Paz
interior y felicidad son dos de ellos.... pero hay muchos más
En
este artículo vamos a hablar del más alto nivel de “desarrollo humano”
cognitivo, moral, emocional e interpersonal, de la dimensión espiritual.
Es
una facultad humana que nos da el entendimiento sobre la existencia de
una realidad aún mayor que la nuestra. Es fuente de inspiración para
buscar la paz interior y la felicidad.
Nos
permite encontrar sentido, esencia y significado a nuestra vida en
nuestro entorno, permitiéndonos conectarnos con otras personas, con la naturaleza y con su creador permitiéndonos la búsqueda diaria de lo
sagrado.
Nos
permite ser más honestos, compasivos, menos egoístas y más altruistas ayudándonos a diferenciar
entre el bien y el mal.
La
conciencia de ser seres trascendentes nos ayuda a manejar el miedo a la
soledad, la enfermedad, el dolor y la misma muerte.
Nos
permite desarrollar la veracidad, humildad y caridad, la autenticidad, respeto por las diferencias y disposición a ofrecer
servicio a otros, viviendo la vida como un camino creciendo en la madurez
espiritual.
Se
trata de una necesidad
La dimensión
espiritual potencia el entendimiento de que existe una realidad aún
mayor a la nuestra, que lleva a buscar a través de un camino interior la
esencia de nuestro ser y existencia para descubrir el significado de la
vida, la conexión con las otras personas y con el Creador.
Al
igual que la vida del cuerpo necesita de sustento y alimento para sobrevivir y
desarrollarse satisfactoriamente y debe ser cuidada en momentos de falta de
salud, también la vida del espíritu necesita de ese alimento y de esa
atención.
Es
imperiosa y urgente la necesidad de tener una formación espiritual sólida
y segura para así contar con las herramientas necesarias para iniciarse
y seguir con serenidad el camino del bien, de la búsqueda de la
verdad, del amor a los demás y al Creador.
La
vida espiritual es saludable
Diversos
estudios, y sobre todo prácticas concretas en el campo médico, evidencian los
beneficios de una sana vida espiritual sobre el resto de la vida.
Por
citar algunos:
- Disminuye la ansiedad, la depresión y
el malestar en general.
- Disminuye la sensación de aislamiento (sentirse solo)
y el riesgo de suicidio en casos extremos.
- Disminuye el abuso de bebidas alcohólicas.
- Reduce la presión arterial ocasionada por excesivo nivel de
estrés y pánico.
- Ayuda a los pacientes que tienen que afrontar
enfermedades tan dolorosas como el cáncer.
- Aumenta los sentimientos positivos tales como
la esperanza y el optimismo durante el
periodo de enfermedad.
Hay que distinguir y tener bien separados los campos
del saber y de la propia vida. La salud será siempre atendida y estudiada por
la medicina que buscará ofrecer los mejores medios para garantizar la mejor
calidad de vida posible.
La
salud del alma tiene una incidencia muy positiva sobre la salud de nuestro
cuerpo, que por su propia naturaleza, como bien sabemos, es potencialmente
portador de enfermedades.
Javier Fiz Pérez
Fuente:
Aleteia