Un
espejo de sonido
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hablando
con una amiga de cómo mejorar el canto, ella me compartió que se suele grabar
con su móvil para después escucharlo y "evaluarse".
-
¡Puf, qué locura! -le comenté entre bromas- Yo no me pasaría ni una:
"mira, ahí no he llegado", "ahí se me ha ido la nota"...
¡vamos, seguro que dejo de cantar para siempre!
-
¡Es que te lo estás planteando mal! -contestó ella muy divertida- Cuando escuchas
tu grabación, el objetivo no es buscar "qué he hecho mal", sino
encontrar "qué he hecho bien", analizarlo, estudiar por qué ha salido
bien y... ¡repetirlo la próxima vez!
La
verdad es que su respuesta me dejó muy impresionada porque, sin darse cuenta...
¡estaba hablando de la oración!
Sí,
es muy fácil ponerse delante del Señor mirando "todo lo que no ha
salido" durante el día. No sé si a ti también te pasará, pero el hecho es
que, si centras tu oración en eso, al final sales cabizbajo; tal vez con muchos
y muy buenos propósitos, pero con mal sabor de boca.
Puedes
centrarte en eso... ¡o fijar tu atención en las cosas maravillosas que el Señor
ha hecho en tu vida!
Es
fácil olvidarse de esta parte, pero, cuando vives en acción de gracias, te
brota la alabanza, la oración es un momento de asombro, de hacerte consciente
del amor que el Señor te tiene, recuerdas ese momento del día en que te ha
regalado ser Su instrumento y has respondido... Sales alegre y feliz,
¡dispuesto a extender el amor que arde en tu corazón!
Puede
que, con cualquiera de las dos posturas, salgas de la oración con los mismos
objetivos, pero cambia mucho el motor, la perspectiva... la sonrisa.
Hoy
el reto del amor es que hagas de tu oración una acción de gracias. Claro que
habrás metido la pata y que hay cosas que mejorar, pero, ¿te fijas en ti... o
en Él? Te invito a que, al llegar la noche, repases el día junto a Cristo y le
vayas dando gracias por los pequeños detalles, por las veces que Le has
visto... ¡eso es lo que tienes que repetir mañana! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
