Los
obispos preocupados por el mal del racismo
Eugene Kim-(CC BY 2.0) |
La
Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) ha decidido,
primero, reconocer en su propio seno, y luego, enfrentar la realidad del
racismo y su complicidad en los prejuicios que enfrenta la sociedad
estadounidense, al tiempo que llama a los católicos de todo el país (unas
setenta millones de personas) a unirse y encontrar soluciones.
La
carta, titulada “Open Wide Our Hearts: The Enduring Call to Love” (“Abramos con
amplitud nuestros corazones: El llamado permanente al amor”), es un intento
sincero, dicen los obispos, de hacer desaparecer el racismo entre los
individuos y entre las instituciones, pues éste sigue siendo un problema que
hace víctimas a las minorías raciales y étnicas en la Unión Americana.
Con
esta carta pastoral y con su seguimiento, el Comité Ad Hoc sobre el racismo,
creado por la USCCB, quiere reforzar el progreso que la sociedad estadounidense
ha hecho en las últimas décadas para combatir el racismo, al tiempo que
enfrentar signos preocupantes en los últimos años que revelan la naturaleza
persistente y en constante evolución del prejuicio.
Tanto
el Comité como la carta pastoral representan la respuesta de los obispos de
Estados Unidos ante las crecientes tensiones raciales que incluyeron varias
confrontaciones callejeras violentas en todo el país, especialmente en
Charlottesville, Virginia, donde los supremacistas blancos marcharon en las
calles, se enfrentaron a los contra manifestantes y dieron muerte a una persona
De
hecho, el día de ayer, jueves, casi 15 meses después de que la manifestación,
un jurado escuchó relatos contradictorios en el juicio de James Alex Fields ,
un hombre de 21 años de Ohio acusado de asesinato en primer grado de Heather
Heyer, de 31 años y activista de derechos civiles que estuvo entre los contra
manifestantes.
Los
diez cargos estatales contra Fields también incluyen heridas maliciosas. Fields
ha sido acusado por separado de treinta cargos federales de delitos de odio,
que podrían imponerle la pena de muerte. Él se ha declarado no culpable. La
corte escuchó a testigos heridos cuando el sedán de Fields se estrelló contra
ellos.
La busca de la Iglesia
El
14 de noviembre, durante su reunión general de otoño, la USCCB aprobó –por una
votación de 241 a favor y tres en contra, más una abstención– la nueva carta
pastoral que analiza detenidamente el mal del racismo.
“Todo
el cuerpo de obispos sintió la necesidad de abordar el tema del racismo, una
vez más, después de presenciar el deterioro del discurso público y los
episodios de violencia y animosidad con connotaciones raciales y xenófobas, que
han resurgido en la sociedad estadounidense en el últimos años”, dijo el obispo
Shelton J. Fabre de Houma-Thibodaux, Luisiana, a Our Sunday Visitor Newsweekly
(OSVN).
El
obispo Fabre, presidente del Comité Ad Hoc de los obispos de los Estados Unidos
contra el racismo, que también se desempeña como presidente del Subcomité de
Asuntos Afroamericanos dentro del Comité de Diversidad Cultural, recordó que
las cartas pastorales de todo el cuerpo de obispos “son “raras, pocas y
distantes entre sí”.
Las
intervenciones de la USCCB sobre racismo se habían espaciado largo tiempo. La
primera fue en 1958, la segunda en 1963 y la última había sido en 1979. “Pero
en momentos clave de la historia, los obispos se han unido para hacer
pronunciamientos importantes, prestando atención a un tema en particular y con
la intención de ofrecer una respuesta cristiana, llena de esperanza, a los
problemas de nuestro tiempo. Este es un momento así , dijo el obispo Fabre a
OSVN.
La
carta pastoral enfatiza que todo ser humano, independientemente del color de la
piel o la etnia, está hecho a imagen de Dios, y que el racismo “es un grave
problema moral y teológico, un pecado, que se manifiesta institucionalmente,
sistemáticamente, y entre individuos”.
“El
racismo ocurre porque una persona ignora la verdad fundamental de que, como
todos los seres humanos comparten un origen común, todos son hermanos y
hermanas, todos igualmente creados a la imagen de Dios”, dice en una de sus
partes la carta pastoral. Y añade: “Cuando se ignora esta verdad, la
consecuencia es el prejuicio y el miedo al otro y, con demasiada frecuencia, el
odio”.
La
carta señala, además, que solamente “una profunda conversión de corazón” puede
forzar el cambio y la reforma en la sociedad y sus instituciones. Para que esa
conversión ocurra, los obispos dicen que todos deben enfrentar las causas
fundamentales del racismo y las injusticias que produce.
Una carta poderosa
Las
personas laicas, muchas de ellas afroamericanas que participaron en la carta de
forma directa o indirecta han señalado su poderío y su audacia. Tal es el caso
–informa OSVN—de Darren Davis, profesor de ciencias políticas en la Universidad
de Notre Dame.
Davis,
coautor de un informe de 2011 patrocinado por Notre Dame y el Congreso Nacional
Católico Negro, que ofreció ideas sobre las necesidades espirituales de los
católicos negros, dijo a OSVN que, en comparación con las declaraciones
anteriores de los obispos sobre el racismo, la nueva carta es “audaz y asertiva”.
“Como
católico afroamericano, estoy orgulloso del esfuerzo”, dijo Davis, quien elogió
a los obispos por distinguir al racismo individual del racismo institucional e
identificar ejemplos específicos recientes de cómo se manifiesta el racismo en
Estados Unidos, como la crisis del agua en Flint, Michigan, la tasa
desproporcionada de negros que están encarcelados y el asesinato de hombres
negros desarmados por agentes de policía.
Para
otros especialistas la nueva carta tendrá un impacto mayor que los documentos
anteriores porque el Comité Ad Hoc de la USCCB y los obispos tienen el mandato
de implementar la carta en sus diócesis y continuar organizando sesiones de
escucha, fomentando el diálogo en la Iglesia y abogando por políticas públicas
relacionadas con el racismo, entre otras responsabilidades.
Una
de las asistentes a los círculos de discusión previos al lanzamiento de la
carta resumió, a la perfección, lo que puede suceder dentro de la Iglesia:
“Creo que este movimiento es realmente una oportunidad para que los obispos
trabajen en sus diócesis para hacer que el antirracismo sea sinónimo de
católico”.
Con
información de OSV Newsweekly
Jaime
Septién
Fuente:
Aleteia