Para el Deán en funciones
de Santiago hay algunos testimonios de peregrinos que le han llegado
verdaderamente al corazón
Todos
los años miles de peregrinos realizan el “Camino de Santiago” para llegar hasta
la Catedral de Santiago de Compostela en Galicia (España), donde se encuentran
las reliquias del Apóstol y cuya memoria litúrgica se celebra el 25 de julio.
El Deán en funciones de la catedral explica los motivos que mueven a iniciar
esta experiencia.
Zapatillas
bien atadas y mochila en la espalda rumbo a la Catedral de Santiago de
Compostela. Es la imagen que caracteriza a los 301.200 peregrinos que
emprendieron marcha el año pasado para realizar el conocido “Camino de
Santiago”, una cifra que batió el Récord histórico desde que se tienen
registros de la Ruta Jacobea, asegura el Deán en funciones de la Catedral de
Santiago de Compostela, Don José Fernández Lago, subrayando que antes los
Récords “los ofrecían los Años Santos”.
Cifra
además que resulta asombrosa “si la comparamos con aquellas de hace 40 o 50
años cuando llegaban una media de 60 personas al año - explica el Deán en
funciones – y de esas sesenta y pico a los 301.200 del año pasado la diferencia
es abismal”.
Aunque
parece que este año 2018 ese Récord podría superarse, pues, según las
estadísticas – dice Don José – “hasta el pasado 4 de junio llegaron el 9,25% de
peregrinos más que el año pasado en la misma época y mismos meses”; meses en
los que se ha calculado una media de entre “2.400 y 2.500 peregrinos al día”.
¿Cuáles son los motivos
que impulsan a una persona a iniciar el Camino de Santiago?
Búsqueda,
religión o turismo. Son las tres razones que Don José señala para que una
persona realice esta experiencia. “En general uno siempre busca algo que
normalmente no encuentra en la vida ordinaria - dice el Deán en funciones de
Santiago – y muchos que han salido de su lugar de origen como turistas, al
llegar a Santiago, son verdaderos peregrinos”. “Incluso vienen muchos
protestantes” puntualiza.
Tradicionalmente,
las personas que realizaban el Camino de Santiago estaban movidas por un
impulso espiritual y cristiano para llegar hasta las reliquias del Apóstol en
la Catedral de Santiago de Compostela. “Hace años, cuando venían 60 u 80
personas a lo largo del año, se sabía que venían en peregrinación a la
tumba del Apóstol” - dice Don José y continúa – “sin embargo entre los 301.200
que llegaron el año pasado hay variedad de finalidades”.
Encuentro con Dios y con
uno mismo
Son
muchas las finalidades que llevan a una persona a realizar el camino, “pero
siempre hay eso de buscar algo que uno no tiene y encontrarse con Dios y
consigo mismo hallando en sí, tiempos de reflexión, que encuentran en el camino
y que en cambio en su tierra o en su trabajo ordinario no encuentran” dice Don
José.
Además,
asegura que la huella que deja en ellos el camino “es seria”: “El otro día en
la Vigilia del Peregrino estaban presentes 193 peregrinos y cuando se estaban
marchando decían: «vamos a iniciar una nueva vida»”.
El camino une
En
el camino se produce un intercambio de experiencias de unos con otros. El Deán
explica que mientras que en la vida ordinaria nos cuesta transmitir nuestras
experiencias con los demás, en el camino, “la gente se abre muchísimo”: “Basta
con ir por la calle y ver cuando uno se encuentra con otro y le da un abrazo
impulsivo, porque han hecho una parte del camino juntos y ahora se encuentran
en la ciudad y ven el cielo abierto”.
Testimonios en el
confesionario
Para
el Deán en funciones de Santiago hay algunos testimonios de peregrinos que le
han llegado verdaderamente al corazón, es el caso de una señora que se sentó en
el confesionario. “Lo primero que me dijo fue: «No sé cómo estoy aquí, si ahora
mi familia supiera que estoy aquí hablando con usted dirían que me encerraran
en un sanatorio psiquiátrico porque no lo comprenderían». Esta señora había
acudido a Santiago para darse una “comilona” y al ver la catedral pensó en que
sería apropiado entrar. «Al entrar a la catedral me comenzaron a temblar las
piernas según bajaba las escaleras» le dijo la señora a Don José y le aseguró
que era el día más feliz de su vida.
Este
y tanto otros testimonios, concluye Don José, “reflejan que Dios sigue actuando
en la gente” y que “cuando nosotros estamos a la escucha, la vida cambia”.
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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