Es necesario que la acción
política deba ponerse al servicio de la persona humana, del bien común y del
respeto por la naturaleza, afirmó el Papa
“El
Estado no puede concebirse como el titular único y exclusivo del bien común sin
permitir que los cuerpos intermedios de la sociedad civil expresen libremente
su potencial completo. Sería una violación del principio de subsidiariedad que,
combinado con la solidaridad, es una piedra angular de la doctrina social de la
Iglesia”, lo dijo el Papa Francisco a los participantes en el Encuentro
organizado por la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, a quienes
recibió en audiencia, la mañana del tercer viernes de octubre, en la Sala
Clementina del Vaticano.
En
su discurso, el Santo Padre agradeció a los miembros de la Academia Pontificia
de Ciencias Sociales y a las personalidades que participan en estas jornadas de
estudio, así como a las instituciones que apoyan esta iniciativa. “Una
iniciativa que llama la atención sobre un tema de gran actualidad – señaló el
Pontífice – como es el de elaborar nuevos modelos de cooperación entre el
mercado, el Estado y la sociedad civil, en relación con los desafíos de nuestro
tiempo”.
Aumento endémico y
sistemático de las desigualdades
En
esta ocasión, precisó el Papa, quisiera hablar brevemente de dos causas
específicas que alimentan la exclusión y las periferias existenciales: la
primera dijo, es el aumento endémico y sistemático de las desigualdades y de la
explotación del planeta; y la segunda causa de exclusión es el trabajo no
digno de la persona humana. “La primera es el aumento endémico y
sistemático de las desigualdades y de la explotación del planeta – afirmó el
Obispo de Roma – que es mayor con respecto al aumento de la renta y de la
riqueza. Y, sin embargo, la desigualdad y la explotación no son una fatalidad
ni tampoco una constante histórica. No son una fatalidad – precisó el Pontífice
– porque dependen, además de las diferentes conductas individuales, también de
las reglas económicas que una sociedad decide darse. Basta pensar en la
producción de energía, en el mercado laboral, en el sistema bancario, en
el welfare, en el sistema fiscal y en el sector escolar”.
El trabajo no digno
de la persona humana
“La
otra causa de exclusión – subrayó el Papa Francisco – es el trabajo no
digno de la persona humana. Ayer, en la época de la Rerum
novarum (1891), se reclamaba el ‘justo salario del obrero’. Hoy en día,
además de esta sacrosanta exigencia, nos preguntamos también porque todavía no
se ha logrado poner en práctica lo que está escrito en la
Constitución Gaudium et Spes: ‘El conjunto del proceso de la producción
debe, pues, ajustarse a las necesidades de la persona y a la manera de vida de
cada uno en particular’, (No. 67) y - podemos agregar con la
Encíclica Laudato si’ - respetando la creación, nuestra casa común”.
El desafío de trabajar al
servicio del desarrollo humano integral
La
creación de nuevo empleo necesita, sobre todo en esta época, señaló el
Pontífice, personas abiertas y emprendedoras, relaciones fraternales,
investigación e inversión en el desarrollo de energía limpia para resolver los
desafíos del cambio climático. Por ello, afirmó el Papa, es necesario que la
acción política deba ponerse al servicio de la persona humana, del bien común y
del respeto por la naturaleza. “El desafío al que responder es, pues –
puntualizó el Santo Padre – el de trabajar con valentía para ir más allá del
modelo de orden social vigente, transformándolo desde dentro. Debemos pedir al
mercado no solo que sea eficiente en la producción de riqueza y que asegure un
crecimiento sostenible, sino que también esté al servicio del desarrollo humano
integral”.
El desafío de aunar los
derechos individuales con el bien común
Refiriéndose
al nuevo contexto de la globalización, el Papa Francisco señaló que, no podemos
sacrificar en el altar de la eficiencia, de nuestros tiempos los valores
fundamentales como la democracia, la justicia, la libertad, la familia, la
creación. “Análogo es el replanteamiento de la figura y el papel del
Estado-nación en un nuevo contexto como el de la globalización, que ha
modificado profundamente el orden internacional anterior. El Estado no puede
concebirse como el titular único y exclusivo del bien común – afirmó el
Pontífice – sin permitir que los cuerpos intermedios de la sociedad civil
expresen libremente su potencial completo. Sería una violación del principio de
subsidiariedad que, combinado con la solidaridad, es una piedra angular de la
doctrina social de la Iglesia. El desafío aquí es cómo aunar los derechos
individuales con el bien común”.
Antes
de concluir su discurso, el Papa Francisco alentó a seguir el ejemplo de
Charles Péguy, quien veía en la virtud de la esperanza: como una hermana
pequeña está en medio de las otras dos virtudes - la fe y la caridad –
sujetándolas de la mano y tirando de ellas hacia delante. Me parece, afirma el
Pontífice, que esta sea la posición de la sociedad civil: “tirar” hacia delante
del Estado y del mercado para que puedan repensar su razón de ser y su forma de
actuar.
Renato
Martínez
Radio
Vaticano