El anuncio de Dios siempre es una sorpresa, dice el Papa
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El Papa Francisco durante la celebración. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
“Jesús ha resucitado de entre los muertos. Este anuncio resuena en la
Iglesia en todo el mundo junto al canto del Aleluya”.
Con estas palabras
comenzó el Papa Francisco su Mensaje Pascual, para destacar que Jesús es el
Señor, a quien el Padre ha resucitado”, de modo que “Él está vivo para siempre
en medio de nosotros”.
En su mensaje de Pascua el Papa afirmó que nosotros,
los cristianos, “creemos y sabemos que la resurrección de Cristo es la
verdadera esperanza del mundo, esa que no decepciona”. Sí, porque es “la fuerza
del grano de trigo, esa del amor que se abaja y se entrega hasta el final, y
que verdaderamente renueva el mundo”.
Fuerza que, como dijo el Santo Padre también hoy da
fruto en los surcos de la historia, “marcada por tantas injusticias y
violencias”. Da frutos de esperanza y de dignidad – dijo – donde hay
miseria y exclusión, donde hay hambre y falta de trabajo, en medio de los
prófugos y de los refugiados – tantas veces rechazados por la actual cultura
del descarte” –, y también – prosiguió Francisco – da frutos a las víctimas del
narcotráfico, de la trata de personas y de los diversos tipos de esclavitud de
nuestro tiempo.
Hoy pedimos frutos de paz para el mundo entero
De ahí que el Pontífice haya afirmado que hoy “pedimos
frutos de paz para el mundo entero”, comenzando por “la amada y martirizada
Siria, cuya población está extenuada por una guerra que no ve el fin. Que en
esta Pascua la luz de Cristo Resucitado ilumine las conciencias de todos los
responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al
exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se
proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas
nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones
adecuadas para el regreso de los desplazados”.
Frutos de reconciliación
El Santo Padre también invocó “frutos de
reconciliación para Tierra Santa, que en estos días también está siendo
golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos, para Yemen y
para todo el Oriente Próximo, para que el diálogo y el respeto mutuo
prevalezcan sobre las divisiones y la violencia”. “Que nuestros hermanos en
Cristo, que sufren frecuentemente abusos y persecuciones – dijo Francisco –
puedan ser testigos luminosos del Resucitado y de la victoria del bien sobre el
mal.
Frutos de esperanza
Del mismo modo suplicó en este día frutos de esperanza
para cuantos anhelan una vida más digna, sobre todo en aquellas regiones del
continente africano que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el
terrorismo. “Que la paz del Resucitado – prosiguió – sane las heridas en
Sudán del Sur y en la atormentada República Democrática del Congo: abra los
corazones al diálogo y a la comprensión mutua. No olvidemos a las víctimas de
ese conflicto, especialmente a los niños. Que nunca falte la solidaridad para
las numerosas personas obligadas a abandonar sus tierras y privadas del mínimo
necesario para vivir”.
Frutos de diálogo
El Obispo de Roma imploró “frutos de diálogo para la
península coreana, para que las conversaciones en curso promuevan la armonía y
la pacificación de la región”. Pidió además “frutos de paz para Ucrania, para
que se fortalezcan los pasos en favor de la concordia y se faciliten las
iniciativas humanitarias que necesita la población”.
Frutos de consolación para el pueblo venezolano
Suplicó “frutos de consolación para el pueblo
venezolano, el cual – como han escrito sus Pastores – vive en una especie de
‘tierra extranjera’ en su propio país. Para que, por la fuerza de la
resurrección del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para
salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no
falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a
abandonar su patria”.
Frutos de vida nueva para los niños
Del mismo modo el Papa Francisco pidió que Cristo
Resucitado traiga “frutos de vida nueva para los niños que, a causa de las
guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de
asistencia sanitaria; y también para los ancianos desechados por la cultura
egoísta, que descarta a quien no es ‘productivo’”.
Frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen responsabilidades
políticas
Invocó además “frutos de sabiduría para los que en
todo el mundo tienen responsabilidades políticas, para que respeten siempre la
dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y
garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos”.
Por último, dirigiéndose a los queridos hermanos y
hermanas presentes y a quienes lo seguían a través de los medios de
comunicación, el Papa Bergoglio dijo que, al igual que a las mujeres que
acudieron al sepulcro, están dirigidas a todos las palabras que dicen: “¿Por
qué buscan entre los muertos al que vive?”. “No está aquí”. “Ha resucitado”.
¡Feliz Pascua a todos!
Sí porque “muerte, la soledad y el miedo – explicó el
Pontífice – ya no son la última palabra”. Hay una palabra que va más allá y que
sólo Dios puede pronunciar: “Es la palabra de la Resurrección”. Ella, con la
fuerza del amor de Dios, “ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la
inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la
concordia, doblega a los poderosos”. Y concluyó con su deseo de: “¡Feliz Pascua
a todos!”.
María Fernanda
Bernasconi – Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News