Para
vivir con mayor intensidad este Viernes Santo presentamos las meditaciones
del Vía
Crucis escritas por Santa
Teresa de Calcuta para los jóvenes
Madre Teresa de Calcuta / Foto: Wikipedia Noble36( CC0 1.0) |
El
Vía Crucis fue escrito con motivo de la clausura del Congreso Eucarístico
Internacional de 1976 en Filadelfia, Estados Unidos.
Las
palabras Vía Crucis significan “El camino de la Cruz”. Este es un recorrido
espiritual conformado
por 14 estaciones donde se meditan la pasión y muerte de Cristo. A
través de la oración se interioriza el sufrimiento y los horrores que
experimentó el Señor antes de la crucifixión.
Las
meditaciones del Vía Crucis de la Madre Teresa de Calcuta titulado “Un
recorrido por la Pasión de Cristo, de ayer y de hoy”, contienen reflexiones
sobre las obras de caridad hacia los pobres, enfermos, hambrientos y
abandonados.
Estas
oraciones escritas por la fundadora de las Misioneras de la Caridad también
contemplan el aborto y el dolor humano.
Además,
la santa hace una exhortación a los jóvenes a no dejarse llevar por cosas
mundanas.
A
continuación el Vía Crucis escrito por Santa Teresa de Calcuta:
Oración
Señor,
ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas y las fatigas, las torturas
de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos levante, para que lleguemos a
una más grande y creativa abundancia de vida.
Tú
que has tomado con paciencia y humildad la profundidad de la vida humana, igual
que las penas y sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos el dolor y
las dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos como personas y
lleguemos a ser más semejantes a ti.
Haznos
capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y fortalece nuestra confianza en
tu ayuda. Déjanos comprender que sólo podemos alcanzar una vida plena si
morimos poco a poco a nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas. Pues solo
si morimos contigo, podemos resucitar contigo. Amén.
Primera Estación: Jesús
es condenado a muerte
«Llegada
la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo,
tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y atado lo llevaron al procurador
Pilato» (Mt 27, 1-2).
El
pequeño niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito porque
teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez hambre. Esta es la
primera estación del calvario.
Segunda Estación: Jesús
carga con la cruz
«Entonces
se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron, pues, a Jesús, que llevando la
cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota» (Jn 19,
16-17).
¿No
tengo razón? ¡Muchas veces miramos pero no vemos nada! Todos nosotros tenemos
que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo al Calvario, si queremos
reencontrarnos con Él. Yo creo que Jesucristo, antes de su muerte, nos ha dado
su Cuerpo y su Sangre para que nosotros podamos vivir y tengamos bastante ánimo
para llevar la cruz y seguirle, paso a paso.
Tercera Estación: Jesús
cae por primera vez
«Dijo
Jesús: El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz
y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá: pero el que pierda su
vida, ese la salvará» (Mt 16,24).
En
nuestras estaciones del Vía Crucis vemos que caen los pobres y los que tienen
hambre, como se ha caído Cristo. ¿Estamos presentes para ayudarle a Él?
¿Lo
estamos con nuestro sacrificio, nuestro verdadero pan? Hay miles y miles de
personas que morirían por un bocadito de amor, por un pequeño bocadito de aprecio.
Esta es una estación del Vía Crucis donde Jesús se cae de hambre.
Cuarta Estación: Jesús
encuentra a su Madre
«Proclama
mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas
las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí» (Lc 1,
45-49).
Nosotros
conocemos la cuarta estación del Vía Crucis en la que Jesús encuentra a su
Madre. ¿Somos nosotros los que sufrimos las penas de una madre? ¿Una madre
llena de amor y de comprensión? ¿Estamos aquí para comprender a nuestra
juventud si se cae? ¿Si está sola? ¿Si no se siente deseada? ¿Estamos entonces
presentes?
Quinta Estación: El
Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
«Cuando
le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del
campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz» (Lc 23, 26).
Simón
de Cirene tomaba la cruz y seguía a Jesús, le ayudaba a llevar su cruz. Con lo
que habéis dado durante el año, como signo de amor a la juventud, los miles y
millones de cosas que habéis hecho a Cristo en los pobres, habéis sido Simón de
Cirene en cada uno de vuestros hechos.
Sexta Estación: La
Verónica limpia el rostro de Jesús
«Porque
tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me distéis de beber» (Mt, 25,35).
Con
respecto a los pobres, los abandonados, los no deseados, ¿somos como la Verónica?
¿Estamos presentes para quitar sus preocupaciones y compartir sus penas? ¿O
somos parte de los orgullosos que pasan y no pueden ver?.
Séptima Estación: Jesús
cae por segunda vez
«¿Quiénes
son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos dijo
Jesús: he aquí a mi madre y a mis parientes quienquiera que haga la voluntad de
mi Padre» (Mt 12, 48-50).
Jesús
cae de nuevo ¿Hemos recogido a personas de la calle que han vivido como
animales y se murieron entonces como ángeles? Estamos presentes para
levantarlos.
También
en vuestro país podéis ver a gente en el parque que están solos, no deseados,
no cuidados, sentados, miserables. Nosotros los rechazamos con la palabra
alcoholizados. No nos importan. Pero es Jesús quien necesita nuestras manos
para limpiar sus caras. ¿Podéis hacerlo? ¿O pasaréis sin mirar?
Octava Estación: Jesús
consuela a las mujeres
«Le
seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se lamentaban y lloraban
por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos» (Lc 23, 27-28).
Padre
Santo, yo rezo por ellas para que se consagren a tu santo nombre, santificadas
por Ti; para que se entreguen a tu servicio, se te entreguen en el sacrificio.
Para eso me consagro yo también y me entrego como sacrificio con Cristo.
Novena Estación: Jesús
cae por tercera vez
«Os
he dicho esto para que tengáis paz conmigo. En el mundo tendréis tribulaciones,
pero confiad: yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).
Jesús
cae de nuevo para ti y para mí. Se le quitan sus vestidos, hoy se le roba a los
pequeños el amor antes del nacimiento. Ellos tienen que morir porque nosotros
no deseamos a estos niños.
Estos
niños deben quedarse desnudos, porque nosotros no los deseamos, y Jesús toma
este grave sufrimiento. El no nacido toma este sufrimiento porque no tiene más
remedio de desearle, de amarle, de quedarme con mi hermano, con mi hermana.
Décima Estación: Jesús
es despojado de sus vestiduras
«Cuando
los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro
partes, una para cada soldado y la túnica» (Jn 19,23).
¡Señor,
ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas, fatigas y torturas de la
vida diaria, para que logremos siempre una más grande y creativa abundancia de
vida!
Undécima Estación: Jesús
es clavado en la cruz
«Cuando
llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí con dos malhechores
Jesús decía: padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 33).
Jesús
es crucificado ¡Cuántos disminuidos psíquicos, retrasados mentales llenan las
clínicas! Cuántos hay en nuestra propia patria ¿Les visitamos? ¿Compartimos con
ellos este calvario? ¿Sabemos algo de ellos?
Jesús
nos ha dicho: Si vosotros queréis ser mis discípulos, tomad la cruz y seguidme
y Él opina que nosotros hemos de coger la cruz y que le demos de comer a Él en
los que tienen hambre, que visitemos a los desnudos y los recibamos por Él en
nuestra casa y que hagamos de ella su hogar.
Duodécima Estación:
Jesús muere en la cruz
«Después
de probar el vinagre, Jesús dijo: Todo está cumplido, e inclinando la cabeza
entregó el espíritu» (Jn 19,30).
Empecemos
las estaciones de nuestro vía crucis personal con ánimo y con gran alegría,
pues tenemos a Jesús en la sagrada Comunión, ¡Que es el Pan de la Vida que nos
da vida y fuerza! Su sufrimiento es nuestra energía, nuestra alegría, nuestra
pureza. Sin Él no podemos hacer nada.
Decimotercera Estación:
Jesús es bajado de la cruz
«Al
caer la tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era discípulo
de Jesús tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia» (Mt 27, 57.59).
¡Vosotros
jóvenes, llenos de amor y de energía, no desperdiciéis vuestras fuerzas en
cosas sin sentido!
Decimocuarta Estación:
Jesús es sepultado
«Había
un huerto cerca del sitio donde fue crucificado Jesús, y en él un sepulcro
nuevo, en el cual aún nadie había sido enterrado y pusieron allí a Jesús» (Jn
19, 41-42).
Mirad
a vuestro alrededor y ved, mirad a vuestros hermanos y hermanas no sólo en
vuestro país, sino en todas las partes donde hay personas con hambre que os
esperan.
Desnudos
que no tienen patria. ¡Todos os miran! ¡No les volváis las espaldas, pues ellos
son el mismo Cristo!
Fuente:
ACI