El escritor Claudio de Castro habla de los
pormenores de su último libro: "El Mundo Invisible"
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Claudio de Castro vive en Panamá, dividido
entre el Sagrario, su editorial, los paseos con su esposa Vida y la escritura
cotidiana de libros en los que deja constancia de su amor a Dios, de su fe y de
la esperanza que llena todo corazón cristiano. También ocupa un blog en Aleteia.
Su último producto editorial da
una vuelta por “donde ocurre la batalla final”: El Mundo Invisible. El panameño
recuerda que frente a las obras del demonio –como pedía el papa Francisco hace
apenas un mes— la mayor victoria posible es el rezo del Rosario.
¿Qué
es ese “mundo invisible” del que hablas en tu nuevo libro?
Cuando era niño solía dejar la
mitad de la cama libre, al dormir. En mi inocencia infantil pensaba que tal vez
mi ángel de la guarda pudiera cansarse de tanto velar y allí tendría un pequeño
lugar para recostarse.
Siempre ha sido mi gran amigo,
al que no he tratado de la mejor forma. Sé que me acompaña desde que nací, pero
no puedo verlo. Lo siento a mi lado, experimento su dulce
presencia, su protección permanente y nunca le he visto.
Él
es parte de ese “mundo invisible”, espiritual, que nos rodea. Jesús los menciona: “Cuídense de
despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles
en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial“.
En
ese mundo que no podemos ver, habitan también el demonio y sus huestes
malignas, cargados de odio.
He visto su mirada, da temor. La he reconocido. Sé que no soy el único.
Son temas que poco se hablan hoy
día en nuestra Iglesia. Su existencia, su caída y el odio acérrimo por una
humanidad creada a semejanza de Dios, un hecho que el demonio no soporta.
¿Por
qué titulaste tu libro así?
Porque está allí, invisible y no
lo vemos, o no queremos pensar en él. Al demonio hay que exponerlo para que todos
lo vean y reconozcan su presencia. De esta forma podremos mantenernos alejados
y defendernos de sus ataques.
Escribí mi libro manteniéndome a
una distancia prudente, ya que, como nos dicen los sabios y entendidos: “Es
como un perro encadenado dispuesto a morder al que se le acerque”.
¿De
qué batalla estás hablando? ¿Alguna que has sufrido en carne propia?
La Biblia nos habla de esta gran batalla:
“Entonces se desató una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron
contra el dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles”, se lee en el Apocalipsis.
Parece que esta es una batalla que existe desde el principio y la humanidad ha
quedado envuelta en medio de ella.
Estamos
en guerra, y hay un principio básico: “Si no conoces a tu enemigo, ¿cómo te vas
a defender de él?”.
Se ha corrido la noticia de que
el demonio no existe, por tanto, nos hemos descuidado y lo dejamos entrar a
nuestros hogares y en la misma Iglesia. Escribí este libro para exponerlo, que
todos los que lean lo sepan: “Ahí está, buscando hacernos daño”.
He sufrido en carne propia sus
ataques. Es mi batalla interior. Lucho contra él, como el Claudio que soy,
tratando de llegar al que quiero ser; más justo y digno del amor de Dios.
Como muchos, caigo ante sus
engaños y las tentaciones sutiles y me levanto lo más rápido que puedo. Es una
batalla diaria por conservar la pureza de mi alma. Suelo
decirme: “Si pierdo la gracia, lo pierdo todo”.
¿Qué
otras batallas vislumbras?
Hay otras batallas más brutales, una
guerra espiritual, como la que acontece contra nuestra santa Madre Iglesia. Está
a la vista. Es innegable.
Me he indignado como católico
con todo lo que está pasando, algo impensable, y quise buscar un motivo más
profundo, espiritual.
Recé, medité mucho en esto, me
coloqué bajo el manto protector de la Virgen María y me senté a escribir este
libro con un lenguaje muy sencillo, lleno de testimonios, anécdotas y
reflexiones, que está llegando a muchas personas.
La
petición del Papa Francisco en octubre, de rezar el Rosario todos los días del
mes y recitar la oración a San Miguel Arcángel, ¿tiene algo que ver con esta
batalla?
He comentado que nunca me ha
gustado escribir sobre el demonio. Es un ser muy orgulloso y no quería darle el
gusto de mencionarlo.
Al escuchar las graves palabras
del papa Francisco y su petición urgente, comprendí mi gran error. Actuaba
igual que aquellos que aseguran que el diablo no existe.
En mi caso, ignorarlo y no
hablar de él era como un pecado de la omisión. Pudiendo hacer algo, no lo
hacía.
Por las mañanas cuando Vida mi
esposa me llama para tomarnos juntos el café, me gusta leer las noticias. Abres
el diario, ves los encabezados y te percatas de “una presencia” maligna en el
mundo. Tanto mal no llega solo.
¿Cómo
lo descubres?
Sus frutos lo delatan. No es
natural todo lo que está ocurriendo. Es como quien toma un hilo que encuentra
suelto en el suelo, lo va recogiendo y éste lo llevará al ovillo. Comprendes al
final que la pregunta no es: “¿Qué está pasando en el mundo?”, sino
“quién” lo tiene así de revuelto.
Recuerdo haber leído que san
Félix aconsejaba: “Amigo, la mirada en el suelo, el corazón en el cielo y en la
mano el santo Rosario”. El Santo Padre no se equivoca al pedir que recemos el
Rosario.
A mí, esta búsqueda de la verdad
me ha servido para reencontrarme con mi vieja Biblia, casi abandonada y
con el rezo del santo Rosario que tanta paz
trae a mi alma.
¿Sientes
que la inminente JMJ que se celebrará en tu país, Panamá, puede arrojar luz
para enfrentar este “mundo invisible”?
Me parece que fue san Juan de la
Cruz quien escribió: “Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor”.
El
mal se desplaza sembrando el bien. Debemos llenar el mundo de Misericordia y
buenas obras, amar y perdonar. Esto
hará que poco a poco las cosas mejoren. Donde hay amor, está Dios.
La JMJ en Panamá es un encuentro
espiritual, más que cultural, con peregrinos de todo el mundo. Una persona en
estado de gracia es una llamita que ilumina y desplaza la oscuridad.
Miles de jóvenes en mi país, que
cultiven la gracia, la vida interior, la oración, serán una llamarada que Dios
mirará complacido y nos bendecirá. De aquí saldrán muchas vocaciones.
Ten
presencia de Dios, irradia a Cristo, la luz del mundo. Eso bastará para empezar
a revolucionar el mundo. Y la luz se esparcirá.
¿Quién
debe leer tu libro y dónde puede pedirlo?
El Mundo Invisible es un libro al alcance de todos. Nos
encontramos en medio de una batalla y muchos no lo han notado.
Creo que deben leer este libro
los católicos, los hermanos evangélicos, incluso aquellos que han dejado de
creer. Deben conocer lo que está pasando. Es un llamado de “alerta”.
Hablo mucho en el libro, de la
protección de nuestra Madre del cielo, la siempre Virgen
María. Tengo dos testimonios muy fuertes de sacerdotes con
la Virgen. De pequeño mi madre nos enseñó a amarla y a buscarla en los momentos
difíciles.
En fin, recomiendo este libro a
todos. Tiene aprobación eclesiástica. Ojalá nos abra los ojos a la verdad y
podamos defendernos.
Por lo demás, es muy sencillo
adquirirlo. Está disponible para todos los lectores en cada país, en el portal
de Amazon, y lo encuentras en formato impreso y digital. Basta que entres a la
página de Amazon http://www.amazon.com de tu país y
escribas en el buscador el nombre del libro “El Mundo Invisible” seguido por mi
nombre (Claudio de Castro), inmediatamente te aparece el libro para que lo
adquieras.
Jaime
Septién
Fuente:
Aleteia