El SAL DE TU TIERRA, es la excusa perfecta para dejarlo todo, quemar las naves y conocer otros sitios, gentes y culturas con quienes compartir lo mejor que tenemos, al Señor
Es curioso cómo las palabras cambian de significado según las circunstancias de las personas. Antes de venir a Zimbabwe, el SAL DE TU TIERRA, resonaba muy bíblico y me imaginaba a mí mismo como a Abrahán, dejándolo todo y partiendo hacia un lugar más o menos desconocido.
Me imaginaba la misión como una “gran aventura”, casi épica, que no puede esperar, llena de ilusión y esperanza.
Me atrevería a decir que era una visión un tanto “romántica” de la misión. Algo así como cuando una persona se enamora y se siente fascinada por todo lo que va a vivir en el futuro con la persona de su vida.
Cuando llegué aquí, hace poco más de un año, y después de los primeros meses de asombro y romanticismo, me di cuenta de lo que supone el salir de mi tierra y dejar familia, amigos, país,diócesis, lengua, cultura… y tener que empezar de cero en todos los niveles. Es nacer de nuevo,literalmente; como un bebé. Y depender de todos los demás para crecer otra vez.
Entonces vienen a tu vida palabras que antes las conocía sobre todo más a un nivel teórico. ¡Qué bonito suenan los términos “encarnación”, “nacer de nuevo”… en los retiros y las homilías! Pero qué duro es vivirlos en un país de misión, al menos cuando estás recién llegado. Duro pero apasionante a la vez, es verdad. Entonces ves cómo la ilusión y la esperanza del principio, aunque siguen ahí, se han transformado: son más reales y, por eso, merecen la pena ser vividas con mayor intensidad si cabe.
En alguna ocasión oí unas palabras similares a éstas: “cambiar los sueños por dinero”. Vienen a cuento, creo yo, porque si en algo se tienen que reconocer los cristianos en general es en el hecho de soñar, de querer comerse el mundo para cambiarlo… En definitiva, es creer en la utopía. No una utopía vana y ciega, que no te ayude a avanzar o te lleve a ninguna parte, sino una utopía enraizada en nuestro horizonte, el Señor.
Así, el SAL DE TU TIERRA, es la excusa perfecta para dejarlo todo, quemar las naves y conocer otros sitios, gentes y culturas con quienes compartir lo mejor que tenemos, al Señor. Y desde aquí, hacer posible un mundo mejor, deseo que está siempre en lo más profundo del corazón humano.
¿Quieres iniciar el viaje que Dios tiene preparado para ti? Pues SAL DE TU TIERRA
Leo Ramos
Misionero en Zimbabwe
Fuente: OMP