Una
reflexión corta y fantástica: san Alfonso María de Ligório va directo a nuestro
corazón
Primero: quien actúa sólo para
Dios no se perturba en caso de fracaso, porque si Dios no lo quiere, él
tampoco.
Segundo: se alegra con el bien
que hacen los demás, como si lo hubiese hecho él mismo.
Tercero: sin preferencias para
trabajos, acepta de buena voluntad lo que la obediencia le pide.
Cuarto: teniendo cumplido su
deber, no espera alabanzas ni aprobaciones de los demás. Por eso no se pone
triste o critica si lo desaprueban, alegrándose sólo contentando a Dios. Si
acaso recibe algún elogio del mundo, no se envanece, sino que aleja la
vanagloria, diciéndole: sigue tu camino, llegaste tarde porque mi trabajo ya
está todo dado a Dios.
Por
san Afonso María de Ligório, en el libro Práctica
del amor a Jesucristo
Aleteia Brasil