Primero Él, y luego...
Hola, buenos días, hoy Verónica nos lleva al Señor.
Que pases un feliz día.
Como sabéis, estamos de ejercicios espirituales. Ya os
decían que son unos días sin trabajo, sin estudio, sólo dedicados al Señor. Y
esos ratos dedicados al trabajo son libres para orar, dar un paseo, o... ¡hacer
alguna cosa que por falta de tiempo no has podido hacer durante el año! Yo le
pasé mi horario a Lety, que me dio el visto bueno, y manos a la obra. Empecé
ejercicios pensando en todo lo que podía hacer con tanto tiempo libre: que si
pintar una acuarela, que si aprender a hacer un nuevo tipo de nudos para los
rosarios... Un montón de cosas. Al Señor le estaba dejando fuera del horario.
Pero la realidad es que el Señor está siendo más
fuerte que todo eso. Al final, acabamos todas dispersas con Él: dos en el
Oratorio del Noviciado, otras dos en la iglesia y la otra en la capilla. Me
daba cuenta de que, al final, quien da vida es el Señor. Que eres capaz de
dejarlo todo por Él. Que estar en su presencia es mejor que todo lo demás. Yo
necesitaba sentarme con Él para ordenar las cosas, que estos días no son de
tiempo libre para la actividad, sino días en los que el Señor me quiere para
Él.
Tú tendrás muchas cosas que hacer... Incluso en la
parroquia y cosas dedicadas al Señor. Y aún así sientes que no te llenan. Y es
que dedicarse al Señor da vida, pero, cuando te metes en la actividad, te vas
olvidando de las prioridades.
Nosotras mismas no podríamos dedicarnos a la
evangelización, a anunciarle a Él, si Él no es lo primero en nuestra vida.
Me impresiona el evangelio porque Jesús siempre ora
antes de cada decisión, de cada encuentro, de cada prueba.
"Subió al monte a solas para orar" (Mt 14,
23) "Sentaos aquí, mientras voy allá a orar" (Mt 26, 36) "Se fue
al monte a orar y se pasó la noche orando a Dios" (Lc 6, 12) "Jesús,
ya bautizado, se hallaba en oración" (Lc 3, 21)...
Él pudo amar de tal manera porque, en la oración, el
Padre le hacía sentir profundamente amado, Él cogía la fuerza de su Padre.
Si te sientes metido en la actividad, en el caos de
los planes, deja todo, como Jesús, y para a orar. Coge la fuerza de Él,
siéntete amado por Él y sólo entonces podrás darte y podrás entregarte. Si lo
primero es Él, de ahí sale todo lo demás: que nuestra referencia de amor sea
Cristo.
Hoy el reto es parar con el Señor y ordenar tus
prioridades. No importa que sea en tu casa, pero para. ¡Que el Señor sea lo
primero! Y, ¿a que no sabes qué? El Señor me ha regalado poder hacer la
acuarela. Te aseguro que experimentarás que el Señor multiplica las horas.
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma