“Deseo morir por Cristo y su fe”, expresaba Pedro
María Ramírez, "El Cura de Armero", uno de los nuevos beatos
colombianos
El pasado 7 de julio los
obispos de Colombia al clausurar las 103 Asamblea Plenaria de la Conferencia
Episcopal compartieron la alegría de la próxima beatificación de monseñor Jesús
Emilio Jaramillo y del padre Pedro María Ramírez Ramos, llamado “Cura de Armero”.
“Elevamos nuestra
acción de gracias y glorificamos a Dios porque regala a la Iglesia en Colombia
estos frutos de santidad y el testimonio de su vida, fiel al evangelio, en
momentos muy difíciles de la historia de nuestro país”.
La reconciliación con
Dios, entre los hombres y con la naturaleza será el tema pastoral de
Villavicencio, ciudad donde se realizará la ceremonia de beatificación de ambos
sacerdotes que fueron martirizados, según dice el decreto, por
odio a la fe.
El Padre Pedro
Ramírez fue capaz de entregar su vida por amor a Dios y al pueblo que servía
como pastor. Y el testimonio de su martirio expresa que
ante Dios no hay etiquetas ni colores.
Al servicio de las almas por amor
a Cristo
Pedro María nació en La Plata –
Huila el 23 de octubre de 1899. Hijo de Ramón Ramírez y de Isabel Ramos,
quienes se caracterizaron por su vida de fe y por inculcar a sus hijos, desde
pequeños, el amor a Dios. Pedro María fue bautizado al día siguiente de su
Nacimiento en la Parroquia “San Sebastián” de La
Plata donde también recibió por primera vez a Jesús Eucaristía.
Sus estudios
primarios los realizó en su pueblo natal y cuando cumplió 12 años fue enviado
junto con su hermano Luis Antonio al Seminario Menor de Elías en Garzón –
Huila. A los 16 años se matriculó en el Seminario Mayor de Garzón, pero después
de 5 años vio la necesidad de retirarse para discerner nuevamente su vocación.
Estuvo por fuera del Seminario 8 años y en 1928 retomó su preparación para el
sacerdocio en el Seminario de Ibagué. El 21 de junio de 1931 fue ordenado
sacerdote.
Su primera misa la
celebró en la parroquia San Sebastián de La Plata, el mismo lugar de su bautizo
y su primera comunión, el 16 de julio de 1931.
Su sacerdocio lo
ejerció inmerso en la dinámica parroquial. En su primer año lo nombraron
coadjuntor en Chaparral, a los tres años el obispo lo nombró Párroco en Cunday
y luego, en 1943 fue Párroco en Fresno para finalmente ejercer su vocación de
pastor en la Parroquia de Armero. Allí estuvo desde 1946 hasta el 10 de abril
de 1948 donde murió y concretó su mayor anhelo que con frecuencia expresaba: “Deseo
morir por Cristo y su fe”.
La cerrazón en las ideologías:
“Bogotazo”
Al padre Pedro María Ramírez le
tocó ejercer su ministerio en un contexto social bastante complicado para Colombia
y fue la acérrima lucha que se desató entre conservadores y liberales. El odio
que se propiciaba entre “los azules” y “los rojos” encegueció a muchos que no
encontraron sino en los asesinatos la manera de progresar.
El 9 de abril de
1948, en el centro de la ciudad de Bogotá, el candidato presidencial y líder
liberal, Jorge Eliécer Gaitán fue
asesinado el 9 de abril de 1948. Este hecho sacudió fuertemente al país
acrecentando el odio entre los dos partidos.
La capital y otras
ciudades fueron sacudidas por fuertes protestas cargadas de violencia. Ese día
conocido en la historia como “Bogotazo” hubo
saqueos, incendios provocados por los manifestantes que acabaron con tranvías,
iglesias, edificaciones importantes y varios locales del comercio.
Fueron cientos de
muertos y heridos. El saldo reportado fue manipulado; algunos hablaban de
500 muertos y otros de más de 3000.
El “Bogotazo” marcó
la historia de Colombia y desencadenó otro episodio doloroso para este país que
es conocido como el período de la “La Violencia”.
“¡Padre, perdónalos! ¡Todo por
Cristo!”
Siendo las cinco de
la tarde unos
manifestantes anti-religiosos entraron a la iglesia en busca de supuestas armas
profanando el templo. La mayoría de los atacantes estaban
borrachos y envalentonados, lanzando imprecaciones, insultos y blasfemias, y al
no encontrar lo que buscaban se retiraron ofuscados.
Antes de que fuera
arrestado por la turba, este se encontraba en oración frente al Santísimo
Sacramento, preocupado por lo que pudieran hacerle al Templo; escuchando con
viva voz: “¡Metan al cura a la cárcel! ¡Abajo los curas!”
Ese día después de
planear la salida de las religiosas que lo acompañaban en su apostolado y de
repartir las hostias consagradas escribió:
“De mi parte deseo morir por Cristo y su fe. Al Excelentísimo
Señor Obispo mi inmensa gratitud, porque sin merecerlo me hizo Ministro del
Altísimo, Sacerdote de Dios y cura párroco hoy del pueblo de Armero, por quien
quiero derramar mi sangre. Especiales menciones para mi orientador el santo
padre Dávila. A mis familiares, que voy a la cabeza para que sigan el ejemplo
de morir por Cristo, con especial cariño los miraré desde el cielo.
Profundamente agradecido con las Madres Eucarísticas, desde el cielo velaré por
ellas, sobre todo por la Madre Miguelina. En el nombre del Padre, y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén. Armero, 10 de abril de 1948. Pedro María Ramírez
Ramos, Pbro.”
En horas de la tarde al ver que
llegaba la hora de su muerte se quitó la estola y el roquete para entregarse a
quienes lo perseguían. Al llegar a la Plaza Principal la multitud se lanzó
sobre él con palos y golpes; hasta que finalmente alguien le dio muerte con un
machete. Sus últimas palabras fueron: “¡Padre, perdónalos! ¡Todo por Cristo!”
Su cuerpo quedó
expuesto toda la noche sin que nadie pudiera hacer nada. En la actualidad sus
restos reposan en el Cementerio de La Plata, Huila.
Mónica Ibáñez Sarco
Aleteia
Colombia