Eucaristía significa
acción de gracias. Acción de gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que
nos envuelve y nos transforma en su comunión de amor
“La
Eucaristía es un evento maravilloso en el cual Jesucristo, nuestra vida, se
hace presente. Participar en la Misa es vivir otra vez la pasión y la muerte
redentora del Señor”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del
segundo miércoles de noviembre, al iniciar un nuevo ciclo de catequesis
dedicados a la Santa Misa.
Texto de la catequesis del
Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Iniciamos
hoy una nueva serie de catequesis, que dirigirá la mirada al “corazón” de la
Iglesia, es decir, la Eucaristía. Es fundamental para nosotros cristianos
comprender bien el valor y el significado de la Santa Misa, para vivir siempre
más plenamente nuestra relación con Dios.
No
podemos olvidar el gran número de cristianos que, en el mundo entero, en dos
mil años de historia, han resistido hasta la muerte por defender la Eucaristía;
y cuantos, aun hoy, arriesgan la vida por participar en la Misa dominical. En
el año 304, durante la persecución de Diocleciano, un grupo de cristianos, del
Norte de África, fueron sorprendidos mientras celebraban la Misa en una casa y
fueron arrestados. El procónsul romano, en el interrogatorio, les pregunto
porque lo habían hecho, sabiendo que era absolutamente prohibido. Y ellos
respondieron: «Sin el domingo no podemos vivir», que quería decir: si no
podemos celebrar la Eucaristía, no podemos vivir, nuestra vida cristiana
moriría.
De
hecho, Jesús dice a sus discípulos: «Les aseguro que si no comen la carne del
Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come
mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
día» (Jn 6, 53-54).
Estos
cristianos del Norte de África fueron asesinados por celebrar la Eucaristía.
Han dejado el testimonio que se puede renunciar a la vida terrena por la
Eucaristía, porque ella nos da la vida eterna, haciéndonos partícipes de la
victoria de Cristo sobre la muerte. Un testimonio que nos interpela a todos y
pide una respuesta sobre qué cosa signifique para cada uno de nosotros participar
en el Sacrificio de la Misa y acercarnos al Banquete del Señor. ¿Estamos
buscando esa fuente de donde “brota agua viva” para la vida eterna?, ¿Qué hace
de nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de acción de gracias y
hace de nosotros un solo cuerpo con Cristo? Este es el sentido más profundo de
la Santa Eucaristía, que significa “acción de gracias”: Eucaristía significa
acción de gracias. Acción de gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que
nos envuelve y nos transforma en su comunión de amor.
En
las próximas catequesis quisiera dar respuesta a algunas preguntas importantes
sobre la Eucaristía y la Misa, para redescubrir, o descubrir, como a través de
este misterio de la fe resplandece el amor de Dios.
El
Concilio Vaticano II ha sido fuertemente animado por el deseo de llevar a los
cristianos a comprender la grandeza de la fe y la belleza del encuentro con
Cristo. Por este motivo era necesario sobre todo actuar, con la guía del
Espíritu Santo, una adecuada renovación de la Liturgia, porque la Iglesia
continuamente vive de ella y se renueva gracias a ella.
Un
tema central que los Padres conciliares han subrayado es la formación litúrgica
de los fieles, indispensable para una verdadera renovación. Y es justamente
este el objetivo de este ciclo de catequesis que hoy iniciamos: crecer en el
conocimiento de este gran don de Dios que nos ha donado en la Eucaristía.
La
Eucaristía es un evento maravilloso en el cual Jesucristo, nuestra vida, se
hace presente. Participar en la Misa «es vivir otra vez la pasión y la muerte
redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se hace presente en el altar
para ser ofrecido al Padre para la salvación del mundo» (Homilía, Santa Misa en
la Capilla de la Domus Sanctae Marthae, 10 de febrero de 2014). El Señor está
ahí con nosotros, presente. Pero, muchas veces nosotros vamos ahí, miramos las
cosas, hablamos entre nosotros mientras el sacerdote celebra la Eucaristía…
pero nosotros no celebramos cerca de él. ¡Pero es el Señor! Si hoy viniera aquí
el presidente de la República o alguna persona muy importante del mundo,
seguramente todos estaríamos cerca de él, que quisiéramos saludarlo. Pero,
piensa: cuando tú vas a Misa, ¡ahí está el Señor! Y tú estás distraído,
volteado… ¡Es el Señor! Debemos pensar en esto, ¡eh! “Padre, es que las misas
son aburridas” – “Pero que cosa dices, ¿Qué el Señor es aburrido?” – “No, no.
La Misa no, los sacerdotes”. “Ah, que se conviertan los sacerdotes, pero es el
Señor que está ahí, ¡eh!” ¿Entendido? No lo olviden. Participar en la Misa «es
vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor».
Tratemos
ahora de ponernos algunas simples preguntas. Por ejemplo, ¿Por qué se hace el
signo de la cruz y el acto penitencial al inicio de la Misa? Una pregunta. Y
aquí quisiera hacer un paréntesis. ¿Ustedes han visto como los niños se hacen
el signo de la cruz? Tú no sabes que cosas hacen, si es el signo de la cruz o
un diseño. Hacen así… Pero, aprender, enseñar a los niños a hacer bien el signo
de la cruz, así comienza la Misa, así inicia la vida, así inicia el día. Esto
quiere decir que nosotros somos redimidos con la cruz del Señor. Miren a los
niños y enséñenles bien a hacer el signo de la cruz.
Y
esas Lecturas, en la Misa, ¿Por qué están ahí? ¿Por qué se leen el domingo tres
Lecturas y los otros días dos? ¿Por qué están ahí, qué cosa significa la
Lectura de la Misa? ¿Por qué se leen y que tienen que ver? O quizás, ¿Por qué a
cierto momento el sacerdote que preside la celebración dice: “Levantemos el
corazón”?. No dice: “Levantemos nuestros celulares para tomar una fotografía”.
No, es una cosa fea. Y les digo que a mí me da mucha tristeza cuando celebro
aquí en la Plaza o en la Basílica y veo muchos celulares levantados no solo de
los fieles, también de algunos sacerdotes y también de obispos. ¡Por favor! La
Misa no es un espectáculo: es ir al encuentro de la pasión, de la resurrección
del Señor. Por esto el sacerdote dice: “Levantemos el corazón”. ¿Qué cosa
quiere decir esto? Recuerden: nada de celulares.
Es
muy importante regresar a los fundamentos, redescubrir lo que es esencial, a
través de aquello que se toca y se ve en la celebración de los Sacramentos. La
pregunta del apóstol Santo Tomás (Cfr. Jn 20, 25), de poder ver y tocar las
heridas de los clavos en el cuerpo de Jesús, es el deseo de poder de algún modo
“tocar” a Dios para creerle. Lo que Santo Tomás pide al Señor es aquello de lo
cual todos nosotros tenemos necesidad: verlo y tocarlo para poder reconocerlo.
Los Sacramentos van al encuentro de esta exigencia humana. Los Sacramentos, y
la celebración eucarística de modo particular, son los signos del amor de Dios,
las vías privilegiadas para encontrarnos con Él.
Así
a través de estas catequesis que hoy iniciamos, quisiera redescubrir junto a
ustedes la belleza que se esconde en la celebración eucarística, y que, una vez
revelada, da sentido pleno a la vida de cada uno. La Virgen nos acompañe en
este nuevo tramo del camino. Gracias.
Traducción
del italiano, Renato Martínez
Radio
Vaticano