“Discernimiento y vida cristiana” es el tema del convenio, que se ha convertido en una meta para el diálogo y la amistad con las Iglesias ortodoxas
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Monasterio de Bose, XXVI Encuentro Internacional ecuménico ortodoxo |
A
partir de hoy hasta el 8 de septiembre inicia en el convento de Bose, al norte
de Italia, el XXVI Convenio ecuménico internacional sobre espiritualidad
ortodoxa. El Papa en su telegrama, exhorta a cultivar el discernimiento y a
educarse a la paciencia y a los tiempos de Dios
“Para alcanzar el auténtico discernimiento es
necesario educarse a la paciencia de Dios y a sus tiempos, que no son los
nuestros”. Es así como el Papa Francisco en su telegrama firmado por el
secretario de Estado Pietro Parolin se dirige a los participantes en el
congreso. Francisco, impartiendo la bendición apostólica, desea que estas
“jornadas de confrontación fraternal favorezcan la búsqueda de criterios para
un discernimiento personal y comunitario necesarios para alcanzar el
conocimiento y la voluntad de Dios, en la cual se encuentra la plenitud de la
vida”.
Discernimiento y vida
“Discernimiento
y vida cristiana” es el tema del convenio, que se ha convertido en una meta
para el diálogo y la amistad con las Iglesias ortodoxas. Entender, discernir
los tiempos es en efecto, una dimensión fundamental de la vida cristiana y del
cristiano, que debe seguir y comprender la renovación, y permanecer bien sólido
en las raíces de la fe, para responder mejor a los desafíos contemporáneos. Los
trabajos inician con las intervenciones de parte de eclesiásticos, como el
padre Enzo Bianchi, fundador del monasterio de Bose.
Abre
los trabajos el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la
promoción de la unidad de los cristianos, centrando su mensaje sobre el triple
aspecto de discernimiento: espiritual, teológico y pastoral. Evidenciando la
necesidad de volver a poner las manos en las llagas de Cristo como lo hizo
santo Tomás, para consolidar la fe e indagar plenamente sobre la humanidad
herida. Fuerte también el contenido del texto del Patriarca ecuménico de
Constantinopla, Bartolomé I, al describir el discernimiento como elemento
propio de la vida de la Iglesia, “valioso don de Dios, su fundador” y virtud
eclesial que “nutre e inspira todas las manifestaciones y ámbitos del
testimonio de la Iglesia en el mundo”. El discernimiento dijo el Patriarca es
el conocimiento de nuestros límites y de nuestra realidad de pecado.
Bartolomé
dice que toda la vida de la Iglesia se desarrolla como discernimiento,
necesario para salvar la “auténtica tradición” y dar un bello testimonio
querido por Cristo. Esto dijo el patriarca, presupone, como lo indica el sínodo
de la Iglesia ortodoxa, la evangelización del mundo, la misión, que no debe ser
cumplida en modo agresivo, sino que, en libertad, en el amor y en el respeto de
la identidad cultural de los individuos y de los pueblos. Por tanto, afirmó el
patriarca, es necesario el discernimiento para el deseo de solicitar el diálogo
entre cristianos y el diálogo con las religiones no cristianas así como la
organización de iniciativas comunes y de actividades concernientes a los
grandes problemas contemporáneos.
Cooperación entre las
iglesias
La
misión de la Iglesia en el tiempo contemporáneo, dice por su parte el patriarca
de Moscú, Kiril, es la de enseñar a las jóvenes generaciones a distinguir
entre el bien y el mal, la verdad de las mentiras, lo que verdaderamente vale
de lo efímero, transitorio y banal. En este sentido se evidencia “un trabajo
común en esta dirección que puede ser una importante contribución para la
cooperación entre las Iglesias en la predicación del Evangelio de Cristo al
mundo”. Muchos más enviaron mensajes, como los patriarcas Daniel de Rumania y Teodoro
II de Alejandría de Egipto, o el metropolita Onufrij (Kiev). No faltó el
mensaje del arzobispo de Canterbury, primado de la Comunión Anglicana, que
escribió: "como cristianos que buscamos conducir una vida cristiana
sobre el modelo de nuestro Señor Jesús, tenemos el deber moral de considerar en
nuestras vidas y en tomar decisiones, según la voluntad de Dios, pero para
hacerlo necesitamos el don del discernimiento".
Cecilia
Seppia – Ciudad del Vaticano
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