Si pedimos ayuda a Jesús
descubriremos cómo es la alegría de la salvación, asegura en la Casa Santa
Marta
Creer
en Jesús y tomar la vida como es y seguir adelante con alegría, sin quejarnos,
sin dejarnos paralizar por el feo pecado de la pereza: es la invitación del
papa Francisco en la homilía de la misa celebrada este martes en la Casa Santa
Marta del Vaticano.
En
el centro de la homilía del Papa, el Evangelio de hoy del paralítico curado por
Jesús. Era un hombre que estaba enfermo desde hacía 38 años, yacía en el borde
de una piscina en Jerusalén, llamada en hebreo Betzatà, con cinco pórticos,
bajo los cuales había un gran número de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos.
Se decía que, cuando bajaba un ángel y agitaba las aguas, los primeros que se
sumergían en ellas quedaban curados.
Jesús,
viendo a este hombre, le pregunta: ‘¿Quieres curarte?’. “Es bello, Jesús
siempre nos dice esto a nosotros: ‘¿Quieres curarte? ¿Quieres ser feliz?
¿Quieres mejorar tu vida? ¿Quieres llenarte del Espíritu Santo?’, esta palabra
de Jesús… Todos los demás que estaban allí, ciegos, cojos, paralíticos… le
habrían dicho: ‘¡Sí, Señor!’. Pero este es un hombre extraño que le responde a
Jesús: ‘Señor, no tengo quien me sumerja en la piscina mientras el agua se
agita. Siempre hay alguien que se me adelanta’. La respuesta es una queja:
‘Mira Señor qué injusta ha sido la vida conmigo. Todos los demás pueden curarse
y yo llevo intentándolo 38 años…’”, comentó Francisco.
Este
hombre, observó el Papa, era como un árbol plantado al lado de una corriente de
agua, como dice el Salmo, “pero tenía las raíces secas” y “esas raíces no
llegaban al agua, no podían tomar la salud del agua”.
“Esto
se entiende de esa actitud, de las quejas, de dar siempre la culpa al otro:
‘Mira, los otros se me adelantan y yo ya llevo 38 años aquí…’ Este es un feo
pecado, el pecado de la pereza. Este hombre estaba enfermo de parálisis
pero también de pereza, que es peor que tener el corazón tibio, peor todavía”,
dijo el Papa.
“Es
vivir pero porque vivo, y no tener ganas de no hacer nada en la vida…
-continuó-. Se había olvidado de la alegría, este hombre ni la conocía, la
había perdido. Este es el pecado. Es una enfermedad horrorosa: ‘Me siento
cómodo así, me he acostumbrado… pero la vida ha sido injusta conmigo…’. Ahí se
ve el resentimiento, la amargura del corazón”.
Jesús
no le reprende pero le dice: “Levántate, coge tu camilla y echa a andar”,
prosiguió el Papa, y el paralítico se cura, pero como era sábado, los
doctores de la ley le dicen que no es lícito llevar una camilla y le preguntan
quién le ha curado ese día: ‘Va contra el código, no es de Dios ese hombre”.
El
paralítico, destacó el Papa, ni siquiera le da las gracias a Jesús, ni siquiera
le pregunta su nombre. “Se levantó con esa pereza” que hace “vivir porque es
gratis el oxígeno”, que “hace que vivamos mirando a los demás que son más
felices que yo” y “entramos en la tristeza, perdiendo la alegría”.
La
pereza, explicó el Papa, es un pecado que paraliza, nos hace paralíticos, no
nos deja caminar… pero también hoy el Señor nos mira a cada uno de nosotros.
Todos tenemos pecados, también hoy el Señor nos dice: ‘¡Levántate!’
“Hoy
el Señor nos dice a cada uno de nosotros: ‘Levántate, toma tu vida como sea,
bella o fea, tómala y sigue adelante. No tengas miedo, coge tu camilla y
camina’. ‘Pero Señor, no es el último modelo…’ ‘¡Ve adelante! Con esa camilla
fea y vieja pero ¡adelante!’. ‘Es tu vida, es tu alegría ¿quieres curarte?’, es
la primera pregunta que nos hace Jesús hoy. ‘¡Levántate!’. Y en la antífona al
inicio de la misa teníamos ese comienzo tan bello: ‘Vosotros que tenéis sed
venid a esta agua, es gratis, quitaos la sed con alegría’”.
“Y
si nosotros decimos al Señor ‘Sí, quiero curarme. Sí, Señor, ayúdame que quiero
levantarme’ -aseguró Francisco-, descubriremos cómo es la alegría de la
salvación”.
Radio Vaticano
Fuente:
Aleteia