Alocución del Papa Francisco antes de rezar la oración mariana del Ángelus
del quinto domingo de diciembre de 2017
“Mientras admiramos a nuestra Madre por su respuesta a
la llamada y a la misión de Dios, pidámosle a ella ayudarnos a cada uno de
nosotros a acoger el proyecto de Dios en nuestra vida, con sincera humildad y
valerosa generosidad”, lo dijo el Papa Francisco antes de rezar la oración
mariana del Ángelus del quinto domingo de diciembre.
Contraste entre promesa y respuesta
En su alocución del Cuarto Domingo de Adviento,
domingo que precede la Navidad, el Santo Padre señaló que, en el Evangelio de
la Anunciación narrado por San Lucas, podemos notar un contraste entre las
promesas del ángel y la respuesta de María. “Este contraste – afirmó el
Pontífice – se manifiesta en la dimensión y en el contenido de las expresiones
de los dos protagonistas. El ángel dice a María: ‘No temas, María, porque Dios
te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará
el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su
reino no tendrá fin’ (vv. 30-33)”.
Es una larga revelación, precisó el Papa, que abre
perspectivas inauditas. El niño que nacerá de esta humilde joven de Nazaret
será llamado Hijo del Altísimo. No es posible concebir una dignidad más alta
que esta, agregó el Pontífice, y después de la pregunta de María, con la cual
pide explicaciones, la revelación del ángel se hace aún más detallada y
sorprendente.
La respuesta de
María: disponibilidad y servicio
En cambio, la
respuesta de María, precisó el Papa, es una frase breve, que no habla de gloria
o de privilegio, sino sólo de disponibilidad y de servicio: «Yo soy la
servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho» (v. 38). “También
el contenido es diferente. María – afirmó el Santo Padre – no se exalta ante la
perspectiva de convertirse en la madre del Mesías, sino permanece modesta y
expresa su propia adhesión al proyecto del Señor”.
Este contraste,
precisó el Obispo de Roma, es significativo. Nos hace entender que María es
verdaderamente humilde y no busca figurar. “Reconoce ser pequeña ante
Dios, y está contenta de ser así. Al mismo tiempo, es consciente que de su
respuesta depende la realización del proyecto de Dios, y que ella está llamada
a adherir con todo su ser”.
La actitud de
María: colaborar con el proyecto de Dios
En esta
circunstancia, señaló el Papa Francisco, María se presenta con una actitud que
corresponde perfectamente a aquel del Hijo de Dios cuando viene en el mundo: Él
quiere convertirse en Siervo del Señor, ponerse al servicio de la humanidad
para realizar el proyecto del Padre. “La actitud de María – precisó el
Pontífice – refleja plenamente esta declaración del Hijo de Dios, que se hace
también hijo de María. Así la Virgen se revela como colaboradora perfecta del
proyecto de Dios, y en el Magníficat podrá proclamar que “Dios ha elevado a los
humildes”, porque con su respuesta humilde y generosa ha obtenido una gloria
altísima”.
Renato Martínez – Ciudad del Vaticano
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