Alessandro Serenelli, asesino de Maria Goretti, fue
tentado, por desesperación, incluso a quitarse la vida, pero algo le hizo
cambiar
Alessandro
Serenelli (1882-1970) era un joven trabajador robusto que vivía cerca
de la familia Goretti cuando ésta se trasladó al Agro Pontino.
Arrastrado por la
pasión intentó varias veces seducir a la joven María Goretti, que
todavía no tenía 12 años, y violarla.
Ante su resistencia
un día la
apuñaló 14 veces con un objeto afilado.
Al principio, en la
cárcel, no mostró ningún arrepentimiento. Tampoco cuando le visitó el obispo
para hablarle del perdón de Dios.
Pero unos días
después pidió hablar con el obispo: había soñado con Marietta, su víctima, que
llevaba 14 lirios (tantos como puñaladas) y le sonreía resplandeciente.
Ahí empezó su transformación.
Recogemos aquí el
testamento espiritual del Alessandro Serenelli anciano, ya con casi 80 años,
poco antes de su muerte, transformado por la fe de “Marietta” (hoy santa María Goretti)
y por la vivencia de la espiritualidad franciscana.
El asesino, debido a
la edad (entonces la mayoría de edad era a los 21 años) no fue condenado a la
cadena perpetua, sino a 30 años de reclusión.
Su camino espiritual
fue lento y duro. Fue tentado, por desesperación, incluso a
quitarse la vida.
Lo salvaron la
certeza del perdón de “Marietta” y sus últimas palabras: “¡Lo quiero conmigo
en el paraíso!”.
La Navidad de 1934
visitó a Assunta, la madre de Marietta. Ella le dijo que ya
le había perdonado. Fueron juntos a la Misa de Navidad para
admiración de todos los que les reconocieron.
Se mantuvieron
siempre en contacto. Juntos vieron a santa María Goretti canonizada en 1950.
Alessandro estuvo junto a la anciana Assunta cuando ella murió.
Alessandro murió en
la enfermería de los padres capuchinos de Marerata el 6 de mayo de 1970,
donde había sido portero durante décadas.
El texto que
publicamos, su testamento espiritual, se encontró a su muerte en un sobre
cerrado, con fecha del 5 de mayo. Está tomado de: Madre di Dio. Mensile mariano (noviembre 2002). La traducción
es de Pablo Cervera Barranco.
Huid del mal y seguid siempre
el bien
(Testamento espiritual de Alessandro Serenelli)
Soy un viejo de casi 80 años, pronto voy a terminar mis
días.
Echando una mirada al pasado, reconozco que en mi primera juventud
recorrí un sendero falso, la vía del mal que me condujo a la ruina.
Veía todo a través de la prensa, los espectáculos y los malos
ejemplos que siguen la mayoría de los jóvenes sin siquiera pensarlo. Y yo hice lo mismo. No me
preocupaba.
Personas creyentes y practicantes tenía cerca de mí, pero no les
prestaba atención, cegado por una fuerza brutal que me empujaba hacia un
sendero malo.
A los 20 años cometí el delito pasional del que hoy me horrorizo
con sólo recordarlo.
María Goretti, ahora santa, fue el ángel bueno que la Providencia
había puesto ante mis pasos para guiarme y salvarme. Todavía tengo grabadas en
mi corazón sus palabras de compasión y de perdón. Rezó por mí e intercedió por su asesino.
Siguieron treinta años de prisión. Si no hubiera sido menor de
edad, hubiera estado condenado a cadena perpetua. Acepté la merecida condena. Expié mi culpa.
La pequeña María fue verdaderamente mi luz, mi protectora; con su
ayuda, me porté bien en mis 27 años de cárcel e intenté vivir honradamente cuando la sociedad me aceptó de
nuevo entre sus miembros.
Los Hermanos de San Francisco, los Capuchinos de las Marcas, me acogieron con caridad seráfica en su monasterio no como un
siervo, sino como un hermano y con ellos convivo desde hace
24 años.
Ahora espero sereno el momento de ser
admitido en la visión de Dios, de abrazar a mis seres queridos de nuevo, y de estar
junto a mi ángel protectora y su querida madre, Assunta.
Los que lean esta carta, ojalá que quieran seguir la feliz enseñanza de huir del mal y seguir el bien siempre.
Pienso que la religión con sus preceptos no es una cosa que se
pueda menospreciar, sino que es el verdadero consuelo, el único camino seguro
en toda circunstancia, hasta las más dolorosas de la vida. ¡Paz y bien!
Artículo publicado
por Religión en Libertad