Lo apropiado para invocar
al ángel de la guarda es la oración, no un talismán mágico
Llevan
varios años de moda en muchos lugares. Los “llamadores de ángeles” han
encontrado un hueco entre los complementos y detalles de bisutería o joyería
utilizados por muchas personas (sobre todo mujeres), y no es difícil ver cómo
se venden, se compran y, sobre todo, se regalan.
Joyas con un “propósito
espiritual”
Los
llamadores de ángeles suelen ser pequeñas esferas que se llevan colgadas del
cuello por medio de una cadena. Dentro de la esfera hay una pequeña bola
metálica que, con el movimiento, la roza y produce un suave tintineo, como si
fuera un cascabel. Pueden ser de diversos materiales y colores, cada uno de
ellos con un significado particular.
En
diversas páginas web de esoterismo podemos ver el sentido que se le da a estos
objetos, más allá del simple adorno. El sonido que produce, se dice, “posee
propiedades mágicas y maravillosas: principalmente tiene el poder de llamar al
ángel de la guarda de la persona que usa este collar, para proporcionarle
protección, bienestar y la orientación espiritual que necesite”.
Dicho
esto, que es el sentido “mágico” básico de estos amuletos, nos encontramos
después con un montón de supuestos orígenes, leyendas, casos… de lo más variopinto.
Unos dicen que forman parte de la joyería ancestral de algunas culturas y
civilizaciones. Otros
Incluso
se aporta algún relato legendario que remite a la tradición bíblica. Como
cuando dicen que antes del pecado original de Adán y Eva “los humanos y los
ángeles compartíamos un mismo espacio en el paraíso. Al ser expulsados de éste,
los ángeles sintieron mucha pena por nosotros, por sentirnos perdidos y llenos
de emociones negativas. Para ayudarnos nos obsequiaron con los llamadores de
ángeles”. Por si acaso, hay que aclarar que se trata de una historia inventada
que no tiene sentido alguno en la Sagrada Escritura.
¿Una ayuda para la fe o un
objeto mágico?
Se
insiste en la protección espiritual y en la vinculación de estos objetos con
los seres supuestamente llamados por ellos: los ángeles. Pero como sucede en la
Nueva Era, esta actitud no responde a la realidad de los ángeles tal como la
entiende la fe cristiana: criaturas espirituales que son mensajeras y
mediadoras de Dios para proteger y guiar al ser humano hacia el Señor. No son
“mensajeros de luz”, como vemos en la publicidad de los llamadores. Son
mensajeros de Dios.
Normalmente
se insiste en el uso de los llamadores de ángeles por parte de las mujeres
embarazadas como amuleto protector de la gestante y del bebé. ¿Por qué razón?
No simplemente porque el no nacido pueda escuchar el tintineo, sino porque se
proteja su “energía pura” en supuestos ambientes cargados de “energía
negativa”. Una vez más, terminología propia de la Nueva Era para garantizar no
el cuidado de un Dios personal, sino la protección de fuerzas desconocidas.
Esto es magia, y no fe.
¿No
es cristiano invocar a los ángeles? Sí, claro que es posible. La liturgia de la
Iglesia celebra a los tres arcángeles que aparecen en la Biblia (Miguel, Rafael
y Gabriel) y también al ángel custodio o de la guarda. Pero la invocación es a
través de la oración de intercesión: son mediadores de la acción de Dios. No se
les invoca con amuletos ni se les adora. Esto cae en el terreno de la
superstición.
Incluso
a veces se proponen sencillos rituales para “activar” los llamadores de
ángeles. Por ejemplo, uno consiste en colocar el amuleto bajo un chorro de agua
y decir: “llamador de ángel, trabaja para mi ‘yo’ superior y para comunicarme
con mi ángel guardián”. Otro recomienda colocarlo sobre un paño de algodón toda
la noche bajo la luz de la luna. Ritos mágicos, claramente. Invocaciones que no
son oración.
Además,
se insiste en que los llamadores de ángeles deben entregarse personalmente, y
en que después de recibidos, no pueden prestarse a otras personas, ya que el
ángel de la guarda es intransferible. Porque, de lo contrario, “la magia y
protección de la esfera desaparecerían”. En los libros que hablan sobre el tema
leemos cosas como la situación junto al chakra(centro energético) del
corazón, la armonización de energías, el flujo de poder… En resumen, esoterismo
propio de la Nueva Era.
Por cierto… ¡no existen
los amuletos cristianos!
La
pregunta que encabeza este artículo “tiene trampa”. Así es: la fe cristiana no
acepta ningún tipo de amuleto. Para un creyente no es válido un llamador de
ángeles, como acabamos de ver… pero tampoco lo es cualquier otro amuleto. De
hecho, la Iglesia advierte contra el uso supersticioso de sacramentales y
objetos sagrados. Una cruz, una medalla de la Virgen María o de un santo, un
escapulario… son elementos materiales que nos remiten a una realidad espiritual.
Estos
objetos no sirven para “dar suerte” ni para conceder tranquilidad o prosperidad
a sus portadores, sino para recordar la presencia salvadora de Dios, su
protección y su bendición. Y para recordar a quienes los llevan su fe y el
compromiso que trae consigo. Y, para los que los ven –en el caso de que sean
visibles externamente–, constituye un testimonio cristiano.
El
Catecismo de la Iglesia Católica habla de los amuletos, cuyo uso es
“reprensible”. Lo dice en el n. 2117, en el párrafo dedicado a las prácticas de
magia, hechicería y espiritismo. Todas estas cosas constituyen un pecado grave
contra el culto que sólo debe darse a Dios. En el fondo, al vivir pendientes de
estas cosas, dejamos de confiar en la providencia amorosa de Dios.
Como
afirma Raúl Berzosa, “el espiritismo, la New Age, el esoterismo e incluso la
creencia en los extraterrestres han vuelto a poner de moda a los ángeles. Se
les da nombre, se les invoca, se afirma tener experiencia de su presencia”. Los
cristianos debemos tener claro su papel, como nuestros compañeros en el camino,
para que todas estas cosas no nos aparten, por ignorancia o negligencia, del
verdadero culto a Dios.
Luis Santamaría
Fuente:
Aleteia