La
cárcel más cómoda
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
ya casi 10 días que nos trajeron un nuevo pececito. Se llama “Tibu”, porque es
un tiburón bala. Es muy bonito y más grande que los demás.
Las
pobres monjas, cuando les dijimos que habíamos metido un “tiburón”, se
asustaron. Hasta que lo vieron en el acuario, y se reían convencidas de que
‘eso no es un tiburón’... y es cierto que no lo es, solo que, por la forma de
sus aletas, se les llama así.
Estos
días le he estado observando y me he asombrado mucho de su conducta. Es un pez
muy solitario. Ya cuando lo trajeron nos avisaron de que podía convivir, pero
que necesitaba su espacio. Aquello de “su espacio” me hizo gracia, sin embargo,
estos días lo he podido comprobar: ¡es un pez que no sale de su zona de
confort!
Y,
al no salir de su zona de confort, no vive: no se junta con los demás; cuando
todos se acercan a comer, este huye; cuando alguno va hacia él, sale disparado
hacia otro lugar, y hasta dicen que se puede llegar a poner a la defensiva...
Me
río del pez, pero... cuántas veces me veo yo también instalada en mi zona de
confort. Ahí, donde nadie te incomoda, dónde estás aparentemente seguro y no
tienes que salir de ti mismo... Sin embargo, al final, la zona de confort se
puede convertir en tu propia cárcel.
Y
muchas veces lo que te impide dar ese paso hacia tus sueños son los miedos:
miedo a equivocarte, miedo a no ser acogido, miedo a esforzarte en vano...
Pero
lo curioso es que, antes o después, todos nos damos cuenta de que la felicidad
siempre queda fuera de la zona de confort, que la felicidad siempre está en
salir de uno mismo y darse a los demás, en vivir confiado, como un niño, o como
un pobre que todo lo espera... ¿Imposible? ¡No para Jesucristo!
Él
es la Fuerza que se manifiesta ahí, en nuestra debilidad, en lo que nos hace
sentir débiles ante los demás; Él es el Amor que brota justo en lo que menos
amas de ti, el Amor que te llena de confianza y te hace descansar; Él es la
mano tendida que te espera para dar juntos el salto a la felicidad, para dar el
salto hacia los demás.
Hoy
el reto del amor es dar el salto mágico, ese salto que te saca de tu zona de
confort y te lleva directo hacia un camino lleno de aventuras con quien sabes
que siempre te sostendrá. Apuesta por el Amor, ¡con Cristo este reto es
posible!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
