«No tomarás el nombre de Dios en vano», el segundo mandamiento del Decálogo tema de la catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 22 de agosto de 2018
“Pronunciar el nombre de Dios quiere decir
asumir su realidad, entrar en íntima relación con él. A nosotros cristianos,
este mandamiento nos recuerda que hemos sido bautizados en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo, y que debemos vivir nuestra vida cotidiana en
comunión real con Dios, sin hipocresía, como los santos, cuyo ejemplo de vida
toca el corazón de todos y hace más creíble el anuncio de la Iglesia”, lo dijo
el Papa Francisco en la Audiencia General del cuarto miércoles de agosto de
2018, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a los Mandamientos.
“Hoy
afrontamos el mandamiento «No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu
Dios» (Ex 20,7). Justamente – afirma el Pontífice – leemos esta Palabra como
una invitación a no ofender el nombre de Dios y a evitar usarla
inapropiadamente”. Escuchémoslos mejor, invita el Papa, la versión “No
pronunciarás” traduce una expresión que literalmente significa, en hebreo como
en griego, “No tomarás sobre ti, no te harás cargo”. Y la expresión “en vano”
es más clara, agrega el Santo Padre y significa: “sin carga, en vano”. Se
refiere a un sobre vacío, a una forma sin contenido. Es la característica de la
hipocresía, del formalismo y la mentira.
El nombre señala la verdad
íntima de las cosas y de las personas
En
la Biblia el nombre señala la verdad íntima de las cosas y de las personas. Con
frecuencia indica la misión, así Abrahán y Simón Pedro cambian su nombre cuando
reciben su nueva misión. “Conocer verdaderamente el nombre de Dios conduce a la
transformación de la propia vida – precisa el Papa Francisco – desde el momento
en que Moisés conoce el nombre de Dios, su historia cambia”.
En
los ritos hebreos, el nombre de Dios solo es proclamado solemnemente en el Día
del Gran Perdón. El pueblo es perdonado, porque a través del nombre entra en
contacto con la vida de Dios mismo que es misericordia. Pronunciar el
nombre de Dios quiere decir asumir su realidad, entrar en íntima relación con
él. A nosotros cristianos, este mandamiento nos recuerda que hemos sido
bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y que
debemos vivir nuestra vida cotidiana en comunión real con Dios, sin hipocresía,
como los santos, cuyo ejemplo de vida toca el corazón de todos y hace más
creíble el anuncio de la Iglesia.
Una invitación a vivir una
relación con Dios sin hipocresía
Pero,
para hacer creíble este anuncio, el Papa Francisco se pregunta: ¿es posible
asumir el nombre de Dios de manera hipócrita, como una formalidad, vacía? “La
respuesta, señala el Obispo de Roma, es por desgracia, positiva: sí, es
posible. Se puede vivir una falsa relación con Dios. Y esta Palabra del
Decálogo es precisamente la invitación a una relación con Dios sin hipocresía,
una relación en la que nos encomendamos a Él con todo lo que somos. En el
fondo, hasta el día en que no arriesgamos nuestra existencia con el Señor,
tocando con la mano que en Él se encuentra la vida, hacemos sólo teorías”.
Este
es el cristianismo que toca los corazones. ¿Por qué los santos son tan capaces
de tocar el corazón? Porque en los santos vemos lo que nuestro corazón desea
profundamente: autenticidad, relaciones verdaderas, radicalidad. Y esto se ve
también en aquellos “santos en la puerta de al lado” que son, por ejemplo,
padres que dan a sus hijos el ejemplo de una vida coherente, sencilla, honesta
y generosa. “Si se multiplican los cristianos que toman sobre sí el nombre de
Dios sin falsedad – practicando así la primera pregunta del Padre Nuestro,
afirma el Papa, que tu nombre sea santificado – el anuncio de la Iglesia es más
escuchado y más creíble”.
El nombre de cada uno de
nosotros está sobre los hombros de Cristo
En
la cruz, Cristo ha llevado sobre sus espaldas nuestros nombres, también todo el
mal que hay en nosotros, para poner su amor en nuestro corazón. Así en este
mandamiento, subraya el Pontífice, descubrimos que vale la pena tomar con
nosotros el nombre de Dios porque él nos ha llevado consigo hasta el final.
“Porque
el nombre de cada uno de nosotros está sobre los hombros de Cristo. Vale la
pena tomar sobre nosotros el nombre de Dios porque Él tomó nuestro nombre hasta
el final, incluso del mal que hay en nosotros, para poner en nuestros corazones
su amor. Por eso Dios proclama en este mandamiento: Tómame sobre ti, porque yo
te he tomado sobre mí”. Cualquiera puede invocar el santo nombre del Señor, que
es Amor fiel y misericordioso, en cualquier situación que se encuentre. Dios
nunca dirá “no” a un corazón que lo invoca sinceramente.
Antes
de concluir su catequesis, el Papa Francisco saludo a los peregrinos de lengua
española provenientes de España y América Latina. “Saludo cordialmente a los
peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina. En
la fiesta de la Coronación de la Virgen María, pidámosle a nuestra Madre del
Cielo que nos ayude a invocar el nombre de Dios en todo momento, sabiendo que
Dios nunca dejará de escuchar a quien acude a él con fe y esperanza. Que el
Señor los bendiga. Muchas gracias”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
Vatican
News