EL PAPA FRANCISCO ALERTA DEL PELIGRO QUE COMIENZA CON EL RESENTIMIENTO Y LOS CELOS

La amargura no es cristiana. El dolor sí, la amargura no. El resentimiento no es cristiano. El dolor sí, el resentimiento no

En la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta este lunes 13 de febrero, el Papa Francisco meditó en la lectura del Génesis que narra el pasaje de Caín y Abel, la historia “de una hermandad que debía crecer, ser bella, pero que termina destruida”.

Esta historia, explica el Santo Padre, comienza “con unos pequeños celos” de Caín para con Abel. El primero, en vez de luchar contra él, prefiere “cocinar dentro de sí este sentimiento, agrandarlo, dejarlo crecer. Este pecado que hará luego se esconde detrás del sentimiento. Y crece, crece”.

“Así crecen las enemistades entre nosotros: comienzan con una cosa pequeña, unos celos, una envidia, y luego crece y vemos la vida solo desde ese punto y esa pajilla se convierte en un fardo, y está allí. Y nuestra vida comienza a girar alrededor de eso y eso destruye el lazo de la hermandad, destruye la fraternidad”.

Poco a poco, prosiguió el Pontífice, uno se “obsesiona” con ese mal. “Y crece, crece la enemistad y termina mal. Siempre. Me aparto de mi hermano y este ya no es mi hermano sino mi enemigo, este es un enemigo que debe ser destruido, cazado… y así se destruye la gente, ¡así las enemistades destruyen familias, pueblos, todo!”.

Esto que le sucedió a Caín al inicio, explicó Francisco, “nos ocurre a todos nosotros, está la posibilidad: pero este proceso debe terminarse rápido, al comienzo, a la primera amargura, acabarse. La amargura no es cristiana. El dolor sí, la amargura no. El resentimiento no es cristiano. El dolor sí, el resentimiento no. ¡Cuántas enemistades, cuántas escisiones!”.

En la Misa también estaban presentes algunos párrocos y a ellos les dijo: “también nuestros sacerdotes, con nuestros colegios episcopales: ¡cuántas escisiones comienzan así! ‘Pero, ¿por qué a este le han dado esta sede y no a mí? ¿Y por qué esto?’ Y… pequeñas cositas, escisiones… Se destruye la hermandad”.

Dios, dijo el Papa, cuestiona a Caín “¿Dónde está tu hermano?” y el asesino responde de forma irónica: “¿Acaso soy el guardián de mi hermano?”.

Es posible, continuó el Santo Padre, que no hayas matado a alguien, pero “si tienes un mal sentimiento hacia tu hermano, lo has matado; si insultas a tu hermano, lo has matado en tu corazón. El asesinato es un proceso que comienza con algo pequeño”.

Este proceso, explicó el Papa Francisco, también se ve en los conflictos bélicos: “cuántos poderosos de la tierra dicen ‘a mí me interesa este territorio, me interesa este pedazo de tierra. Si la bomba cae y mata a 200 niños, no es mi culpa sino de la bomba. A mí me interesa el territorio’. Y todo comienza con ese sentimiento, que te lleva a eliminar, a decirle al otro ‘este es fulano, esto es así, pero no es mi hermano’. Y termina con la guerra que mata. Pero ya has matado al inicio. Este es el proceso de la sangre, y la sangre hoy de tanta gente en el mundo grita a Dios desde el suelo”.

“Todo está relacionado. Esa sangre allí tiene una relación –tal vez un poquito de sangre– con mi envidia, con mis celos que han destruido una hermandad”.

Para concluir, el Pontífice alentó a que cada uno repita la pregunta que Dios hace a Caín “¿Dónde está tu hermano?”, y piense en aquellos que “destruimos con la lengua” y “todos los que en el mundo son tratados como cosas y no como hermanos, porque es más importante un pedazo de tierra que el vínculo de la fraternidad”.

Por Walter Sánchez Silva


Fuente: ACI Prensa