¿QUÉ POSTURA CORPORAL ADOPTA JESÚS PARA ENSEÑAR?

Estar sentado es mucho más que un detalle del evangelio: es toda una catequesis sobre quién era Jesús

“Enrollando el volumen lo devolvió al ministro,y se sentó… Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, seha cumplido hoy’” (Lc 4, 20-21).

“Entonces (Jesús) se sentó, llamó a losDoce, y les dijo: ‘Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y elservidor de todos’” (Mc 9, 35).

“Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir asentarse en una barca; toda la gente quedaba en la ribera” (Mt 13, 1-2).

“Yahvéh se sienta como rey eterno” (Sal 28, 10).

“Reina Dios sobre las naciones; Dios, sentado en su sagrado trono” (Sal 46, 9).

Como Jesús, según la carne, es descendiente del Rey David, Dios lo sentará en “el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin” (Lc 1, 32-33).

Jesús está sentado a la derecha del Padre (Mc 16, 19; Col 3, 1) y volverá con su gloria para juzgar a vivos y muertos: “Se sentará en el trono de su gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones…” (Mt 25, 31-32).

El estar sentado es la postura típica de los maestros judíos para enseñar, instruir. El estar sentado es la posición corporal que más propicia la concentración para la enseñanza y, de paso, para la escucha. Así estará el que enseña, el que juzga, el que tiene autoridad. Es también la postura de quién actúa como ministro de la reconciliación.

En la biblia vemos que quienes juzgan como jueces (Ex 18, 13; Mt 27, 19; Hch 16,15; Hch 25, 6) o ancianos (Rt 4, 4), los que gobiernan o reinan -Reinar es estar sentado en el trono con señorío y dominio (1R 1, 48; 3, 6; Pr 20, 8)- y quienes enseñan ejercen su función sentados pues esta posición expresa autoridad, como es el caso de los escribas y los fariseos quienes se han sentado “en la cátedra de Moisés” (Mt 23, 2).

Y Jesús es consciente de su identidad -“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28, 18)-; sabe que es el sumo y eterno sacerdote, profeta, rey (el mesías), el Señor y el Maestro (Rabbí), por esto hace todo con autoridad (Mt 7,  29; Mc 1, 22; Lc 4, 32), no con autoritarismo. Y Jesús se sienta con autoridad para ejercer su sacerdocio, su profetismo, su realeza, su señoría y su ministerio de la enseñanza.

La gente veía en Jesús a un maestro, (Rabbí), porque siempre estaba enseñando; siempre lo vemos rodeado por una multitud, por unos seguidores a quienes Jesús les enseñaba un estilo de vida semejante al suyo, porque anunciaba la llegada del Reino de Dios.

Y por esto le dicen ‘Maestro’, pero no solo como una forma de tratarle con respeto o por educación, sino para hacerle justicia. Judas Iscariote le preguntó a Jesús: “¿Acaso soy yo, Rabbí?” (Mt 26, 25).

Y aunque su modo de dirigirse al pueblo, para invitarlo a vivir de otra manera, se ajusta a la imagen de un maestro de su tiempo (enseñando sentado), la gente descubre que no es un maestro como los demás. Y Jesús no es un maestro cualquiera, es Dios mismo que, en su divina persona, se pone a enseñar a la humanidad.

Y el mismo Jesús se autodefine como Maestro. Y este título de maestro Jesús se lo da a sí mismo en momentos importantes de su existencia: “…, decid al dueño de casa: ‘El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?’” (Mc 14, 14). “Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar ‘Rabbí’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos” (Mt 23, 8). “Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” (Jn 13, 13-14).

Jesús se presenta como maestro y enseña, sentado solemnemente, una doctrina nueva; y enseña con autoridad (Mc 1, 27); a diferencia de estar de píe, postura que Él usó especialmente para proclamar algo (Jn 7, 37). Y su asiento (su cátedra) es, por ejemplo, una barca de pesca, su escuela es al aire libre y siempre abierta a todos.

Henry Vargas Holguín


Fuente: Aleteia