Reconciliación es
precisamente el lema de esta edición. Con su mano tendida al hombre, Cristo le
ha reconciliado con Dios y, al mismo tiempo, consigo mismo y con los demás
Majestad,
sed bienvenida.
Vuestra
presencia nos honra y nos alegra, conocedores como somos de vuestro interés por
el Arte y de vuestra estima por las exposiciones de las Edades del Hombre.
Señora, en nombre de la diócesis de Segovia y de todos los presentes os
agradezco vuestra presencia.
Saludo
cordialmente a los Excmos. Srs. y Sras, Presidente de la Junta de Castilla,
Presidenta de las Cortes, Delegada del Gobierno, Alcalde de Cuéllar y al resto
de las autoridades civiles, militares y académicas.
A
mis hermanos obispos, al Emmo. Sr. Cardenal presidente de la CEE y Arzobispo
metropolitano de Valladolid, Mons. Ricardo Blázquez; al Presidente de la
Fundación de las Edades del Hombres, Excmo. Mons. Jesús García Burillo, Obispo
de Ávila, y al resto de los Obispos miembros del patronato de la Fundación que
nos acompañan.
Agradezco
la presencia del Subsecretario del Pontificio Consejo de la Cultura, en
representación de su Presidente, el Emmo. Sr. Cardenal Ravasi, quien ha tenido
la deferencia de patrocinar esta edición de las Edades del Hombre.
Una
edición de las Edades del hombre es fruto de muchos esfuerzos y generosas
colaboraciones, que bien conocen el Secretario general y el equipo de la
Fundación, así como su Comisario, Don Miguel Ángel Barbado, a quienes
agradecemos su trabajo.
Es
fruto de la comunión entre las diócesis, las que forman parte del Patronato,
que han aportado obras extraordinarias, y otras más que se han sumado a
embellecer con piezas maestras esta hermosa muestra en la noble villa de
Cuéllar, denominada «capital del mundo mudéjar», e «isla mudéjar en mar de
pinares». Quiero agradecer, como obispo de Segovia, y segoviano de oficio,
aunque no de nacimiento, las ayudas y patrocinios de La Junta de Castilla
y León, compañera de viaje a través de las Edades del hombre, viaje que nos
lleva a las raíces espirituales de nuestro pueblo, que ya desde el primer
latido de expansión del cristianismo, recibió el evangelio, cuya fuerza fecundó
nuestras tierras.
El
arte cristiano no es sólo exponente del espíritu humano, transido por la
belleza trascendente de Dios, sino exponente inequívoco de la pasión por
ofrecer al mundo la única belleza que nos salva, según Dostoiewski, la belleza
de Cristo, el más hermoso de los hijos de los hombres. Contribuir a exponer
este arte para que transfigure a sus visitantes es muy de agradecer
especialmente en esta sociedad en que lo cristiano no goza de la estima que
merece y que llevó a los más grandes artistas de nuestra historia a crear un patrimonio
que enriquece a toda la humanidad.
Es
de agradecer a entidades como Bankia, MOLEIRO, CONSEJO REGULADOR –denominación
de Origen- RIBERA DEL DUERO, ARTISPLENDORES, GRUPO SIRO, ONCE Y RENFE, la
sensibilidad para apostar por el arte, que es como apostar por el
perfeccionamiento del hombre y la reconciliación de la humanidad con el
misterio que la religa con Dios, y que permite al hombre atravesar las «edades»
del mundo dejando la huella de lo divino.
Reconciliación
es precisamente el lema de esta edición, palabra que evoca una necesidad
urgente en nuestra época lacerada por divisiones, guerras, odios fratricidas y
la terrible lacra del terrorismo que el Papa Francisco ha denominado como una
guerra mundial a pedazos. El arte, como tarea espiritual, es medio de
reconciliación entre culturas, pueblos e individuos, y medio de elevación hacia
la cumbre de lo humano. Por eso, se destruye el arte cuando se busca esclavizar
al hombre y borrar las creaciones de su espíritu. Decía Kandisky que «los
períodos en que el arte no tiene representación de altura, en que falta el pan
transfigurado, son períodos de decadencia en el mundo espiritual».
Con
su mano tendida al hombre, Cristo le ha reconciliado con Dios y, al mismo
tiempo, consigo mismo y con los demás. Reconciliar oestablecer la
paz son verbos sinónimos que describen en la Biblia la acción de Dios y de
Cristo. La exposición de Cuéllar toca, pues, el núcleo más potente del
cristianismo, que no tiene parangón en ninguna otra religión. Las obras de arte
de esta exposición se explican desde el anhelo que el hombre tiene de ser
reconciliado y de reconciliar, es decir, de ofrecer esperanza al
hombre asediado por unacultura de muerte, cuyos efectos devastadores pueden
hacernos creer que el hombre no tiene remedio ni salvación.
No
es así. Dios no teme «que se sequen los grandes rosales del día, las tristes
azucenas de tus noches» (Dámaso Alonso). No teme a la muerte por insistente y
amenazadora que se nos muestre, porque ha venido a tender la mano al hombre, lo
ha agarrado fuertemente y nada ni nadie le soltará de su mano. Basta con que se
deje reconciliar. Por todo ello, Majestad, Sras. y Srs. auguro mucho éxito a
esta nueva edición de las Edades del Hombre. Muchas gracias.
Discurso
proclamado por nuestro obispo D. César Franco el día 24 de abril de 2017 con
motivo de la inauguración de las Edades del Hombre.
Fuente:
Diócesis de Segovia
