La “secta” es un grupo cerrado, tanto a otros creyentes como a
la sociedad en muchas de sus estructuras, incluso mostrándose replegada y en
ocasiones combativa, según los casos; no pretende la universalidad, sino que
tiende a ser un gueto de convertidos e iluminados elitista
Algunas agrupaciones que los
especialistas consideramos “secta” tienen en su denominación la palabra
“iglesia”. Es de esta forma un argumento utilizado por estos grupos para
declararse como “no-sectas”, sino como “iglesias”. Además con ello se defienden
de acusaciones peyorativas mostrando que realmente son una iglesia, como los
cristianos en cualquiera de sus denominaciones. Pero… ¿puede ser declarada como
secta una iglesia?
El origen de la confusión
Serían los sociólogos alemanes Max Weber
(1864-1920) y Ernst Troeltsch (1865-1923) quienes en los inicios del siglo XX
contrapusieron ambos términos, definiéndolos con características opuestas. De
esta forma la “iglesia” sería una agrupación de gran membresía, multitudinaria;
que mantiene relaciones abiertas, aceptadas y legítimas con la sociedad e
incluso con otras agrupaciones religiosas; en ella existe algún tipo de ritual
de pertenencia (bautismo) que se imparte incluso a personas sin la edad
suficiente para tomar sus propias decisiones (niños); pretende universalizarse
y alcanzar total difusión; no procura mantener los más altos cánones de
comportamiento y observancia religiosa entre sus miembros, aspecto ligado al anterior,
para así poder llegar a todo tipo de personas en todas las culturas.
Por el contrario, la “secta” es un grupo
pequeño, cerrado, tanto a otros creyentes como a la sociedad en muchas de sus
estructuras, incluso mostrándose replegada y en ocasiones combativa, según los
casos; no pretende la universalidad, sino que tiende a ser un gueto de
convertidos e iluminados elitista; se entra en el grupo por una conversión en
la vida adulta y la pertenencia significa un cumplimiento exigente moral y
religioso.
Aunque esta exposición de contrarios haya
sido superada y desde sus mismos inicios fuera criticada por otros autores
hemos de decir que esta polarización dicotómica sigue funcionando en gran parte
hoy en día entre la población, llevando a muchas agrupaciones sectarias a
buscar la denominación de “iglesia” para lavar su verdadera cara y
comportamiento, y más cuando la calificación de ser “grupo sectario” es
altamente negativa hoy en día y desde hace más de medio siglo.
El sacerdote don Manuel Guerra, en su
“Diccionario Enciclopédico de las Sectas” afirma que “no pocas ‘sectas’ se
llaman ‘iglesia’, por ejemplo 171 de las descritas en esta obra [aumentadas en
13 en la ampliación del mismo diccionario], a pesar de las notas diferenciales
entre ambas realidades y conceptos […] Lo suelen hacer por fines tácticos o
proselitistas y de asimilación a la Iglesia católica”.
Por otro lado, no podemos negar que en la
ciudadanía lo normal a la hora de distinguir y de entender lo ajeno es hacerlo
en base a lo conocido, aunque se realice de manera subjetiva. Es por ello que
para entender a las sectas psicológicamente los procesos mentales lleven a
compararlas con las religiones, y en el contexto de Occidente, el concreto con
el cristianismo, con la Iglesia, quien ha modelado y sigue configurando el
universo mental de sus ciudadanos, que han ido viendo cómo multitud de
agrupaciones confusas, borrosas y también llamativas y a veces extravagantes
han ido poblando su espacio geográfico desde el pasado siglo XX.
Algunos ejemplos
Dos de las sectas más grandes en el
mundo, y en muchas ocasiones las mayores en muchos países occidentales son los
Testigos de Jehová, cuyo nombre completo es Testigos Cristianos de Jehová, y
los mormones, cuya denominación es Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días. Y, sin embargo, todos los especialistas en sectas las califican
como sectas.
Jamás han sido cristianos, nunca han
pertenecido ni a la Iglesia católica, ni ortodoxa, pero ni incluso a ninguna
denominación del protestantismo, a pesar de la gran diversidad existente en
estas últimas. Ni ahora ni nunca. No son reconocidas por la cristiandad como
iglesias cristianas, a pesar de manifestar con su denominación que lo son, o
pretender serlo adjudicándose dicha etiqueta.
Ahondando más, ¿qué decir por ejemplo de
la desorientación (¿se trata de una secta o de una iglesia?) que puede producir
en cualquiera saber que un determinado grupo se llama Iglesia Cristiana
Milenarista (que es realmente una escisión de los Testigos de Jehová) o Iglesia
de Cristo (que no es sino un grupo desgajado del tronco inicial del
mormonismo), Iglesia del Cordero de Dios (también otro desgajamiento del
mormonismo), Iglesia de la Ciencia Esencial (corporación de corte espiritista)
o Iglesia de la Fuente Eterna (congregación esotérica de corte religioso
egipcio).
Posiblemente sea la secta Cienciología
quien más ha luchado, y continúa en ello, por su reconocimiento como “iglesia”.
Se afirma que su fundador, Lafayette Ronald Hubbard (1911-1986), tras la creación
de su sistema pseudo-científico de corte psicológico y también médico
Dianética, vio que el mejor modo de protegerse de ataques del colectivo
científico que veía absurdas sus ideas era convertirse en una religión, la
Iglesia de la Cienciología. Que además le permitía una serie de garantías
legales y beneficios con la Hacienda pública.
Así, un mismo grupo, Cienciología, según
los países es denominado iglesia (España, Portugal, Nueva Zelanda, Suecia… ),
mientras que otros lo han calificado como secta (Francia, Chile,…), si bien los
matices, apreciaciones y status jurídico es sumamente diferente en cada Estado.
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Son sectas o
son iglesias?
Es claro y nítido tras este breve repaso
de algunos ejemplos el deseo de enmascararse y hacerse atractivo usando del
calificativo “iglesia” por parte de algunas agrupaciones que en circunstancias
normales serían calificadas como agrupaciones sectarias.
El proselitismo engañoso es una
característica básica del comportamiento sectario. Ofrece algo atractivo, un
señuelo, que suele ser el mundo trascendente y religioso, lo utópico, lo
idealista, lo paradisíaco, manteniendo al mismo tiempo un mimetismo, es decir,
haciéndose pasar el grupo por lo que no es.
Esta y no otra es la razón por la que la
pretensión de que un grupo desee con vehemencia y fuerte afán jurídico y social
el lograr la denominación de “iglesia” puede ser el mejor indicio de su
verdadero rostro, no ser sino una secta en realidad, muy al margen de su
nomenclatura y a pesar de ella. Es cierto que no todas agrupaciones sectarias
son igualmente destructivas, hay grupos más inocuos y otros más peligrosos,
pero el proselitismo engañoso, no mostrar su verdadero rostro, es el
denominador común en todas ellas.
Bibliografía
+ Bryan Wilson. “Sociología de las sectas
religiosas”. Editorial Guadarrama. Madrid. 1970.
+ Vicente Jara – Jorge Núñez. “Los
Mormones: ¿De verdad sabes quiénes son?”. Digital Reasons. Madrid. 2017.
+ Vicente Jara. “¿Qué es una secta? El
criterio de demarcación. El criterio de demarcación”. http://about-sects-and-cults.org/Articulos/CriterioDemarcacion/SectaDefinicionDemarcacion.pdf
+ Infocatólica. “Manuel Guerra actualiza
el Diccionario en el que describe 1.500 sectas”. http://www.infocatolica.com/blog/infories.php/1304220122-manuel-guerra-actualiza-el-di
+ Vicente Jara. “Sectas e Iglesias”. Radio
María España. https://www.ivoox.com/ries-conoce-sectas-radio-maria-audios-mp3_rf_4228452_1.html
+ Wikipedia.
“Scientology status by country”. https://en.wikipedia.org/wiki/Scientology_status_by_country
Autor: Vicente Jara
Fuente: Oropel