ENCUENTRO ARCIPRESTAL DE VILLANCICOS LA GRANJA - SAN MEDEL

Un año más, y van trece, nos hemos reunido como parroquia y como Arciprestazgo, a “calentar motores”, o mejor dicho: a caldear corazones para la Navidad que se acerca

Tendemos a pensar que el tiempo, y nuestra vida dentro de él, es una gran rueda, que gira y gira sin parar, mientras dura la existencia. Vemos pasar los días, las semanas, los meses, los años… y la mayor parte de ese tiempo es un esquema cíclico, repetitivo, rutinario. Por momentos deseamos que salte por los aires la rutina.

Pero como regla general, nos aferramos a ella como algo seguro, confortable, por conocido y previsible. Este tiempo está loco, decimos cuando tenemos un otoño como el que hemos vivido: seco, soleado, cálido. 

GALERÍA FOTOGRÁFICA 
Los vídeos están al final de esta entrada

O sea, que no ha sido lo que todos esperamos que sea un otoño “normal”. Se nos olvida algo importante que la Biblia y nuestra fe cristiana afirma con rotunda claridad: Dios es el único eterno, sin principio ni fin. Todo lo demás, existe porque Él lo ha creado, dando a cada cosa: un principio, un tiempo de existencia y un fin, en su libérrimo designio.

Hace pocos días, estrenábamos un NUEVO AÑO LITÚRGICO. El punto de partida no puede ser más expresivo de la verdad que vive el cristiano sobre el tiempo: el Adviento, tiempo de espera y de Esperanza. Tiempo de abrirse a la novedad que Dios quiere regalarnos, a cada uno personalmente y como sociedad, familia, comunidad, Iglesia, pueblo, nación, etc. Si lo miramos con atención, nada es repetido. Nosotros creamos el común denominador de la rutina, para simplificar y organizar nuestras tareas, agendas y cometidos. Pero, si somos sinceros, ¿quién podría asegurar lo que va a vivir en el próximo minuto? O incluso si va a vivir.

Es tiempo de superar prejuicios sobre nosotros mismos y sobre los demás. Es tiempo de observar con atención en los acontecimientos, en la realidad, en la historia de cada día: los lugares preferidos donde Dios siempre nos habla y quiere encontrarse con cada uno de nosotros.

Este precioso tiempo que desemboca en la Navidad es una llamada potente de Dios a vivir con nuevas energías, con ilusión renovada, con esperanza que Él garantiza, todas y cada una de las situaciones de nuestra vida y del mundo que puedan parecernos inamovibles, insoportables, irremediables, sin solución. Sólo Dios tiene la llave del tiempo. Él lo hace TODO NUEVO, y nos lo muestra a través de los ojos de un NIÑO que se nos ha dado, su propio HIJO, para que nosotros podamos ver todas las cosas y a todos también así, a través de esos ojos, como algo recién salido de Dios.

La espiritualidad oriental, antiquísima y portadora de semillas de la verdad, sin embargo, ofrece al hombre una visión circular del tiempo en la que no es posible la esperanza. Nuestro mundo occidental tan proclive a adoptar lo exótico y ajeno como mejor que lo propio, necesita más que nunca redescubrir la hermosura y trascendencia de esta visión cristiana del tiempo y de la Historia, en la que Dios realiza su Plan de Salvación con cada uno de nosotros y con toda la Humanidad.

Por eso, un año más, y van trece, nos hemos reunido como parroquia y como Arciprestazgo, a “calentar motores”, o mejor dicho: a caldear corazones para la Navidad que se acerca. El sábado 16 de diciembre, en las mismas vísperas del Domingo “GAUDETE” (=¡ALEGRÁOS!), once grupos de diez parroquias llenaron de alegría navideña el templo de El Sotillo.

Como en anteriores ocasiones, cada grupo ofreció dos villancicos preparados con amor y cantados con “temblor”. También este año, como el anterior en San Cristóbal, los mayores de la Residencia de Cáritas de el Sotillo, abrieron el certamen. A continuación: Bernuy, Tabanera, San Cristóbal, Palazuelos, Zamarramala, Valseca, Hontoria, Parque Robledo, Hontanares y los anfitriones, Sotillo-La Lastrilla. Se echó de menos algún grupo de ediciones pasadas, especialmente La Granja, que da nombre al Arciprestazgo. 

En fin, el encuentro, iniciado por D. Amando, párroco del Sotillo y clausurado por el arcipreste, D. Pablo Montalvo, dio paso a un chocolate calentito con bizcocho, ofrecido amablemente por los feligreses, con saludos cordiales y felicitaciones entre los asistentes de las diferentes parroquias. Como ya se dijo allí, lo decimos desde aquí: gracias a todos los que han colaborado de una u otra forma y ¡mucho ánimo! A seguir preparando y caminando mientras descubrimos las novedades que Dios nos regala en esta Navidad y en todo el año 2018 ¿Te lo quieres perder?

Antonio-M. Sanz de Frutos