Ansia por la llegada
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hoy
empezamos el Adviento; una corona con cuatro velas preside la capilla. Cada
domingo, de pequeñas a mayores, encendemos una vela hasta quedar las cuatro
encendidas.
Es
verdad que estos días de Adviento no tenemos visitas, la comida es más
austera... Es tiempo de recogimiento, pero... ¡no de tristeza! Es tiempo en el
que, con pequeños gestos, el corazón se llena de esperanza y se prepara para
involucrarse en la Navidad, para tomar parte en su papel de protagonista.
El
Adviento son días que la Iglesia nos regala para facilitarnos ser protagonistas
de lo más grande que nos ha podido ocurrir. Dios hecho hombre por ti, por mí.
Puede
que pensar en Navidad en este momento te lleve al quebradero de cabeza con las
comidas, organización de la familia, días libres en el trabajo, cena de
empresa... o, por el contrario, te lleve a la nostalgia, al temor a la soledad,
a tu debilidad y a la huida.
Aún
queda casi todo el mes, y es buen momento para que entres más dentro de ti.
Para dejar que el Adviento despierte en ti Ansia; ansia de la llegada de Jesús.
La Navidad siempre tiene algo que decirte, a ti, en tus circunstancias, y te lo
dirá en función del ansia que tengas de Jesús, del ansia y la necesidad que
tengas de sentirte profundamente salvado en tu pobreza, del ansia que tengas de
sentirte amado en tu debilidad, del ansia que tengas de que Dios realmente esté
a tu lado en este momento y en tus circunstancias. Son días para que le
preguntes a tu corazón: “En mi vida, ¿en qué necesito que sea Navidad? ¿En qué
necesito esperanza, aliento...?”
Si
vives el Adviento, no buscarás que tus circunstancias sean ideales de cara a la
Navidad, ni necesitarás huir de ellas. Al revés: si ansías al Niño porque te
ves pobre, necesitado... la vivirás en plenitud y dejarás que, en lo más
profundo de tu ser, la Navidad no pase desapercibida.
Hoy
el reto del amor es que te prepares para ser protagonista de la Navidad; que
ansíes la llegada de Jesús. Pon una Corona de Adviento, cuatro velas o algo que
te recuerde que, en 23 días, la verdadera Luz viene a iluminar todos los
rincones de tu ser, incluso aquellos por los que no sabes o temes caminar. Y
que el día 24, estés como estés, puedas abrir de par en par la puerta de tu
corazón y decir: “Ven, Señor Jesús”, actúa en mí, sáname, restaurarme, ayúdame.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
