sacrificio. Por nuestro ministerio y nuestras
manos, manos de pecadores que están siempre en continua búsqueda de la
perfección, alcanzará su plenitud el sacrificio espiritual de los fieles”.
En ese sentido
el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos puso como ejemplo a San Juan de Ávila, presbítero, doctor de la
Iglesia y patrono del Clero español y recordó unas palabras de este santo
español en las que afirmaba: “Mirémonos, padres, de pies a cabeza, ánima y
cuerpo, y vernos hechos semejables a la sacratísima Virgen María, que con sus
palabras trajo a Dios a su vientre... ¿Por qué los sacerdotes no son santos,
pues es lugar donde Dios viene glorioso, inmortal, inefable...? ...Relicarios
somos de Dios, casa de Dios y, a modo de decir, criadores de Dios; a los cuales
nombres conviene gran santidad”.
“El modelo y el
ejemplo para enseñar, pastorear y santificar lo tenemos: Jesucristo, buen
Pastor, que da su vida por las ovejas y no ha venido a ser servido sino a
servir, y a buscar y salvar lo que estaba perdido. Así nos uniremos cada día
más a Cristo, sumo Sacerdote, que por nosotros se ofreció al Padre como víctima
santa, y con él nos consagramos a Dios, por medio del sacramento del Orden,
para la salvación de los hombres”, afirmó el Purpurado.
“Queridos
hermanos todos, para ser santos donde la divina providencia nos quiera, hemos
de tomar a Cristo, en expresión del beato Marcelo Spínola, como nuestro
‘libro’”, precisó y subrayó citando a este beato que “no hay virtud que
Jesucristo no haya practicado, enseñándonos el camino... Por eso, Jesucristo
puede y debe llamarse, como lo llamaron santo Tomás de Aquino y santa Teresa,
nuestro libro... Si nosotros los imitáramos en leer y en estudiar este gran
libro que se llama Jesucristo, seguro que no estaríamos lejos en la ciencia de
los santos”.
Fuente: ACI
Prensa