80
años de la encíclica contra los nazis que ya advertía sobre los populismos
El
14 de marzo de 1937 Pío XI rubricó Mit brennender sorge (Con
ardiente preocupación). El 21 de marzo, Domingo de Ramos, esta inusual
encíclica se leyó en las 11.000 parroquias alemanas donde llegó desde el
Vaticano, escrita a mano en alemán, mediante valija diplomática y donde se
imprimió de forma clandestina.
Es
un documento valiente en el que Pío XI, con extraordinaria visión de futuro, ya
advertía de los peligros que implicaba la ideología nazi. El III Reich había
roto unilateralmente los términos del Concordato que el Vaticano firmó en 1933,
en virtud de los cuales se protegía la libertad religiosa de los católicos.
Aun
sin fiarse de las intenciones de Hitler, la Santa Sede, representada por el
cardenal Eugenio Pacelli, quien después sería el Papa Pío XII, tuvo que
suscribir este acuerdo para «tutelar la libertad de la misión salvadora de la
Iglesia en Alemania y asegurar la salvación de las almas a ella confiadas», tal
y como reza la encíclica. Las nubes negras comenzaban a cernirse sobre Europa.
El Pontífice fue capaz de pronosticar y denunciar el desastre que se avecinaba.
Hace
80 años, Pío XI escribió esta encíclica que, tal y como explica a Alfa y
Omega el padre Bernard Ardura, presidente del Pontificio Comité para las
Ciencias Históricas del Vaticano, lanza un mensaje asombrosamente vigente
también hoy en día.
¿Qué intuyó Pío XI que
le hizo escribir esta encíclica?
El
documento es el resultado de su gran lucidez, unida al hecho de que su
secretario de Estado era Eugenio Pacelli, el futuro Pío XII, quien fue nuncio
en Alemania y contaba con información de primera mano sobre la situación. Creo
que se tiene que subrayar que Pacelli fue el autor principal de esta encíclica.
Naturalmente, el Papa no podía prever el
ingente daño que tuvo lugar durante la II Guerra Mundial, pero lo intuía, dado
el sentimiento de venganza que nació en los alemanes después del Tratado de
Versalles tras la I Guerra Mundial y que el pueblo alemán consideraba como una
profunda humillación. Fue así como nació la semilla de la II Guerra Mundial.
Otro
elemento que preocupaba al Papa es que Hitler llegó al poder sin revolución,
gracias a unas elecciones democráticas. Por tanto, aquí podemos ver ya cómo los
populismos de los que oímos hablar hoy pueden reservar sorpresas desagradables.
Parece muy actual todo
lo que explica.
Es
una realidad. El gran Cicerón decía aquí, precisamente en Roma, historia
maestra vite, la historia es la maestra de vida. Pero es una maestra a la que
no siempre se escucha. La gran lección de la historia es esta: nos enseña a ser
previsores y a saber extraer de los eventos del pasado las indicaciones y
orientaciones para el presente y para el futuro.
Creo
que la previsión en el gobierno de Pío XI ha sido un elemento determinante y
actual, porque es una lección también para todos los hombres políticos: la
anticipación; el saber prever que cuando no hay confianza en los políticos o en
los sistemas o las instituciones, se abre la puerta del populismo que puede
llevar a un Hitler al poder.
¿Por qué, si se refería
a un problema de Alemania, el Papa hizo esta advertencia en forma de encíclica?
La
encíclica es el documento solemne en el que el Papa se dirige al mundo entero.
Aunque en este caso, y estando escrita en alemán, se dirige a Alemania, tiene
un alcance universal porque, de hecho, esta encíclica recuerda los principios
fundamentales de la enseñanza no solo de la Iglesia sino del derecho natural,
es decir, la dignidad del hombre, la dignidad de la persona más allá de su
raza, de su religión, de sus convicciones o de su estatus económico-social.
El
hombre está en el centro de esta encíclica. Es la denuncia de un sistema que no
respeta al hombre o que se hace una falsa idea del hombre porque el nazismo era
un neopaganismo que convertía en Dios al hombre de raza aria. Era el culto a la
raza aria, por definición excluyente, que se manifestó en un racismo
antisemita. Por eso, en este sentido, el Papa quiso dar un alcance universal a
un mensaje que estaba dirigido a personas muy concretas, es decir, a los
miembros del partido nazi.
¿Cuál es el núcleo del
documento?
Es
el ser humano en su dignidad, el hombre que merece el respeto, el hombre que no
puede ser objeto de persecución porque está creado a imagen y semejanza de
Dios. Cuando se leen estas líneas de la encíclica encontramos como núcleo lo
que oiremos en el lenguaje de Juan Pablo II decenas de años después cuando
habla del hombre, por ejemplo, en su discurso a la UNESCO en 1980.
¿Hubo represalias del
III Reich por esta encíclica?
Se
tomaron medidas contra la Iglesia aunque fueron anteriores. La Iglesia quería
proteger a sus fieles de origen judío y lo hizo durante un tiempo, pero el
Reich acabó persiguiéndolos también a ellos. Con la publicación de la encíclica
se dio una situación parecida a lo que sucedió en Holanda durante la guerra,
cuando los obispos hicieron leer al mismo tiempo en todas las iglesias del país
una carta denunciando las persecuciones y las represalias fueron miles de
asesinatos. Esta es la debilidad de los tiranos pero es una debilidad que deja
una marca y que deja sangre.
Ángeles Conde
Roma
Fuente:
Alfa y Omega