Motivos para ser honrados en una sociedad que a
veces admira al que se salta las leyes
En su origen, en español la honestidad era
una virtud que se refería a vivir la perfección moral en lo relacionado
con el sexo. Sin embargo, cuando ahora la empleamos, su
significado suele ser más amplio.
Se puede decir que un joven o
una joven son honestos cuando se preparan bien para el matrimonio y
luego siguen siendo honestos si viven la pureza una
vez casados. Así, una casada puede ser honesta teniendo varios hijos o sin
ellos. Y un adulto será honesto si vive los deberes propios de su estado.
En el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española, sin embargo, hay
cuatro acepciones de la palabra “honesto”. Atención:
1. adj. Decente o decoroso.
2. adj. Recatado, pudoroso.
3. adj. Razonable, justo.
4. adj. Probo, recto, honrado.
Las dos primeras acepciones
hacen referencia a ese comportamiento virtuoso en lo que se refiere al sexo.
Sin embargo, es más frecuente
escuchar “honesto” para referirse a la honradez
en general.
Hablamos de “un político
honesto”, “un ciudadano honesto”, “empresario honesto…”
La honestidad, en este sentido
amplio, está valorada. Pero a veces surge la duda: ¿vale
la pena ser bueno?, ¿no será cosa de ingenuos?, ¿no será lo
mejor robar como hacen algunos?, ¿no será mejor que piense en mí y haga lo que
más me beneficie en la cuestión económica o en cuanto al poder?
Si eres honesto, ¿tiene
sentido?, ¿vale la pena?, ¿tiene recompensa?
¿Admiración por los corruptos? No, gracias
Porque no es extraño, además, ver que personas
poco honestas son tremendamente admiradas: narcotraficantes
como Pablo
Escobar, al que muchos admiran por haber amasado una fortuna,
por haber triunfado con (algunas) mujeres y por haber sido líder, dueño y señor
de muchas vidas humanas, por ejemplo. O, en otro plano, políticos que
han sido abiertamente corruptos en su país o en su ciudad; o, en otro grado, futbolistas
internacionales que defraudaron a la Hacienda pública para
no pagar impuestos.
En algunos textos antiguos, se
dice que el mejor es el más astuto, no el más
honrado. En “El Príncipe” de Maquiavelo, por ejemplo. Y en algunos textos de la
tradición árabe se alaba al que sabe engañar al enemigo que es el infiel.
Entonces, uno se plantea por qué
ser honesto y si tiene recompensa. Y la respuesta es más
fácil de la que uno imagina.
Imprescindible para ser feliz
Lo primero que nos hemos de preguntar es qué
sentido damos a nuestra vida. Saber cuál es nuestra meta hará
que todas nuestras acciones se encaminen a conseguirla. Si yo quiero vivir para
lograr una auténtica felicidad, eso compromete todo mi ser y me llama a obrar
en consecuencia.
La honestidad forma parte del “libro
de instrucciones” para alcanzar la felicidad, como la laboriosidad,
la alegría, la transparencia, la humildad… Sin honestidad no podría avanzar ni
un paso.
¿Y logro premio si
la vivo? Pues tal vez en la tierra no del todo, para ser francos. Hay muchas
personas que son honestas y a cambio reciben la injusticia de otros, que se
aprovechan de ellos.
Dormir con la conciencia tranquila
Pero, ¿a qué llamamos premio? He dicho que
en la tierra no lo hay si se trata de hablar de medallas y podios.
Pero sí hay un premio excelente para las personas honestas, que es el poder
dormir con la conciencia tranquila. La paz y la calma
son señas de identidad de los honestos.
Además, quien aspira a ser feliz
al cien por cien, sabe que su meta no se acaba aquí abajo. La
trascendencia nos lleva a considerar que más allá de la muerte hay premio para las
personas honestas.
De todos modos, no quiere decir
esto que estemos condenados a pasarlo mal en la vida quienes aspiramos a una
felicidad total. En muchas ocasiones, la vida nos hace encontrar a personas
maravillosas a nuestro alrededor que nos ayudan y nos
levantan, personas que nos acompañan en el camino y con quienes
desplegamos el tesoro del corazón: la familia, los amigos… De
ellos recibimos recompensas, como también de personajes anónimos que un día se
cruzan en nuestro camino quién sabe por qué.
¿Vieron la película “Qué
bello es vivir”? Cuando uno cree que está en el peor momento de
su vida, si ve esta escena final comprenderá que todavía tiene muchos motivos
para seguir viviendo y llegar a ser feliz:
Dolors Massot
Fuente:
Aleteia