Espejo del alma
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer,
mientras estábamos en la oración de la tarde, salí un momento para coger una
cosa. Al volver hacia la capilla, como hay que pasar por la iglesia, me fijé en
que las hermanas habían dejado la luz del atrio (fuera de la iglesia, la luz de
la calle) encendida. Sin darle mayor importancia, seguí mi camino.
Después,
mientras estábamos orando, sentimos abrirse la puerta. Algunas personas
entraron y se sentaron un poquito ante el Señor.
Sin
recordar lo anterior, me pregunté gratamente sorprendida: “¡Qué raro! ¿Cómo se
habrán acercado a estas horas, con lo de noche que es ya? ¿Qué les habrá
llamado la atención para abrir la puerta?...”, porque, durante el rezo de
Vísperas, sí que suele venir bastante gente, pero a la oración personal, ya es
más raro.
Pero
al instante caí en la cuenta de que, al dejarse la luz de la puerta encendida,
era como un “reclamo”. Estoy convencida de que se acercaron a abrir la puerta
por ello. Y, gracias a aquella luz, quisieron sentarse unos minutos a los pies
del Señor.
Y
es que una luz encendida dice que ahí hay algo. Es ciertamente un reclamo que
invita a entrar, que te da la bienvenida desde lejos para que te acerques.
El
Señor me fue mostrando que nosotros también tenemos una luz: es nuestro rostro.
Dicen
que la cara es espejo del alma, y es cierto. Cuando uno está serio o pensativo,
sabes que es mejor no desconcentrar a la persona; o cuando una persona te sonríe
o tiene una mirada acogedora, genera en el otro una cierta confianza y te
sientes a gusto, incluso te acercas y charlas. Es más fácil abrirse con alguien
que te expresa acogida.
Y
cuántas veces sale en el evangelio la mirada de Jesús: cuando traspasó el corazón
de Mateo desde lejos, y provocó en él un cambio radical de vida; o aquel gesto
de acogida que tuvo con la mujer que arrojaron a Sus pies pretendiendo que
fuera Él quien la declarase culpable de adulterio... Cómo transformó la vida de
esta mujer Su mirada de dulzura y de amor, frente a los ojos de sus acusadores.
Hoy
el reto del amor es tener una mirada amable, de acogida. Que sea el espejo de
lo que tu corazón desea: vivir desde el amor. Deja que Jesús te mire para que
tu mirada se transforme en el reflejo de Su Amor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma