El testimonio cristiano inspira nuevas conversiones
Con
la 13ª Congregación General del Sínodo sobre los Jóvenes, la tarde de este
martes 16 de octubre, continuó el debate, que comenzó por la mañana, sobre la
tercera parte del Instrumentum Laboris. 251 Padres sinodales presentes en el
Aula.
La
santidad no es sólo un ideal. De hecho, hay muchos testimonios de jóvenes que
ofrecen en nuestros días. Los Padres que participaron en la 13ª Congregación
ofrecieron ejemplos conmovedores de aquellos que se encuentran viviendo en
áreas del mundo donde los cristianos son una minoría, a menudo perseguidos. El
pensamiento se dirigió primero a Oriente Medio, donde hay mucha gente asesinada
por la fe en Jesucristo, luego a los “dalits” en la India, los últimos de la
sociedad, gente sin derechos que, para preservar la fe y la dignidad de los
hijos de Dios, su única riqueza, están dispuestos a ir al martirio.
El testimonio cristiano
inspira nuevas conversiones
Del
ejemplo de estos santos de nuestro tiempo surgen nuevas conversiones. Cada
joven – señala el Sínodo – anhela la santidad y es exigente: necesitan
testimonios auténticos, puntos de referencia en los que inspirarse, quieren
encontrar pastores que vivan el espíritu de las bienaventuranzas, que oren,
mediten y que no sean sólo empleados o funcionarios de una institución. Por lo
tanto, necesitamos una conversión. Los jóvenes no sólo quieren palabras bonitas
y se sienten ofendidos por el escándalo de los abusos. Los Obispos exhortan a
la Iglesia a ser transparente y a decir con alegría que el celibato y la
castidad son opciones posibles con la gracia de Dios.
Iglesia en el mundo, no
del mundo: mostrar la verdad con misericordia
En
el mundo, sin estar en el mundo: la Iglesia sea menos discursiva y más
acogedora, dedicando tiempo y recursos a los jóvenes. Verdad y misericordia –
subrayan con fuerza los Padres sinodales – son inseparables y tienen su centro
en Cristo: en este sentido, es decisiva la figura de un buen director
espiritual que, condenando el pecado, lo acompaña con amor: “Dios – destaca el
Sínodo – nos acepta tal como somos, pero no nos deja tal como somos”,
transformándonos en hombres y mujeres nuevos. La comparación entre la
Iglesia y la balsa en busca de los jóvenes perdidos en sus trabajos es
incisiva. Cristo – señalan los Padres – es el ancla que no naufraga.
Que la Iglesia no renuncie
a hablar desde la cruz
Los
Obispos denuncian la cultura materialista y hedonista de hoy que busca expulsar
a Dios del corazón del hombre proponiendo falsos ídolos como el dinero, las
adicciones (ludopatía, pornografía, etc.), los placeres efímeros y el rechazo a
los ideales y valores cristianos como la familia. Se trata de desafíos a los
que la Iglesia no debe renunciar, indicando la fuerza de Cristo resucitado y el
anuncio del kerigma. La cruz, en efecto, señalan los Obispos, no asusta a los
jóvenes que, por el contrario, desean un anuncio claro y menos vago del
Evangelio. La llamada de Jesús Crucificado – era la esperanza – debe resonar
fuerte, no débil o anémica. Para tener una Iglesia rejuvenecida, el Sínodo se
propone animar a los jóvenes a rezar el Rosario y a participar en los
sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía.
El drama del desempleo y
la emigración
La
tragedia del desempleo también se ha señalado a la atención del Aula. La
Iglesia debe ser una familia, atenta a ayudar a los que no tienen trabajo: un
ejemplo virtuoso es el apoyo eclesial a los proyectos de microcrédito, en la
convicción de que una ocupación ayuda a dar sentido a la vida y es la premisa
para un futuro sereno de la sociedad. Por eso, los pastores deben instar a las
instituciones a que presten mayor atención a las nuevas generaciones,
especialmente a aquellas que se ven obligadas a emigrar abandonando a sus
familias y raíces. Los Obispos advierten que “es justo hacer de los jóvenes
protagonistas del desarrollo humano integral de la sociedad: en diversas partes
del mundo muestran una gran responsabilidad hacia los más pequeños y hacia el
medio ambiente”.
La Iglesia no renuncia a
la educación cristiana
El
Sínodo pide también a la Iglesia que no renuncie al derecho de educar a los
jóvenes en las escuelas y universidades: lugares de apertura, de diálogo, de
formación de las conciencias y de fortalecimiento de los valores morales. La
recomendación es “salvar” las escuelas que ya existen antes de crear otras
nuevas. No al proselitismo, pero los programas escolares de inspiración
católica deben reforzarse porque – explican los Padres – “no se enciende una
lámpara para ponerla debajo del celemín”. También pedimos que no olvidemos a
las muchas familias pobres y desfavorecidas que, por razones económicas, no
pueden ofrecer a sus hijos una buena educación.
Testimonios de los
Auditores
Al
final de la Congregación algunos oyentes tomaron la palabra. Entre ellos hay
quienes han compartido con la sala la experiencia de conversión madurada en los
nuevos movimientos. Otros han subrayado la necesidad de dar una mayor
responsabilidad eclesial a los laicos, a las mujeres y a las familias. Entre
las propuestas que surgieron estaba la idea de fomentar formas de residencia
comunitaria formadas por jóvenes comprometidos con una regla de vida común y
dedicados a iniciativas de evangelización. También hay que destacar la llamada
a renovar el modelo de formación de los seminarios de una manera menos teórica
y más experiencial, es decir, cercana a la realidad de la juventud.
Paolo
Ondarza – Ciudad del Vaticano
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