Te diría tantas cosas...
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Ayer, la Priora dejó las cartas que habían llegado en
el Noviciado. Lety fue repartiendo las que teníamos cada una y, entre ellas, me
dio un sobre del que el remitente era mi padre. Sabía que me iba a mandar un
USB con unos vídeos, pero mis manos se lanzaron a tantear el sobre, no para ver
si estaba el USB, sino para ver si había carta.
Parecía que no había nada más y, desilusionada, no
reparé en abrirla. Sin embrago, por la tarde, cuando volví a pasar, pensé con
poca esperanza:
- Voy a abrirlo, no vaya a ser que haya algo más...
Y así fue: abrí y encontré una de esas cartas que
tanto me gustan.
Y es que me encanta recibir cartas de mi padre en las
que mi madre, compinchada, también firma. En todos los pasos importantes, en
momentos difíciles, ha habido una. En ellas salen sentimientos, palabras que de
otra forma no es fácil sacar. Una carta escrita a corazón abierto para alguien
que quieres nada tiene que ver con un rápido WhatsApp o una conversación a la
ligera.
Cuántas cosas dirías a esa persona que tienes cerca, a
tu marido, a tu mujer, a tu hijo, a tus padres, a ese hermano o amigo, y no has
parado a poner palabras a todo aquello que dirás. Esas palabras que pueden
llevar a una reconciliación, al perdón; que pueden llevar a un reencuentro o
encuentro en lo más profundo de vuestro ser o a hacer consciente al otro de lo
que su vida supone para ti.
Cristo aprovechaba cada momento, cada circunstancia
para abrir su corazón en todo a sus discípulos, a aquellos que tenía cerca para
darles una palabra de aliento, el consejo oportuno e, incluso, para compartir
sus sentimientos en los momentos de soledad, miedo y dolor por los que pasó.
Hoy el reto del amor es que pares a escribir una carta
a esa persona a la que "le dirías tantas cosas..." No esperes a que
sea tarde, abre tu corazón.
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma