Ayer tarde a las 17.00 en la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco presidió las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios
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2018.12.31 Vespri e Te Deum (Vatican Media) |
Plenitud
del tiempo, la fuerza del Amor, el hecho de que Jesús nació para rescatar y
erradicar del corazón del hombre la esclavitud del pecado, sin olvidar a las
personas de su diócesis, que viven en Roma al borde de la dignidad humana. Son
los conceptos que expresó el Santo Padre al celebrar la divina maternidad de
María
Ayer tarde a las 17.00 en la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco
presidió las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre
de Dios. Liturgia a la que siguió la exposición del Santísimo Sacramento, el
canto del tradicional himno del Te Deum de agradecimiento por la
conclusión del año civil y la Bendición Eucarística. Al término de la
celebración, el Papa se dirigió a la Plaza de San Pedro para detenerse en
oración ante el Pesebre.
En
su homilía el Obispo de Roma puso de manifiesto que al final del año, la
Palabra de Dios nos acompaña con dos versículos del apóstol Pablo que
representan dos expresiones concisas y densas, como síntesis del Nuevo
Testamento, que da sentido a un momento “crítico”, como suele ser un cambio de
año.
Plenitud del tiempo
Francisco
explicó en su homilía que la primera expresión que nos llama la atención es
“plenitud del tiempo”. Y añadió que “en estas últimas horas del año solar, en
el que sentimos aún más la necesidad de algo que llene de significado el
transcurrir del tiempo, dicha expresión tiene una resonancia especial”.
Esta fuerza se llama Amor
También
puso de manifiesto que si bien durante cierto tiempo Jesús es casi invisible e
insignificante, “en poco más de treinta años desatará una fuerza sin
precedentes”, que aún permanece y “perdurará a lo largo de toda la historia”. Y
dijo que “esta fuerza se llama Amor”. Sí, porque como añadió el Papa “el amor
da plenitud a todo, incluso al tiempo; y Jesús es el ‘concentrado’ de todo el
amor de Dios en un ser humano”.
Jesús nació para rescatar
Al
recordar que San Pablo explica por qué el Hijo de Dios nació en el tiempo, y
cuál es la misión que el Padre le ha encomendado, el Papa dijo que Jesús nació
“para rescatar”. Y ésta – añadió – “es la segunda palabra” que tal como destacó
el Pontífice debe llamar nuestra atención, puesto que “rescatar”, significa
“sacar de una condición de esclavitud y devolver a la dignidad y a la libertad
propia de los hijos”. Mientras la esclavitud a la que alude el apóstol es la de
la “ley”, entendida como un conjunto de preceptos que hay que observar, una ley
que – como dijo Francisco – “educa al hombre”, “es pedagógica”, “pero que no lo
libera de su condición de pecador, sino que, en cierto modo, lo ‘sujeta’ a esta
condición, impidiéndole alcanzar la libertad de hijo”.
El Hijo unigénito vino
para erradicar la esclavitud del pecado
El
Papa Bergoglio también se detuvo a reflexionar “con dolor y arrepentimiento”
puesto que – como dijo – “también en este año que llega a su fin, muchos
hombres y mujeres han vivido y viven en condiciones de esclavitud, indignas de
personas humanas”.
Un pensamiento a quienes
viven en Roma al borde de la dignidad humana
Y
sin olvidar a los habitantes de la Ciudad Eterna, el Obispo de Roma dirigió su
pensamiento de Padre a las tantas personas sin hogar, que son más de diez mil y
cuya situación es especialmente dura durante los meses invernales. Después de destacar
que también Jesús nació en una condición análoga, aunque no por casualidad o
accidente, sino precisamente para manifestar el amor de Dios por los pequeños y
a los pobres, el Santo Padre afirmó textualmente:
“La
Iglesia que está en Roma no quiere ser indiferente a las esclavitudes de
nuestro tiempo, ni simplemente observarlas y socorrerlas, sino que quiere estar
dentro de esa realidad, cercana a esas personas y a esas situaciones”.
Celebrar la divina
maternidad de María
Por
último, al celebrar la divina maternidad de la Virgen María, el Pontífice
animó esta forma de maternidad de la Iglesia. Y formuló la pregunta: “¿Cómo
llamar a todo esto, sino Amor? Amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
a quien esta tarde la santa madre Iglesia eleva en todo el mundo su himno de
alabanza y de agradecimiento”.
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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