Mayte
García es la la esposa de Santiago Cañizares, futbolista famoso como portero
del Celta, del Valencia y del Real Madrid y de la selección española
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| Familia Cañizares - García |
El futbolista y su esposa vivieron la
enfermedad y muerte de su hijo de cuatro años, Santi, como una experiencia de
crecimiento en la fe y de aprendizaje vital. Han querido contar su testimonio
en una entrevista en el canal de vídeos católicos MaterMundiTV.
Una
familia feliz, con muchos niños
"Siempre hemos sido una familia muy
feliz, conocí a Santi hace doce años, nos casamos felizmente", explica
Mayte. Pronto tuvieron dos hijos y después "la vida nos sorprendió y me
quede embarazada de trillizos. Fue un cambio importante de vida, de
organización, de todo. Tres primeros años de follón, de lío para organizarse,
pero mucha ilusión".
La tragedia
llegó cuando el niño se puso enfermo, lo llevaron al hospital y les dijeron que
era una meningitis vírica. "Un día le dieron unas convulsiones. Le
entubaron. Era una cosa seria. Pedimos el traslado de hospital. Y le
dieron dos infartos cerebrales".
"Cambió nuestra vida radicalmente, entramos
en estado de shock
los dos. Pasamos de una enfermedad que se puede curar a que te llamen al
hospital porque tu hijo se está muriendo. Y llegas a despedirte de tu hijo, se
te viene el mundo abajo, no entiendes nada".
"Me
agarré a nuestro Dios"
"Me agarré muchísimo a nuestro
Dios y le pedí que lo salvara de esos dos infartos y que me lo dejara, sin
saber que mi hijo tenía cáncer. Y así fue. Le salvaron la vida. Salió del
quirófano con la sorpresita de que tenía un tumor cerebral diseminado por toda
la cabeza y toda la médula espinal. Tenían que darle quimioterapia ya en la
UCI. Él se aferró a la vida, y nosotros con él".
"Santi y yo siempre hemos sido
cristianos, católicos, pero tampoco éramos practicantes. Dios nos mandó a
los que nos tenía que mandar, dos personas que nos guiaron en el camino de
la luz y la esperanza. Nos enseñaron. Yo no había rezado nunca un rosario,
y ahora creo que he rezado más rosarios que todo el mundo en toda su vida.
Cada día los he rezado mil veces abrazado a mi hijo".
Se
fue el miedo, y llegó la paz y la tranquilidad
A ella le espantaba estar en la UCI
viendo al niño "lleno de cables, con la cabeza abierta". Mayte
incluso se desmayaba las primeras veces al entrar. "Lo único que me calmaba
era entrar y rezar con él. Empecé a entrar en un estado de paz y de
tranquilidad. Por mucho que yo hiciera no estaba en mis manos, sino en manos
de Dios y de los médicos".
Poco a poco el
niño fue mejorando, ya podía respirar. Y para sus padres fue "un
aprendizaje de fe y de coraje".
"Nos aferramos a la fe inmensamente", añade. El niño, al salir del
coma, sólo podía mover los ojos, pero entendía, escuchaba.
Vivir
con alegría lo que se nos concede
Su tumor cerebral, tan extendido, ¿cuánto
tiempo de vida le iba a dejar? Mayte quería vivir ese tiempo en positivo.
En 15 meses que el niño estuvo enfermo,
sus hijas no vieron llorar a los padres, porque querían mostrarles que en la
vida hay retos y hay que afrontarlos de forma positiva.
Con el tiempo
el niño, de 4 años, podía mover el lado derecho del cuerpo, podía comer,
caminar... "Yo le decía que tenía como un bichito, que se le había puesto
en la cabecita, que hacía que se pusiera malito, pero que poco a poco la
medicina le iba curando, que tenía que ser valiente".
Mayte recuerda que cuando era una joven
modelo y desfilaba en hospitales y visitaba a niños enfermos, veía a padres que
entristecían a sus hijos enfermos con su propio pesar. Ella decidió vivirlo
todo con alegría. "Nunca me hice la pregunta de 'por qué a mí'".
"La
fe da paz, tranquilidad, fuerza"
"La fe te da paz, tranquilidad,
fuerza. No es 'porque lo crea' sino porque lo he sentido. La fe mueve montañas.
Yo tenía un significado de la palabra amor, que cambia cuando mi hijo enferma.
Con amor, cariño, fuerza y fe se superan ¡tantas cosas!", añade.
El amor por el niño enfermo, y el que él
daba a sus padres, era "puro, limpio, cero egoísmo, con una mirada, una
caricia... Era un ángel, creo que en la vida sentiré un amor así", añade.
"Entendimos durante esos 15 meses
que él se quedó para enseñarnos cuál era su misión en esta vida. Estoy
superorgullosa, porque supo hacerlo perfectamente", explica Mayte.
"Era un sabio en cuerpo de niño que vino a enseñarnos lo que de verdad
es la vida para que nosotros pudiéramos enseñarlo al resto de la
sociedad".
"Si para él su enfermedad no era un
lastre, sino un canal para enseñarnos todo, y supo sonreír incluso en el peor
día de su tratamiento, yo, ¿cómo no lo voy a hacer?" Sus frutos son
incalculables", afirma.
Venciendo
el miedo a la muerte
"Antes, cuando yo era jovencita,
tenía pánico a la muerte, quizás porque no había entendido el sentido de la
vida. Tampoco entendía el valor, el significado, que conlleva todo lo que es la
fe. Como ser humano fracasaré mil veces, pero lo importante en volver a
levantarse y seguir ese camino. Ya no tengo miedo a la muerte: sé que lo
primero que me encontraré es a él."
Enseñar
lo importante a los jóvenes
"Doy charlas porque creo que a los
jóvenes hay que explicarles lo que es la vida, saber diferenciar el bien y el
mal, lo que te hace crecer como persona. Con mi hijo aprendí a apartar lo
que no es mi meta en la vida".
Hoy Mayte colabora en la lucha contra el
cáncer infantil como embajadora de la asociación El
Sueño de Vicky, fundada por "una mamá que vivió algo
parecido, las dos somos supercreyentes, hemos vivido lo mismo... y hacemos
eventos benéficos para la lucha contra el cáncer". Cada céntimo
recaudado se dedica a la investigación contra el cáncer infantil, en proyectos
en el Hospital La Luz de Valencia y en la Universidad de Navarra que ya están
en fase de ensayos médicos.
Fuente:
ReL
