HISTORIA Y EXPLICACIÓN DE LA LETANÍA LAURETANA (VIII)

En honor de nuestra Madre Santísima, es la más popular de todas las Letanías, llamada así porque se usó por primera vez en el Santuario de Loreto

ROSA MÍSTICA

La rosa es símbolo y figura de la Virgen María.

La rosa es, más que todo, por su delicado perfume, la reina de las flores, el ornato de nuestros jardines, el principal decoro de la primavera.

María es la Reina de los Santos y, después de Jesucristo, el ornato principal del jardín místico de Dios que es la Iglesia, más aún, después de Dios, Ella es el esplendor y el ornato del cielo.

María es también la ROSA Mística porque es la rosa de Jericó; las rosas de Jericó tenían la primacía sobre las demás por su magnificencia, por su rara forma y por su olor exquisito; y los rosales crecían a manera de árboles.

La rosa que se abre en la primavera es precursora del verano. María Santísima floreció en la primavera del mundo; Ella nos anunció, nos prometió y aún más, nos dio a Jesucristo, luz eterna e indefectible que ilumina a todo hombre que viene a este mundo; llama vivísima de caridad y de verdadero amor sobrenatural hacia los hombres, luz que disipó la ignorancia y los errores de nuestro entendimiento, que nos hizo conocer la voluntad de Dios, etc.

De todos estos bienes es presagio María, Mística ROSA y no sólo presagio sino también prometedora e iniciadora, pues de sus purísimas entrañas nació Jesucristo, restaurador del mundo.

La rosa nace, crece, abre sus hermosas hojas, esparce su suave fragancia entre las espinas; éstas la rodean y la envuelven por todas partes.

María nació, creció, llegó a su singular perfección entre muy punzantes espinas. Las adversidades, los más grandes dolores, la pobreza, los peligros, las persecuciones, la elevaron a una sublime santidad.

Escogida por Dios para ser copia fiel del Hijo venido a la tierra para sufrir y morir por nosotros y predestinada a ser con el Hijo, Corredentora.

En Nazaret y en Belén, en Judea, en Egipto, en Jerusalén y en la cima del Calvario, María Santísima sufrió los más atroces tormentos.

Rosa MÍSTICA. Mística, Misticismo, los dos términos derivan del griego Mysticós, que se refiere al misterio o secreto. En la práctica se usan ambos como sinónimos designando tanto el estado contemplativo en que se sumerge el alma en su tender a Dios, como la doctrina que trata de esas manifestaciones espirituales.

Aquí haremos referencia al estado contemplativo, estado espiritual del alma que, colmada de la gracia santificarte y purificada del pecado, se eleva a Dios por un acto de amor, en el que le es dado tener la experiencia de lo Divino.

En sus distintos grados, que van del recogimiento interior hasta la unión perfecta del alma con Dios, la vida MÍSTICA se resume en UN INTENSO Y FERVOROSO ACTO DE AMOR.

Grandes místicos y místicas figuran en la tradición católica de todos los siglos, ej. San Bernardo, San Buenaventura, Sta. Catalina de Siena, S. Francisco de Sales, Sta. Margarita María Alacoque, S. Juan de la Cruz, Sta. Teresa de Jesús, Sta. Teresita del Niño Jesús, etc.

María Santísima vivió y experimentó en su propio ser el GRANDIOSO ... EL INSONDABLE MISTERIO de la ENCARNACIÓN DEL DIVINO VERBO en su Purísimo Seno; ¡en qué estado de MÍSTICA contemplación viviría Ella esos nueve meses! Y después, el resto de su vida.

¡A qué estado espiritual llegaría su alma Inmaculada, que estaba colmada, plena de gracia! PRESERVADA del pecado; no purificada del pecado corno todos los demás santos. Ella vivió un continuo e inagotable acto de Amor de Dios.

¡Que unión con Dios tan perfecta, indisoluble, singular. ÚNICA INCOMPARABLE y MISTERIOSA es la de la Excelsa ROSA MÍSTICA!

TORRE DE DAVID

La Torre de David era una construcción fuerte y muy hermosa que se elevaba sobre la cumbre de un monte entre dos profundas vertientes. Esta Torre estaba formada por gruesos bloques cuadrados, unidos entre sí con hierro y plomo, construida por el Rey David para defensa de la ciudad de Jerusalén. Hermosa imagen de María Santísima que se eleva sublime sobre la cumbre de toda belleza y perfección, para defensa de la santa Iglesia de Dios, la mística Jerusalén.

En el antiguo concepto de las obras de defensa, la torre debía tener tres cualidades principales: Belleza, porque servía de ornamento y era expresión de genio artístico. Fortaleza, que la hiciera resistente a todo asalto enemigo y Elevación para que se ensanchara y se extendiera el campo de observación.

Dejando la belleza para la explicación del título siguiente, hablaremos de las otras dos cualidades: fortaleza y elevación.

Es la elevación y sublimidad de la Virgen María tan excelsa que no hay ninguna igual.

Cuanto más alta es la torre, tanto más se extiende el radio de observación y más difícil es para los enemigos escalada y más fácil de descubrir al adversario.

De la misma manera si nos acercamos a María, si nos esforzamos en penetrar en lo más íntimo de su Corazón, ¡cuánto se extienden los horizontes del alma!. Las verdades de la Fe reciben mayor luz; se aprecia el valor de las cosas del Reino de los Cielos; se tiene más clara conciencia de los propios deberes y de la hermosura de la vida que es el germen de la eternidad; se descubren con más claridad los propios defectos, las malas tendencias.

¡Qué tranquilidad y seguridad en esta Mística Torre, refugio y defensa de la Iglesia militante; en el Corazón de esta Madre que conoce los peligros y las debilidades de sus hijos!

La segunda cualidad de una torre es la fortaleza porque debe servir de defensa y de seguridad. Tal es la Mística Torre, María Santísima. El libro de los Cantares (IV.4) compara el cuello de esta Mujer sublime a la Torre de David, torre fortísima. De esta alegoría, sacó la Santa Iglesia esta Invocación a María, Torre de David, escudo y defensa de toda alma que recurre a Ella.

Es oportuno para imitarla, comentar brevemente, la virtud de la Fortaleza.

Es la virtud cardinal que nos hace vencer, por amor a Dios las más arduas dificultades que se oponen a la práctica del bien.

Superar las dificultades ordinarias y menores que están unidas más o menos a todo acto bueno, es un grado de perfección común a todas las virtudes, pero no constituye la virtud de la Fortaleza, que vemos brillar en los Mártires y en los héroes del apostolado.

La fortaleza cristiana en primer lugar nos da vigor para afrontar las dificultades, para rechazar el mal con un valor regulado por la recta razón. Si el valor obra sin la razón, ya no es fortaleza sino temeridad y desesperación.

En segundo lugar la fortaleza da valor para soportar los grandes males y para tolerarlos con paciencia.

No debemos olvidar las palabras de San Pablo: "todo lo puedo en Aquel que me conforta" ... es decir en Cristo Jesús, que es mi fuerza ... fuerza de Dios Omnipotente.

El Divino Maestro declara que el Reino de los Cielos lo alcanzan los esforzados.
Prescindiendo de la oración - medio ordinario para obtener todas las virtudes - reducimos a cinco los medios eficaces para alcanzar la fortaleza cristiana.

1. Por la humildad.- esto es por la consideración de la propia debilidad.

2.- Por ejercitarse en soportar y aceptar los pequeños males, combatiendo y superando las dificultades menores para poder vencer las mayores, porque la fortaleza es un hábito, es decir un modo especial de proceder que se adquiere con el ejercicio de actos repetidos.

3. Prever las dificultades y prepararse para combatirlas. - El temor que de improviso nos asalta, exagerado y agrandada por el futuro mal, disminuye con la previsión y con la reflexión porque se impone la razón y se obtiene la verdadera y justa apreciación del mal, que resulta muchas veces menor de lo que al principio se temía.

4.- Meditando frecuentemente la fortaleza de Jesucristo y de los Santos. - La fortaleza con la cual se enfrentó Jesús a sus enemigos, a los más crueles tormentos y a la muerte más dolorosa. Se podrá objetar que Cristo era Dios, pero no olvidemos que se había revestido de nuestra humanidad, con sus sentimiento y afectos, con el temor y la repugnancia al dolor y a la muerte ... y, ¿qué decir de los Santos y Santas y los Mártires que Sufrieron con indecible fortaleza todas sus penas y dolores?.

5.- Meditar la grandeza de los bienes eternos que Dios tiene preparados para los que superan con perseverancia cristiana los males de esta vida. No hay proporción, escribe el apóstol San Pablo, entre el sufrir en esta vida y la gloria futura que se nos concederá en la otra. Aquí el sufrir es leve y está aligerado por la gracia Divina y por los ejemplos de Cristo. Dios jamás permite que seamos tentados o atribulados por encima de nuestras fuerzas.

El primer instante en el que lleguemos a la presencia del Padre, a la Patria eterna, nos compensará sin medida y nos hará olvidar completamente todo sufrimiento pasado ... Dios secará toda lágrima.

Estas son las reflexiones que debemos hacer para obtener la fortaleza cristiana.

Madre Santísima que con el auxilio de tu fuerza, podamos vencer siempre el mal, soportemos las penas y dolores propios de esta vida y alcancemos los bienes futuros.

¡Oh Virgen INVENCIBLE! Torre de David

Por: Redacción Mercaba

Fuente: www.mercaba.org