Un libro que explica lo
que un católico debe creer, practicar y celebrar y
cómo orar
Este
año estamos celebrando los 25 años de que el papa san Juan Pablo II recibió y
promulgó el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica. Una obra mayúscula que, en
opinión del obispo emérito de Querétaro (México), Mario de Gasperín, es un
motivo de alegría, “porque tenemos una síntesis moderna de la fe católica”.
En
la siguiente entrevista, el prelado mexicano penetra en la historia y en la
actualidad del trabajo que llevó siete años y que se considera una de las
aportaciones más importantes del actual papa emérito Benedicto XVI, quien fue
el que recibió el encargo de san Juan Pablo II de coordinar los trabajos de
este valioso instrumento para agradecer a Dios este don de la fe “estudiando su
doctrina y viviendo sus enseñanzas”.
¿De dónde viene el nuevo
Catecismo de la Iglesia católica?
El
papa Pablo VI instituyó el Sínodo de los Obispos, una asamblea
representativa de los obispos de todo el mundo como órgano consultivo del
Romano Pontífice y así colaborar con él en su gobierno de la Iglesia. Se reúne
cada cuatro años en asamblea ordinaria y cuando el Papa lo requiere en
extraordinaria.
En
1977 tuvo lugar la cuarta asamblea ordinaria que trató sobre la catequesis y
donde el papa Paulo VI subrayó la importancia de seguir un “ritmo catequético
sistemático” en la enseñanza; pero el documento postsinodal sobre “La
Catequesis” correspondió publicarlo al papa Juan Pablo II.
Fue
hasta la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos de 1985 cuando
algunos padres sinodales hablaron de un catecismo universal o conciliar.
Debería reflejar la doctrina clara y actualizada de la fe, según el espíritu
del Concilio Vaticano II, para cubrir la negra nube de ignorancia
religiosa que comenzaba a cernirse sobre la Iglesia.
¿Qué Catecismo se manejaba
entonces?
En
esa época el catecismo oficial era el del papa san Pío V (1556) inspirado en el
Concilio de Trento y conocido como “Catecismo dirigido a los párrocos” o
“Catecismo romano”, actualizado por el papa san Pío X y en el que se apoyaban
los catecismos por todo el mundo.
Por
otra parte, se habían hecho intentos de catecismos nacionales, regionales,
diocesanos y hasta parroquiales que divergían uno de otro por el enfoque,
extensión y hasta en los contenidos doctrinales. Un caos. “Éxito catastrófico
de la catequesis moderna”, lo llamó el cardenal Ratzinger.
Era,
pues, urgente una intervención del Magisterio que, al mismo tiempo que
transmitiera la unidad y totalidad de la fe, la expresara en un lenguaje capaz
de incidir en las diversas culturas, según los requerimientos del Concilio
Vaticano II. El ambiente era adverso y el trabajo escabroso, pero necesario.
Sin
embargo, desde antiguo, la Iglesia tenía algo que podemos llamar “tradición
catequética, ¿no es así?
Sí,
una tradición que los Padres de la Iglesia llevaron a su máximo esplendor. Las
catequesis de san Cirilo de Jerusalén, de san Ambrosio de Milán y la famosa
obra de san Agustín Para catequizar a los rudos, marcaron una pedagogía y
enseñanza preciosa que había que rescatar y que continuar.
La
temática central y básica de la catequesis es cuádruple: lo que hay que creer,
lo que hay que practicar, lo que hay que celebrar y cómo
debemos orar. Popularmente decimos: Credo, Mandamientos, Oraciones y
Sacramentos.
¿Cómo se generó el nuevo
Catecismo?
El
11 de octubre de 1992 el papa Juan Pablo II, satisfaciendo la sugerencia del
Sínodo de 1985, promulgó el Catecismo de la Iglesia católica, obra
encomendada a un grupo de cardenales, obispos, teólogos y especialistas de
varios países, bajo la dirección del cardenal Joseph Ratzinger, el ahora papa
emérito Benedicto XVI.
Su
realización implicó siete años de duro esfuerzo y se redactó primero en
francés, por tratarse de un grupo multilinguístico, y posteriormente, en 1997,
se promulgó la edición oficial en latín con la carta apostólica de san Juan
Pablo II merecidamente titulada: “Mucho nos alegramos…”. Nosotros nos alegramos
más todavía porque tenemos una síntesis moderna de la fe católica.
Se trata de un regalo
inestimable, ¿no le parece a usted?
Sí,
la verdad. Este “Catecismo mayor” es un fruto precioso del Concilio Vaticano
II. Posteriormente se le pidió al Papa la elaboración de un “Compendio”,
advirtiendo que “no es un compendio de la fe”, porque ésta se contiene también
íntegra en él, sino un compendio del Catecismo de 1992, para favorecer el
acceso inmediato al conocimiento de la fe.
Este
Catecismo, junto con la Biblia, pertenece a los libros básicos de la familia
católica. Sólo se agradece a Dios este don estudiando su doctrina y
viviendo sus enseñanzas.
Jaime Septién
Fuente:
Aleteia