Estamos obligados a oír
Misa entera todos los bautizados con uso de razón a no ser que haya una causa
excusante

En los Hechos de los Apóstoles se nos cuenta que los cristianos se reunían los domingos para celebrar la Eucaristía (621). Y la «Didajé» escrita entre los años 80 y 90 de Nuestra Era afirma que los cristianos asistían a Misa el domingo (622).
Están obligados a oír Misa entera los días de precepto todos los bautizados que
han cumplido los siete años y tienen uso de razón. «Los que deliberadamente
faltan a esta obligación cometen un pecado grave» (623). Una falta habitual a
la Santa Misa, sin causa excusante, supone un desprecio del precepto. El
precepto de oír Misa consiste en asistencia personal a la iglesia. No satisface
el precepto quien la oye por televisión. Aunque oír Misa por televisión siempre
será una cosa laudable, pero no suple la obligación de ir a oírla
personalmente, a no ser que haya una causa excusante.
Además de la presencia física es necesario estar presente también mentalmente,
es decir, atendiendo. Una distracción voluntaria puede ser pecado, si es
prolongada. Las distracciones involuntarias no son pecado. El precepto es de
oír Misa entera, pero omitir una pequeña parte, al principio o al final, no es
pecado grave.
Aunque
lo mejor es oírla desde que sale el sacerdote hasta que se retira. Al que llega
después de haber empezado el Ofertorio, esa Misa no le vale.
El precepto de oír Misa puede cumplirse el sábado por la tarde. Lo mismo en las
vísperas de las demás fiestas de precepto. Cuando hay dos fiestas de precepto
seguidas, hay que oír Misa por cada día, en las horas oportunas.
Decir que lo mismo da ir a Misa el domingo que el lunes es como decir que lo
mismo da ir a felicitar a tu padre porque es su santo, el día que acude toda la
familia, o tres días después porque es más cómodo para ti.
Quedan excusados de ir a Misa los que tienen algún impedimento: una enfermedad
que no permita salir de casa, un viaje que no te dé tiempo de oírla, el vivir
lejos de la iglesia más cercana, una ocupación que no puede abandonarse, por
ejemplo: los que cuidan enfermos y no tienen quien los sustituya. Para saber
cuándo tenemos un motivo razonable que nos excuse de ir a Misa lo mejor es
consultar con un sacerdote.
Si
no tienes un sacerdote a mano, y te urge solucionar tu duda, puede ayudarte la
norma siguiente:
Puedes dejar la Misa si, dadas las circunstancias en que te encuentras,
dejarías también prudentemente un negocio de cierta importancia para ti. Si en
esas circunstancias en que te encuentras tuvieras una ocasión única de cobrar
una cantidad importante de dinero, ¿dejarías pasar esa ocasión? Pues la Misa
vale más de un millón. Tiene valor infinito.
Notas:
(621) - Hechos de los Apóstoles, 20:7. Véase la nota de la Biblia de Jerusalén sobre la costumbre de llamar al domingo «Día del Señor»
(622) - Didajé, XIV
(623) - Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica nº 2181
Por:
P. Jorge Loring, S.I.