En la Misa matutina en la Casa de Santa Marta, el
Santo Padre se refirió a los cristianos hipócritas, que no aceptan la levadura
del Espíritu Santo, capaz de hacer crecer “hacia afuera”
Ir siempre adelante con la “levadura del Espíritu
Santo”, que conduce a “esa herencia” que nos dejó a todos el Señor. Ésta es la
exhortación del Papa en su homilía de esta mañana en que reflexionó a partir
del Evangelio de Lucas, deteniéndose sobre los dos tipos de personas que se
encuentran en el pasaje evangélico y que – dijo Francisco – “crecen de modo
diverso” y “opuesto” ente sí.
Cristo no
tolera la hipocresía
Jesús habla de la levadura “que hace crecer” pero –
dijo el Santo Padre – también existe una levadura “mala” que “arruina”, que
hace crecer “hacia adentro”. Es la “de los fariseos, la de los Doctores de la
Ley de aquel tiempo, la de los saduceos”, es decir, “la hipocresía”. Se trata
de gente – explicó el Papa – encerrada en sí misma, que piensa en lucirse, en
hacer “de cuenta”, en dar una limosna y después hacer “sonar la trompeta” para
hacerlo saber a los demás. La preocupación de estas personas – prosiguió
Francisco – “es custodiar lo que tienen dentro”, su propio “egoísmo”, su propia
“seguridad”: “Cuando hay algo que los pone en dificultad” como el hombre
agredido y dejado “medio muerto” por los brigantes, o si se encuentran con “un
leproso” – añadió el Pontífice – “ellos miran hacia el otro lado”, según sus
propias “leyes internas”.
“Esta levadura – dice Jesús – es peligrosa. Estén
atentos. Es la hipocresía”. Jesús no tolera la hipocresía: este presentarse
bien, también con bellas formas de educación, pero con malos hábitos dentro. Y
el mismo Jesús dice: “De afuera ustedes son bellos, como los sepulcros, pero
dentro hay putrefacción o destrucción, están los escombros”. Esta levadura que
hace crecer hacia adentro, es una levadura que hace crecer sin futuro, porque
en el egoísmo, en el hecho de dirigirse a sí mismo, no hay futuro, no hay
futuro. En cambio, otro tipo de persona es la que vemos con otra levadura, que
es contraria, que hace crecer hacia afuera. Es más, que hace crecer como
herederos, para tener una herencia.
La promesa de
una felicidad muy grande
Francisco recordó después que en la Carta a los
Efesios, San Pablo explica que “en Cristo también hemos sido hechos herederos,
predestinados”. La referencia es a personas proyectadas “hacia afuera”.
“A veces se equivocan, pero se corrigen; a veces caen,
pero se levantan. Incluso a veces pecan, pero se arrepienten. Y siempre hacia
afuera, hacia aquella herencia, porque ha sido prometida. Y esta gente es gente
gozosa, porque se le ha prometido una felicidad muy grande: Que serán gloria,
alabanza de Dios. Y “la levadura – dice Pablo – de esta gente es el
Espíritu Santo”, que nos impulsa a ser alabanza de su gloria, de la gloria de
Dios”.
Con la alegría
en el corazón
El “sello del Espíritu Santo”, que había sido
“prometido” es – dijo el Papa Bergoglio – citando una vez más al apóstol –
“anticipo de nuestra herencia”, en espera de la “completa redención”.
Precisamente Jesús – subrayó Francisco – nos quiere “siempre en camino
con la levadura del Espíritu Santo que jamás hace crecer hacia adentro, como
los Doctores de la Ley, como los hipócritas”. En efecto, el Espíritu Santo “empuja
hacia afuera”, “hacia el horizonte”. Así Jesús quiere “que sean los
cristianos”: si bien “con dificultades, con sufrimientos, con problemas, con
caídas”, siempre adelante con la esperanza “de encontrar la herencia, porque
tienen la levadura que es adelanto, que es el Espíritu Santo”. He aquí los dos
tipos de personas nombradas:
“Una que, guiada por su propio egoísmo, crece hacia
adentro. Tiene una levadura – el egoísmo – que la hace crecer hacia
adentro y sólo se preocupa de presentarse bien, de parecer equilibrado, bien:
que no se vean los malos hábitos que tienen. Son los hipócritas, y Jesús dice:
‘Estén atentos’. Las otras personas son los cristianos: deberíamos ser
cristianos, si bien también están los cristianos hipócritas, que no aceptan la
levadura del Espíritu Santo. Por esto Jesús nos pone en guardia: “Estén atentos
a la levadura de los fariseos”. La levadura de los cristianos es el Espíritu
Santo, que nos empuja hacia afuera, nos hace crecer, con todas las dificultades
del camino, también con todos los pecados, pero siempre con la esperanza. El
Espíritu Santo es precisamente el anticipo de esa esperanza, de esa alabanza,
de esa alegría. Esta gente tiene en el corazón al Espíritu Santo como levadura,
es gozosa, incluso en los problemas y en las dificultades. Los hipócritas han
olvidado lo que significa ser gozoso”.
Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano
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