Dejar lo necesario por lo
urgente
Ayer
dos hermanas habían estado todo el día de cocina, excluyendo las horas de la
oración y el descanso. Además, coincidió que era el cumpleaños de otra hermana
de Comunidad, y en las comidas se esmeraron en complacerla con el plato que más
le gustaba y añadiendo un postre buenísimo, para “chuparse los dedos”. Se
comprende que, al llegar la noche, sus espíritus estuvieran felices; pero sus
pobres cuerpos, “zurrados” de cansancio...
Al
final del día, una de ellas, antes de acostarse, siempre hace unos ejercicios
de pies en la escalera que le mandó el médico. Y, cuando iba a la faena de la
“gimnasia”, se me movió el corazón a compasión porque la vi muy cansada y le
dije: “Hoy no hagas los ejercicios, que estás muy fatigada”. Y me contestó:
“Qué alivio me das, porque es verdad... Haré lo que me dices”. Y se fue a la
cama tan feliz y muy liberada.
Enseguida
pensé en las palabras de Jesús: “El sábado está hecho para el hombre y no el
hombre para el sábado”.
Lo
que es necesario para la salud hay que dejarlo por otra cosa más urgente, como
era el descanso de su cuerpo tan “trasteado …”
A
Jesús los fariseos le criticaban porque Él y sus discípulos hacían cosas que no
estaban permitidas en sábado, el día sagrado: como arrancar espigas y frotarlas
con las manos para sacar el grano y saciar el hambre, o el acercarse Jesús a
los enfermos para aliviar las dolencias que sufrían…
Y
Jesús les contestó que quería más misericordia que sacrificios, y que la ley,
aunque fuera sagrada, estaba por debajo de las necesidades de sus pobres
hermanos los hombres…
Es
un gran gozo el saber que Jesús nos ha traído la libertad de hijos de Dios y
que nuestro cristianismo no es la religión del deber, sino del amor y la
compasión de Jesús hacia nosotros y de nosotros hacia nuestro prójimo.
Hoy
el reto del amor es que, ante lo necesario y lo urgente, te inclines a lo
segundo, pues siempre suele llevar más carga de amor y misericordia que lo
necesario. La ley suele entrañar el “tienes que” o el “debes hacer”; hoy opta
por la libertad que Cristo te regala y pon en marcha tu corazón misericordioso.
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas
de Lerma