Hay mártires que lo son por causa de la fe, ‘en odio a la fe’; otros lo son por causa de la caridad; otros, y especialmente en nuestro Continente Americano, lo son por causa de la justicia”
El
día 15 hizo 100 años que nació el Beato Oscar Arnulfo Romero en El
Salvador, el 15 de agosto de 1917, una fiesta que ha reunido a una gran
cantidad de fieles en diversas actividades dentro y fuera del país
centroamericano.
En
medio de una naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el
gobierno de extrema derecha, Mons. Óscar Romero fue asesinado el 24 de marzo de
1980.
El
Papa Francisco reconoció que su muerte fue por odio a la fe y aprobó su beatificación
que se celebró el 25 de mayo de 2015 en San Salvador.
A
fines de febrero de 2017 concluyó en El Salvador el proceso de instrucción
sobre un
posible milagro concedido por intercesión de Mons. Romero, el que ya fue
enviado a Roma.
Para
la celebración de este aniversario, el Papa Francisco nombró como su enviado
especial a El Salvador al Arzobispo de Santiago de Chile, Cardenal Ricardo
Ezzati, quien presidió este martes una Misa.
La
delegación por el centenario del natalicio de Mons. Romero está compuesta por:
Mons. Rafael Urrutia, Canciller de la Arquidiócesis de San Salvador y Vicario
Episcopal para los Movimientos y las Asociaciones de fieles laicos; y el P.
Reinaldo Sorto, Vicario Episcopal de Pastoral y Párroco de San José de la
Montaña.
En
la Misa que presidió en Ciudad Barrios, en San Miguel, al término de una
peregrinación que reunió a miles de fieles salvadoreños, el Cardenal Ezzati
rindió homenaje al Beato.
“He
visto y doy gracias a Dios porque este pueblo ha reconocido un don
extraordinario para la Iglesia y para El Salvador, en el Beato Obispo Romero. Y
he visto en este pueblo la semilla, el fruto y la cosecha abundante que él
esperaba”, dijo el Purpurado chileno.
El
Arzobispo resaltó que los católicos constituyen en El Salvador “una familia de hermanos
y hermanas, porque la invitación que Dios nos hace de su hijo Jesús es hacer
hijos y la oración que Jesús nos ha enseñado es la oración para dirigimos a
Dios como Padre”.
“Entonces,
recojamos de este Santo Obispo nacido aquí, a pocos metros de este altar, la
herencia suya, la herencia que valora inmensamente el don de la familia y que
hace de cada una de sus familias la Iglesia Doméstica”.
“El
Papa ha tenido la bondad de enviarme como su Legado personal, para
representarlo en este acontecimiento eclesial que los convoca en este día de
júbilo. Ustedes saben tanto como yo, que él tiene un afecto muy grande por esta
tierra ‘que lleva e nombre del Divino Salvador’, y saben también, de su
reiterado deseo de que el martirio de Mons. Romero no deje de dar frutos
abundantes de comunión eclesial, de reconciliación y solidaridad entre los
salvadoreños, a fin de edificar una sociedad justa y noble”.
La
figura de Mons. Romero, dijo el Arzobispo, “no se explica sin esta ‘virtud’, es
decir, sin la fortaleza divina que acompaña el martirio. Hay mártires que lo
son por causa de la fe, ‘en odio a la fe’; otros lo son por causa de la
caridad; otros, y especialmente en nuestro Continente Americano, lo son por
causa de la justicia”.
“Es
legítimo preguntarse: ¿habrá mártires que lo sea por causa de la esperanza? La
esperanza es la más humilde de las virtudes teologales. Pero, no puede haber fe
teologal, si no se tiene ante los ojos el punto de llegada de la vida humana y de la creación, es
decir: la tierra nueva y los cielos nuevos".
Para
concluir, el Cardenal Ezzati dijo: “Me atrevo a decir que el Beato Mons. Romero
es un mártir de la esperanza. Lo es para los más pobres del Continente, lo es
para nuestra querida Iglesia, lo es para los que luchan por la justicia, la
reconciliación y la paz que, con cariño renovado, ya lo llama ‘San Romero de
América’. El Beato Romero es un santo de la Esperanza".
Por Walter
Sánchez Silva y Giselle Vargas
Fuente:
ACI