¿Interrogantes?
espera en Él
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
A
mediodía me gusta salir a dar un pequeño paseo por la huerta. Y, últimamente,
vengo fijándome en que nuestro hortelano ha ido podando cada árbol que lo
necesitaba. Sin embargo, lo que más me llama la atención es que ha ido
excavando unos círculos alrededor de cada árbol.
Hasta
ahí todo normal, esos surcos siempre han estado y siempre he pensado que
servían para facilitar el riego. Pero esta vez era diferente. Aquello no eran
surcos, eran tan grandes que... como dicen aquí, ¡parecen plazas de toros!
¡Menudo diámetro!
Lo
estuvimos comentando entre algunas hermanas y nos echamos unas risas,
metiéndonos con él: que si menudos agujeros, que cómo los había hecho tan
grandes...
Pero
al final, acabó riéndose él de nosotras, como queriendo expresarnos que el
tiempo le dará la razón.
Así,
entre risas y curiosidad, yo seguía sin entender el porqué de semejantes
agujeros. Intenté estudiar cuál era el motivo para hacerlos tan grandes, pero
las razones que encontré no eran del todo convincentes.
Hasta
que, al final, me di cuenta de que “sabe uno más por la experiencia que por la
ciencia”. En definitiva, él es el experto, y sabrá por qué lo hace.
Esto
mismo nos sucede muchas veces con el Señor. A todos nos surge poner en duda sus
planes, o incluso preguntarle “¿por qué?” ante aquellas situaciones que
desbordan nuestra compresión.
Sin
embargo, este suceso me recordó que Él es el experto. Que en definitiva nuestra
vida está en Sus manos, y solo en Él podemos descansar. Y tengo la certeza de
que, suceda lo que nos suceda, bueno o no tan bueno, Cristo siempre va a
reconducir la historia para que todo nos sirva para bien.
Tan
solo hay que esperar con el corazón lleno de confianza, y sabiendo que Jesús
siempre permanece a nuestro lado. Nada de lo que nos sucede es ajeno a Él.
Hoy
el reto del amor es vivir el día desde la confianza. Como un niño que vive
tranquilo, confiado en los brazos de su padre, como el barro que se deja
moldear por su alfarero, como tú mismo, que eres plenamente amado... ¡vive el
día en Sus Brazos!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma