La palabra "para ser anuncio" debe ser
testimonio, recuerda Francisco
El Papa celebra la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta (Vatican Media) |
En la Misa en Santa Marta, Francisco exhorta a estar
cerca de la Iglesia de Constantinopla, que hoy festeja a su patrono, el apóstol
San Andrés. El Papa reza por la unidad de las Iglesias, y explica que el
testimonio de Cristo es poner en juego la propia vida
Como los apóstoles Pedro, Andrés, Santiago y Juan,
dejamos "todo lo que nos impide avanzar en el anuncio del testimonio"
de Cristo. Así el Papa en la Misa matutina en la Casa Santa Marta, en la fiesta
de San Andrés Apóstol: en esta ocasión Francisco invita a estar "cerca de
la Iglesia de Constantinopla, la Iglesia de Andrés", orando "por la
unidad de las Iglesias".
Coherentes en
proclamar a Cristo
En su homilía, el Pontífice exhorta a dejar de lado
"aquella actitud, aquel pecado, aquel vicio" que cada uno de nosotros
tiene "dentro" de sí mismo para ser "más coherentes" y
anunciar a Jesús, para que "la gente crea" con nuestro testimonio.
Reflexionando sobre la Primera Lectura en la que San Pablo explica cómo la fe
nace de la escucha y la escucha concierne a la Palabra de Cristo, el Papa
recuerda cuán "importante es el anuncio del Evangelio", el anuncio de
"que Cristo nos salvó, que Cristo murió, resucitó por nosotros". El
anuncio de Jesucristo es, en efecto, traer "no una simple noticia",
sino "la única gran Buena Nueva". Francisco explica entonces lo que
es el anuncio.
“No es un trabajo de publicidad, hacer publicidad de
una persona muy buena, que hizo el bien, curó a mucha gente, y nos enseñó cosas
buenas. No, no es publicidad. Ni siquiera es hacer proselitismo. Si alguien va
a hablar de Jesucristo, a proclamar a Jesucristo para hacer proselitismo, no,
esto no es el anuncio de Cristo: esto es un trabajo de predicador, gobernado
por la lógica del marketing. ¿Qué es el anuncio de Cristo? Que no es ni
proselitismo, ni publicidad, ni marketing: va más allá. ¿Cómo se puede entender
esto? En primer lugar, es ser enviado”.
Involucrarse
Ser enviado "a la misión", haciendo que “la
propia vida entre en juego”. El apóstol, el enviado que "lleva adelante el
anuncio de Jesucristo", explica Francisco, "lo hace con la condición
de que ponga en juego su vida, su tiempo, sus intereses, su carne". El
Papa recuerda entonces un dicho argentino que implica "poner la propia
carne en la parrilla", es decir, ponerse a prueba a sí mismo.
“Este viaje, el andar anunciando, arriesgando la vida,
porque yo me juego la vida, mi carne, sólo tiene el billete de ida, no el de
vuelta. Regresar es apostasía. Anuncio de Jesucristo con el testimonio. El
testimonio quiere decir jugarse la vida. Lo que digo, lo hago”.
Los mártires
prueban el verdadero anuncio
La palabra "para ser anuncio" debe ser
testimonio, recuerda Francisco. Habla de "escándalo" refiriéndose a
los cristianos que dicen serlo y viven "como paganos, como no
creyentes", como si no tuvieran "fe". Nos invita entonces a
"la coherencia entre la Palabra y la propia vida: esto -evidencia- se
llama testimonio". El apóstol, el anunciador, "aquel que lleva la
Palabra de Dios, es un testigo", que se juega la propia vida "hasta
el final", y es "también un mártir". Por otra parte, fue Dios
Padre quien "para darse a conocer" envió "a su Hijo en carne,
arriesgando su propia vida". Un hecho que "escandalizó tanto y sigue
escandalizando", porque Dios se convirtió en "uno de nosotros"
en un viaje "con un billete de sola ida".
“El diablo trató de convencerlo de que tomara otro
camino, y Él no quiso hacerlo, hizo la voluntad del Padre hasta el final. Y el
anuncio de Él debe ir por el mismo camino: el testimonio, porque Él fue el
testigo del Padre hecho carne. Y tenemos que hacernos carne, es decir, ser
testigos: hacer, hacer lo que decimos. Y éste es el anuncio de Cristo. Los
mártires son los que demuestran que el anuncio ha sido verdadero. Hombres y
mujeres que han dado la vida -los apóstoles han dado la vida- con la sangre;
pero también muchos hombres y mujeres escondidos en nuestra sociedad y en
nuestras familias, que dan testimonio de Jesucristo cada día, en silencio, con
su propia vida, con la coherencia de hacer lo que dicen”.
Un anuncio
fecundo
Todos nosotros, recuerda el Papa, asumimos con el
Bautismo "la misión" de anunciar a Cristo": viviendo como Jesús
"nos enseñó a vivir", "en armonía con lo que predicamos",
el anuncio será "fecundo". Si, por el contrario, vivimos "sin
coherencia", "diciendo una cosa y haciendo otra contraria", el
resultado será el escándalo. Y aquel de los cristianos, concluye, hace
"tanto daño al pueblo de Dios".
Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano
Vatican
News