Teniendo
en cuenta la complejidad de la teología católica acerca de la naturaleza de
Dios, la siguiente lista, apoyada en las Sagradas Escrituras y el Magisterio de
la Iglesia,
contiene respuestas a 8 mentiras recurrentes que están al acecho de los
católicos en el mundo actual.
1. Cristo es insuficiente
No
existen nuevas revelaciones y el canon bíblico está cerrado. Hay demasiadas
personas que quieren "aumentar" las enseñanzas de Cristo sosteniendo
que, como las Sagradas Escrituras fueron "escritas hace mucho
tiempo", estas deberían ser "actualizadas".
Psíquicos
y charlatanes de todo tipo difunden sus supuestas "habilidades
proféticas" que al parecer, van en contra de lo que sabemos de Dios. Nada
más lejos de la verdad.
Si
estas personas están en lo correcto, ¿por qué el Espíritu Santo le da a cada
uno diferentes mensajes? Cristo y su Iglesia no necesitan nada de simples
humanos. El mensaje de Cristo es válido y auténtico ayer, hoy y siempre como afirma
la cita de Hebreos 13, 8.
2. Puede haber nuevas
revelaciones del plan de salvación
No
hay y nunca podrán existir nuevas revelaciones que se añadan a la economía de
la salvación. Algunas revelaciones privadas están aprobadas por la piedad
popular (por ejemplo, Sagrado Corazón, Lourdes, la Divina
Misericordia) y otras no.
La
clave es si van de acuerdo a las revelaciones originales de Cristo en las
Sagradas Escrituras. La gente se coloca en una situación precaria cuando se
atreven a juzgar no sólo la Biblia,
sino a Dios mismo y Su Iglesia, negando así la Tradición y el magisterio.
3. Jesús nunca asegura ser
Dios en la Biblia
Cristo
se refiere a sí mismo como Dios aproximadamente 50 veces en las Sagradas
Escrituras.
Asimismo,
los Evangelios muestran las reacciones de quienes se oponían a Jesús tras
afirmar ser Dios o igual a Dios (por ejemplo en Marcos 14, 61-62).
Si
Jesús nunca afirmó a Dios ¿por qué algunas personas se molestaron tanto con Él
hace 2000 años hasta el punto de crucificarlo? Cristo fue condenado a muerte
porque lo consideraban blasfemo al referirse a sí mismo como Dios.
4. Todos somos hijos de
Dios y por lo tanto, Él debe amar todo lo que somos
Sí.
Dios nos hizo a todos. Dios nos ama a todos. Todos somos Sus hijos. Sin
embargo, Él nos llama hacia Sí mismo en un espíritu de amor y arrepentimiento,
pero no todo el mundo está listo y dispuesto a hacer ese tipo de compromiso.
No
se puede decir que somos Sus hijos y al mismo tiempo negarnos a reconocer
nuestra relación con nuestro Padre Celestial. (1 Juan 3, 10, Rm 8, 15, Efesios
2, 1-16).
Dios
es misericordioso, pero no todos nosotros queremos ser perdonados, o incluso,
pensamos que no hemos hecho nada que deba ser perdonado (1 Juan 1, 8).
5. Todos adoramos al mismo
Dios
Solo
existe un Dios único y verdadero porque Él mismo lo afirmó (Dt 4, 39, Isaías 43,
11, 45, 5), sin embargo, no todo el mundo lo reconoce. Debe también señalarse
que ninguna deidad pagana ha hecho una afirmación así.
A
pesar de que suena políticamente correcto que todas las personas adoran al
mismo Dios, es teológica, histórica y antropológicamente incorrecto. Fuera de
la tradición judeocristiana, las deidades son impotentes, celosas, caprichosas,
comedidas, hedonistas, egoístas, tremendamente emocionales y tiene una débil
preocupación por los asuntos humanos.
El
Dios judeocristiano es el amor mismo. Ninguna otra religión describe su deidad
de esta manera.
6. Todas las religiones
son iguales
Esta
creencia está conectada el punto anterior, y por lo tanto, es incorrecta.
Algunas religiones son violentamente la antítesis de todas las demás
expresiones religiosas. Algunos requieren el sacrificio humano, conductas
inmorales a la que se consideran virtudes o proponen “textos sagrados” que son
ilógicos y contradictorios. Es imposible sugerir que todas las religiones son
iguales.
Cristo
nos dice que Él es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14, 6). El Dios
judeocristiano se presentó a su pueblo y les enseña porque los ama (Hechos 4, 12).
Ninguna otra religión hace tales afirmaciones. La salvación solo viene de
Cristo y no de Mahoma, Buda o Joseph Smith. El culto le pertenece por derecho
solo a Yahvé, que es el gran YO SOY (Ap 4, 11).
Existen
diferencias irreductibles entre el cristianismo y el judaísmo como la
encarnación, la pasión y resurrección. Podemos extender esta lista de
incompatibilidades al considerar las religiones paganas. Sin embargo, muchas
demandas éticas a través de las religiones pueden ser iguales o al menos
compatibles. Esta no es una extraña coincidencia, por el contrario, si el único
Dios está llamando a toda la humanidad, entonces Su marca será dejada sobre
varias respuestas a la llamada.
7. Dios usa a los hombres
como "ratones de laboratorio"
Dios
es omnisciente y sabe lo que vamos a hacer. Ama nuestra existencia y no nos
trata como si fuéramos “ratones de laboratorio”.
Dios
es amor (1 Juan 4, 8-16) y por lo tanto nunca podría torturarnos para ver
"lo que haríamos”. La tentación se encuentra dentro de nosotros mismos y
es decisión nuestra seguir la ley de Dios o rechazarla (Dt 30, 19).
8. La Eucaristía es un
mero símbolo
Esta
es una perniciosa herejía y es bastante frecuente. ¿Por qué el pan y el vino
son ofrecidos en el altar por un sacerdote como Cuerpo y Sangre de Cristo?
Porque Jesús lo dice (Lucas 16).
De
hecho, lo reveló a las personas que lo acompañaban en la sinagoga de Cafarnaúm
y un buen número hizo una rabieta. Jesús preguntó a sus discípulos si también
querían dejarlo por hacer tal afirmación, y Pedro respondió: "Señor, ¿a
quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Juan 6, 68).
Aparte
de lo que Jesús dijo, debe considerarse cómo los primeros cristianos trataban a
la Eucaristía. Para Pablo, es una celebración con la que se anuncia y actualiza
la muerte del Señor hasta su regreso (1 Cor 11, 26).
"El
que, por lo tanto, coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo
del cuerpo y la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y
coma así el pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el
cuerpo, come y bebe su propia condenación"(1 Cor 11, 27-29).
La
Didajé o enseñanza de los dóce apóstoles refleja este sentimiento: "No
permitan que coman o beban de su Eucaristía, a excepción de los bautizados en el
nombre del Señor, porque el Señor ha hablado de esto: 'No den lo que es santo a
los perros'" (Didajé 9, 5).
Traducido
y adaptado por Diego López Marina.
Originalmente
publicado en National
Catholic Register.