Las
amenazas entre Trump y Kim Jong-un y las sanciones económicas en contra de un
tercio de las exportaciones de Corea del Norte a países como Corea del Sur,
Rusia y China, auspiciadas por la ONU, han generado un ambiente de hostilidad
que muy pocas ocasiones se había visto
“La diplomacia
y el compromiso político son necesarios para resolver las diferencias entre
Estados Unidos y Corea del Norte y evitar un conflicto militar”, dijo en una
carta dirigida al secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, el
presidente de Comité Internacional para la Justicia y la Paz de la Conferencia
de los Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), el obispo de Las Cruces,
Nuevo México, Óscar Cantú.
Con esta carta,
los prelados estadounidenses se hacen eco del llamado tanto del papa Francisco
como de los obispos de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur en el sentido
de que debe llegarse a un acuerdo entre ambas partes, una salida
negociada, que detenga una posible conflagración nuclear de consecuencias
imprevisibles.
En la carta a
Tillerson, el obispo Cantú reconoció que la amenaza creciente de la violencia
de los líderes de Corea del Norte, en especial la de quien encabeza el gobierno
de ese país, Kim Jong-un, no puede ser “subestimada o ignorada”.
Pero la certeza
de que cualquier acción militar acabaría en una catástrofe “debe incitar a
Estados Unidos a trabajar con otros en la comunidad internacional”, en la busca
de “una solución diplomática y política basada en el diálogo”.
Un futuro para
la península coreana
Las amenazas cruzadas
entre el presidente Trump y Kim Jong-un, aunadas a las sanciones
económicas en contra de un tercio de las exportaciones de Corea del
Norte a países como Corea del Sur, Rusia y China, auspiciadas por la ONU, han
generado un ambiente de hostilidad que muy pocas ocasiones se
había visto, sobre todo en el sudeste asiático.
La carta del
obispo Cantú señala que el Comité que encabeza está en total acuerdo con la
postura de la Conferencia de Obispos Católicos de Corea en su apoyo a la
propuesta del presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, de conversaciones
“humanitarias y militares” con Corea del Norte.
“En solidaridad
con la Iglesia Católica en Corea y con los esfuerzos del gobierno surcoreano,
instamos a Estados Unidos a que aliente y apoye estas conversaciones”, escribió
el Obispo Cantú. “Esta propuesta, a diferencia de la mayoría de los demás,
ofrece a la Península Coreana un futuro libre de conflictos o crisis militares,
mismas que podrían amenazar a naciones enteras y a millones de
vidas en la región”.
No hay garantía
de paz por la disuasión nuclear
La carta del
obispo de Las Cruces recordó a Tillerson que “esta crisis nos recuerda que la
disuasión nuclear y la destrucción mutuamente asegurada no garantizan la
seguridad o la paz, sino que exacerban las tensiones y
producen las esfuerzos armamentísticos a medida que los países adquieren
más armas de destrucción masiva, en un intento de intimidar o
amenazar a otras naciones”.
En su carta,
Cantú, nacido en Houston, Texas, en 1966, citó un comunicado del mes de julio
de los obispos de Estados Unidos y los obispos católicos europeos para que
todas las naciones elaboren un plan para eliminar las armas nucleares de sus
arsenales militares.
En una
declaración conjunta emitida por la USCCB y la Conferencia de las Comisiones
Europeas de Justicia y Paz se pidió a Estados Unidos y a las naciones europeas
que trabajen con otras naciones para “diseñar una estrategia creíble,
verificable y aplicable para la eliminación total de las armas nucleares”.
El obispo Cantú
y el arzobispo Jean-Claude Hollerich, de Luxemburgo, presidente de la
Conferencia europea, firmaron la declaración. Sin embargo, hasta el momento,
nadie los ha tomado en cuenta. Y la tensión, aunque un poco más relajada, sigue
en aquella región del sudeste de Asia.
Jaime Septién
Fuente: Aleteia