Si te equivocas,
levántate: nada es más humano que cometer errores
“La esperanza nos lleva a la existencia de una creación que
se extiende hasta su cumplimiento definitivo, cuando Dios será todo en todos”,
con estas palabras el Papa Francisco reflexionó en la Audiencia General del
tercer miércoles de septiembre, sobre el tema: "educar a la
esperanza".
Texto de la catequesis del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La
catequesis de hoy tiene por tema: “educar a la esperanza”. Y por esto yo la
dirigiré directamente, con el “tú”, imaginando hablar como educador, como padre
a un joven, o a alguna persona abierta a aprender.
Piensa, ahí
donde Dios te ha sembrado, ¡espera! Siempre espera.
No te rindas
a la noche: recuerda que el primer enemigo por derrotar no está fuera de ti:
está dentro. Por lo tanto, no concedas espacio a los pensamientos amargos,
oscuros, ¿no? Este mundo es el primer milagro que Dios ha hecho, ha puesto en
nuestras manos la gracia de nuevos prodigios. Fe y esperanza caminan juntos.
Cree en la existencia de las verdades más altas y más bellas. Confía en Dios
Creador, en el Espíritu Santo que mueve todo hacia el bien, en el abrazo de
Cristo que espera a todo hombre al final de su existencia; cree, Él te espera.
El mundo camina gracias a la mirada de tantos hombres que han abierto brechas,
que han construido puentes, que han soñado y creído; incluso cuando a su
alrededor se oían palabras de burla.
No pensar
jamás que la lucha que conduces aquí abajo sea del todo inútil. Al final de la
existencia no nos espera el naufragio: en nosotros palpita una semilla de
absoluto. Dios no defrauda: si ha puesto una esperanza en nuestros corazones,
no la quiere truncar con continuas frustraciones. Todo nace para florecer en
una eterna primavera. También Dios nos ha hecho para florecer. Recuerdo ese
dialogo, cuando el roble pidió al almendro: “Háblame de Dios”. Y el almendro
floreció.
¡Donde
quiera que te encuentres, construye! ¡Si estas por los suelos, levántate! No
permanezcas jamás caído, levántate, déjate ayudar para estar de pie. ¡Si estas
sentado, ponte en camino! ¡Si el aburrimiento te paraliza, sácala con las obras
de bien! Si te sientes vacío o desmoralizado, pide que el Espíritu Santo pueda
nuevamente llenar tu nada.
Obra la paz
en medio a los hombres, y no escuchar la voz de quien derrama odio y división.
No escuchar estas voces. Los seres humanos, por cuanto sean diversos los unos
de los otros, han sido creados para vivir juntos. En los contrastes, paciencia:
un día descubrirás que cada uno es depositario de un fragmento de verdad.
Ama a las
personas. Ámalos uno a uno. Respeta el camino de todos, lineal o atormentado
que sea, porque cada uno tiene una historia por narrar. También cada uno de
nosotros tiene su propia historia por narrar. Todo niño que nace es la promesa
de una vida que todavía una vez más se demuestra más fuerte que la muerte. Todo
amor que surge es una potencia de transformación que anhela la felicidad.
Jesús nos ha
entregado una luz que brilla en las tinieblas: defiéndela, protégela. Esta
única luz es la riqueza más grande confiada a tu vida.
Y sobre
todo, sueña. No tener miedo de soñar. ¡Sueña! Sueña con un mundo que todavía no
se ve, pero que es cierto que llegará. La esperanza nos lleva a la existencia
de una creación que se extiende hasta su cumplimiento definitivo, cuando Dios
será todo en todos. Los hombres capaces de imaginación han regalado al hombre
descubrimientos científicos y tecnológicos. Han atravesado los océanos y han
pisado tierras que nadie había pisado jamás. Los hombres que han cultivado
esperanza son también aquellos que han vencido la esclavitud, y traído mejores
condiciones de vida sobre esta tierra. Piensen en estos hombres.
Se
responsable de este mundo y de la vida de cada hombre. Porque toda injusticia
contra un pobre es una herida abierta, y disminuye tu misma dignidad. La vida
no cesa con tu existencia, y en este mundo vendrán otras generaciones que
seguirán a la nuestra, y muchas otras todavía. Y cada día pide a Dios el don de
la valentía. Recuérdate que Jesús ha vencido por nosotros al miedo. Él ha
vencido al miedo. Nuestra enemiga más traicionera no puede nada contra la fe. Y
cuando te encuentres atemorizado ante cualquier dificultad de la vida,
recuérdate que tú no vives sólo por ti mismo. En el Bautismo tu vida ha sido ya
sumergida en el misterio de la Trinidad y tú perteneces a Jesús. Y si un día te
asustaras, o tú pensaras que el mal es demasiado grande para ser derrotado,
piensa simplemente que Jesús vive en ti. Y es Él que, a través de ti, con su
humildad quiere someter a todos los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el
crimen, la violencia, todos nuestros enemigos.
Ten siempre
la valentía de la verdad, pero recuérdate: no eres superior a nadie. Recuérdate
de esto, ¡eh! No eres superior a nadie. Si tú fueras el último en creer en la
verdad, no rechaces por esto la compañía de los hombres. Incluso si tú vivieras
en el silencio de una ermita, lleva en el corazón los sufrimientos de toda
creatura. Eres cristiano; y en la oración todo devuelves a Dios.
Y cultiva
ideales. Vive por alguna cosa que supera al hombre. Y si un día estos ideales
te pidieran una cuenta salda por pagar, no dejes jamás de llevarlos en tu
corazón. La fidelidad obtiene todo.
Si te
equivocas, levántate: nada es más humano que cometer errores. Y esos mismos
errores no deben de convertirse para ti en una prisión. No estés enjaulado en
tus propios errores. El Hijo de Dios ha venido no por los sanos, sino por los
enfermos: pues ha venido también por ti. Y si te equivocas incluso en el
futuro, no temer, ¡levántate! ¿Sabes por qué? Porque Dios es tu amigo. Dios es
tu amigo.
Si te afecta la
amargura, cree firmemente en todas las personas que todavía obran por el bien:
en su humildad esta la semilla de un mundo nuevo. Frecuenta a las personas que
han cuidado el corazón como aquel de un niño. Aprende de las maravillas,
cultiva el asombro. Cultiva el asombro.
Vive, ama,
sueña, cree. Y, con la gracia de Dios, no desesperarse jamás. Gracias.
Traducción
del italiano, Renato Martínez
Radio
Vaticano
